Llamaron a licitación para retomar la señalización callejera
En 2015 se firmó un contrato para reemplazar los carteles bordó, porque debían ser azules. Esa tarea nunca se terminó, a pesar de que en 2016, cuando asumió Salazar, la retomaron. Ahora, tras la pavimentación de 400 cuadras, el gobierno llamó a licitación para que esas calles tengan carteles y para reemplazar otros en el resto de la ciudad.
Buscar referencias en la cartelería de San Pedro resulta imposible. Al mal estado o la ausencia de señalética se suma la incertidumbre sobre el destino que tuvo el contrato que se firmó en 2015 para la renovación total de los indicadores que durante meses estuvieron depositados en una casa que el propio municipio alquiló sin darle uso alguno.
Hasta ahora, poco se sabía del destino que tenían los proyectos de cartelería que alguna vez formaron parte de la oferta de empresas que proponían contratos publicitarios y mucho menos los que ambientalmente resultan “amigables”, como los que se colocan en ciudades turísticas donde la polución visual está controlada.
La semana pasada, el gobierno de Cecilio Salazar llamó a licitación pública para la obra de “mejoramiento y señalamiento vertical y horizontal de calles pavimentadas, construcción y colocación de nomencladores urbanos, mano de obra y materiales”.
Para presentar ofertas, las empresas deben pagar 22.500 pesos. El acto de apertura de ofertas tendrá lugar el 28 de febrero. “Es para todas las cuadras últimas pavimentadas, con señalética y cartelería, y para todas las avenidas, más algunas cuadras de la ciudad”, detalló a La Opinión el secretario de Obras Públicas, Ariel Álvarez.
Los carteles con los nombres de las calles formaron parte de un contrato firmado durante la gestión de Raúl Manchone en Tránsito y Seguridad, durante el interregno del concejal Fabio Giovanettoni al frente del Poder Ejecutivo, por renuncia de Guacone.
Primero durmieron en la casona que alquilaba la municipalidad, luego los trasladaron con destino incierto y unos pocos fueron colocados sin cumplir con la normativa.
Pasados varios meses de la asunción de la gestión Cambiemos, llegaron las promesas de restitución, pero sólo para algunas calles, cuyos carteles llamaron la atención porque quien estuvo a cargo de los trabajos no reparó que hay una norma de cartelería urbana que obliga al uso de determinado tipo y tamaño de letra.
Los carteles de la era Barbieri, los de color bordó, blanco y amarillo, no cumplían con la normativa que regula cómo deben ser: azules con letras blancas. Los que se colocaron en 2016, cuando recién asumió Salazar, sí son de ese color, pero en muchos casos no están correctamente escritos y en algunos casos están incompletos.
Basta como ejemplo lo que sucede en la esquina de la plaza Constitución: Mitre es “Bartolome”, sin tilde, y Liniers no indica si se trata del virrey de origen francés que repelió las invasiones inglesas y fue reemplazado por Cisneros en los años en los que se cocinaba la Revolución de Mayo, o del historietista Ricardo Siri, que usa ese pseudónimo.
La señalética en una ciudad turística es clave para el desplazamiento. De hecho, tanto en el fin de semana del Festival de Música Country como en el de la Fiesta de las Colectividades o el feriado largo del Día de la Soberanía, la única demanda de quienes visitan la ciudad son los planos para moverse, porque tanto el Google maps como los GPS suelen llevarlos por zonas consideradas peligrosas buscando la costa a la que por ahora no puede acceder el público sin pagar su acceso, más allá del Paseo Público.
En 2016 el arribo de una empresa que se encargó de pintar las bocacalles, las sendas peatonales, los cajones para motos y el estacionamiento medido, fue suficiente para la alegría colectiva tras años de postergación. Pasados casi tres años, el deterioro es ostensible.