Libertad definitiva para el policía Luis Castañarez
Una decisión con pocos antecedentes provocó el cambio de carátula en el caso Gonzalo Rojas. El Tribunal de Casación quitó la figura de “homicidio doloso” por “culposo” y redujo la pena del policía de 18 a 3 años de condena.
La historia policial de la ciudad cerró ayer uno de sus capítulos más paradigmáticos que se recuerde. La muerte de Gonzalo Rojas, acontecida el 21 de diciembre de 2005, tuvo en vilo a dos familias y dividió la opinión pública de toda una ciudad.
Por este hecho, el policía Luis Castañarez quedó señalado como el único responsable, estuvo preso y hasta fue sometido a juicio oral y público. Allí, el Tribunal en lo Criminal Nº 1 de San Nicolás le aplicó una pena de 18 años de prisión, pero su Defensa utilizó diversos argumentos para apelar y revertir la condena impuesta.
Ayer, y en una decisión con pocos precedentes, el Tribunal de Casación dio vuelta el fallo condenatorio que recaía sobre el policía y lo caratuló Homicidio Culposo, desestimando el dolo. Esta decisión provocó un giro inesperado en esta historia que había tenido su desenlace previo el 19 de agosto del año pasado cuando la Justicia lo había condenado.
“Es un cambio de carátula”, dijo el Dr. Hugo Lima hijo, abogado defensor de Castañarez y agregó: “Se quitó la figura dolosa por una culposa y la pena de 18 años se redujo a sólo tres. Es decir que automáticamente está en condiciones de salir en libertad. El Tribunal de Casación, con esta decisión, consideró que Castañarez no tuvo intención” de matar, expresó el profesional.
“Habíamos cuestionado la sentencia porque habíamos notado irregularidades y se apeló. El Tribunal de Casación nos dio la razón. Ahora a Castañarez le queda abierta la chance de efectuar un reclamo contra el Estado por todo el tiempo que perdió estando detenido”, agregó Lima y aseguró: “Con esta decisión se termina todo. Si Castañarez lo desea deberá hacer los trámites administrativos y podrá volver a la Policía, pero eso queda en él”.
Luego del juicio y la condena en suspenso, por una disposición de la Cámara de Garantías regresó a su domicilio, donde cumplió hasta ayer arresto domiciliario.
Luis Castañarez tiene 46 años, trabajó como policía desde los 28 y esa fatídica noche realizaba horas cores por el centro de la ciudad, hasta que los alertaron sobre lo que estaba sucediendo en la esquina de Padre Santana y 3 de Febrero. Llegaron y revisaron el lugar, pero no vieron nada. Se iban a retirar pero a él se le ocurrió subirse al techo: “Si nos hubiéramos ido, no habría pasado todo esto”, dijo en aquella oportunidad a La Opinión.
Una etapa de opiniones encontradas
Mientras Castañarez hará efectiva su libertad definitiva en el día de hoy, aun se recuerdan algunas expresiones vertidas durante el juicio y sus días posteriores.
Para la Defensa, nunca estuvo acreditado que la muerte de Rojas haya sido producida por el arma de Castañarez, por lo que pidió su absolución por el homicidio calificado.
El Dr. Lima pidió también la absolución al considerar que el disparo del arma de su defendido “fue accidental”. “Acá no hay gatillo fácil”, había aseverado el abogado. Con esos alegatos y razones probatorias, el Tribunal determinó las responsabilidades de la parte en cuestión.
Mientras durante el juicio el abogado querellante había indicado que Castañarez estaba “jugando a hacerse el Rambo”, el propio acusado había indicado: “Ningún policía saca el arma para disparar, uno saca el arma porque está en riesgo la vida. Yo saqué el arma porque cualquier procedimiento policial te indica eso”. Y como previendo lo que luego sucedería vertió algunos conceptos con respeto a la tarea judicial: “Nunca dejé de creer en la Justicia, yo siempre creí en Dios y la Justicia. Obviamente que después que te dan 18 años sentís otras sensaciones, pero yo sé cómo son los pasos legales y tengo la certeza de que se reducirá la condena”, aseguró esperanzado, y finalmente así fue.
Madrugada de tiros y confusión
El fallecimiento del joven de sólo 16 años dejó abierto un sinfín de cuestiones sobre lo que sucedió durante la madrugada del 21 de diciembre de 2005. Declaraciones públicas, peritajes, cambios de abogados, opiniones encontradas, descontento, bronca y dos familias destrozadas con sensaciones diferentes, la de Gonzalo Rojas y la del policía Castañarez.
El controvertido episodio involucró de lleno a los policías que esa noche acudieron al lugar del hecho tras ser alertados por un llamado telefónico.
Los oficiales Luis Castañarez, Guillermo Llul, Monasterio, y el Sargento Tarragó, fueron los primeros implicados en la causa, aunque con el correr de los testimonios, Monasterio, Tarragó y Llul fueron liberados, mientras que Castañarez quedó involucrado como el principal acusado de ser quien tenía en su poder el arma de la que habría salido el disparo.
La investigación estuvo a cargo del Fiscal Omar Tempo, quien determinó qué fue lo que sucedió esa noche.
La familia Rojas mantuvo siempre su postura, organizó marchas pidiendo justicia por la muerte de Gonzalo y hasta se conformó con la pena de 18 años. “No mataron a ningún delincuente”, sostuvieron siempre sus familiares.
Gonzalo Rojas y un amigo fueron sorprendidos por los policías en la intersección de Padre Santana y 3 de Febrero, tras el llamado telefónico de un vecino a la Comisaría.
Alrededor de las 2.30 de la madrugada, alguien habría observado movimientos raros en los techos. La intervención policial culminó con el disparo del arma de uno de los uniformados que impactó contra el adolescente, provocándole la muerte.
Los jóvenes intentaron darse a la fuga, para lo cual descendieron de los techos y empezaron una carrera por la Avenida 3 de Febrero. Los agentes habrían efectuado varios disparos supuestamente intimidatorios y uno de ellos impactó en el cuerpo de Rojas, quien continuó corriendo unos metros hasta caer a casi 80 metros, en la esquina de 3 de Febrero y Thorne.
“Lo tengo que pensar,
pero no creo que vuelva
a la fuerza”
Respetuoso y cauto, como cada vez que le tocó enfrentar a la prensa, Castañarez no ocultó su satisfacción de saber que todo se terminó. Que atrás quedaron casi cinco años muy difíciles de olvidar. “Qué te parece, estoy muy feliz por lo que ha sucedido hoy”, dijo ayer a un periodista de La Opinion. “Les voy a pedir cautela, porque todavía no me lo notificaron oficialmente, pero ya hablé con el abogado y ya está. Quiero tener los papeles en mis manos”, expresó. “Ahora voy a ver, pero tengo que sentarme con la familia y analizar muchas cosas. Con ellos analizaré qué hago, pero lo tengo que pensar, pero no creo que vuelva a la fuerza”, dijo el policía con respecto a la decisión de retornar a sus funciones.
Un recuerdo imborrable
Al ser condenado Luis Castañarez quedó detenido de inmediato. Quienes habían concurrido a apoyarlo durante las jornadas del juicio jamás olvidarán el momento en que se leyó la sentencia y observaron como sin respiro lo esposaron y se lo llevaron rápidamente a la cárcel. El policía permaneció algunas horas en una Comisaría y luego fue trasladado a la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás.
Las vueltas de la vida tienen cosas inexplicables y en la historia de Luis Castañarez se cruza la de Pablo Pérez, el joven que permanece detenido sin condena, acusado de abusar sexualmente de dos mujeres.
Ambos se encontraron en la cárcel y compartieron el pabellón de sanidad. Además, tienen en común que el hecho que involucró a cada uno por su lado se produjo en la misma esquina: Padre Santana y 3 de Febrero.
“Por suerte había un preso sampedrino, el chico Pablo Pérez. Yo entré a la cárcel cerca de las 11 de la noche, así que imagínense lo que fue, caminamos pasillos y pasillos, rejas y candados hasta que me encontré con un montón de camas y gente que te mira y te habla. La primera impresión fue la de ver a un tipo que estaba en huelga de hambre, estaba sentado en una silla con la boca cocida con hilo y alambre. Encontrarte con todo eso es muy difícil”, recordó.
“Tenés que caminar permanentemente dando la espalda a la pared. No tuve mayores problemas, estuve muy cerca pero pude zafar”, contó.
“Tenés que tener mucha fuerza moral”, describió.