Liberan a Mario Sendín tras pagar una fianza de $ 25.000
El capitán del “Luchando Voy” deja la cárcel de Villa Devoto, depositando el monto de dinero que el Juzgado Federal estableció como fianza para permitir la excarcelación. La semana pasada declaró por segunda vez ante el Juez Villafuerte Ruzo y es el único que permanece detenido porque la Justicia liberó a los otros 16. La hipótesis con la que se conduce la investigación es que la red de contrabando y piratería supera los límites de la provincia y del país. Omar Lilio, el mecánico sampedrino que fue liberado, habló con La Opinión, pero dijo que “no vio nada” porque permaneció toda la noche en la bodega de la barcaza.
Mario Sendín, el propietario de la barcaza “Luchando Voy” que fue detenida hace un mes en inmediaciones de San Nicolás cargada con mercadería que supuestamente había sido robada a otro buque en un asalto a mano armada, consiguió el beneficio de la libertad bajo fianza.
Su abogado particular, el Dr. Hugo Lima Padre, recibió una respuesta positiva al pedido de excarcelación y para ello la familia de Sendín debe depositar una fianza de $ 25.000.
Mientras tanto, la Justicia benefició con la misma medida al resto de los detenidos que entre el jueves y el viernes abandonaron la cárcel de Marcos Paz, en la que estaban alojados. Todos siguen procesados en la causa pero con diferente consideración. Además de Sendín, las personas oriundas de Rosario de apellidos Bellumini, Branga, Loria, Sullivan, Moreira, Alcaraz, Romero y Aguilar, están acusados de los delitos de robo calificado, agravado por el uso de armas, en concurso real y por contrabando calificado. Por eso también tuvieron que abonar una fianza algo menor, pero que igualmente ascendió a $ 15.000. Lo llamativo del caso es que, a diferencia de Sendín, velozmente consiguieron el dinero que fue depositado la semana pasada, horas más tarde de la decisión de la Justicia.
El resto de los imputados, Lillio, Meza y un menor de 17 años de San Pedro, Maximiliano y Pablo Herrera, Luque y Mercante de San Nicolás, están considerados como partícipes secundarios y no responsables directos por lo que salieron libres sin pago de por medio y bajo caución juratoria.
El jueves pasado, el capitán del “Luchando Voy” declaró nuevamente ante Villafuerte Ruzo. Su abogado dijo que le preguntaron específicamente por los elementos que habían sido encontrados a bordo del barco –como cuchillos, lámparas y otros objetos personales- que la tripulación del buque asaltado habría reconocido como propia. “El dijo que no vio nada, porque estaba en la cabina de mando y no vio nada”, comentó el Dr. Lima recalcando nuevamente que ni Sendín, ni su gente abordó nunca el barco paraguayo, sino que desde ese buque “descargaban la mercadería desde arriba”.
Un “pulpo” dedicado al contrabando
La hipótesis central de la investigación que lleva adelante el Juez Federal Carlos Villafuerte Ruzo, apunta a una organización descomunal con la forma de un gigantesco pulpo cuyos tentáculos superan los límites de San Pedro y San Nicolás, llegando incluso fuera del país.
Una fuente inobjetable le dijo a La Opinión que hay varias puntas del ovillo que se están analizando. Una, es por qué se demoró y sigue demorada la reparación del buque de bandera paraguaya “Aramí” que sigue anclado frente a las costas nicoleñas. El otro, tiene que ver con la cantidad de containers, su contenido y destino porque algunos de ellos tendrían “problemas de numeración”. Es importante recordar que la mercadería secuestrada a bordo del “Luchando Voy” había sido sustraída de uno solo de los diez containers del barco paraguayo, mientras que el resto había sido violentado, pero mantenía su carga original. O al menos esto es lo que está tratando de verificar la Justicia.
El fiscal federal Dr. Juan Murray, explicó al respecto que se está aguardando que “la autoridad aduanera nacional suministre toda la documentación que ha requerido a la aduana de Montevideo, Uruguay”, y que el “trámite no es tan sencillo porque es una cuestión internacional. Por eso estamos demorados en la adquisición de esa información”. La respuesta será fundamental para establecer responsabilidades y quizá tirar de la punta del ovillo de esta red que operaría desde hace largo tiempo en la zona.
El “contacto” con los Rodeo
Las primeras demostraciones del contrabando que se realiza sobre el Río Paraná, y que debe alcanzar características mucho más importantes de lo que se conoce, fueron los hallazgos de los cargamentos de cigarrillos marca Rodeo, también provenientes del Paraguay.
La conexión más directa entre ese contrabando y el asalto al buque Aramí, es un mismo apellido que resalta entre las dos causas. La misma fuente que habló con La Opinión, aseguró que no se trata de la misma persona pero sí de familiares directos. Exactamente, padre e hijo que estarían involucrados uno en el contrabando de los Rodeo, y otro en el presente caso de piratería.
“Todo está siendo materia de investigación”, dicen desde la fiscalía y el juzgado sobre éste y otros detalles importantes.
Las conexiones con el poder político también podrían deshilvanar sorpresivos “contactos”. Y en esto resuena otro de los apellidos dentro del grupo de los 17 “piratas”, por su relación laboral con un funcionario de alto rango de la zona. Tan alto, que podría tranquilamente “abrir las puertas” para que este tipo de contrabando tenga asiento en estas márgenes del Río Paraná sin impedimentos.
“Cuando todo se sepa”
Esa es la consigna de quienes tienen muchos datos para aportar y ningún deseo de declarar ante la Justicia. Sin embargo “cuando todo se sepa”, la danza de nombres y cifras podría dejar perplejos a los investigadores. La acción que inició la Justicia, parece ahora “demorada” por los recursos interpuestos por los abogados y la falta de colaboración en las declaraciones de quienes poseen muchos datos y no se animan a documentarlos. En la zona de la costa, hay demasiados testigos del accionar permanente de embarcaciones que pueden formar parte de esta gran organización que tuvo a varios sampedrinos como protagonistas.
“Estoy tranquilo porque no fui a robar nada”
Jorge Omar Lillio es un joven mecánico que vive en la zona del Bajo Puerto, a metros de la bajada Depietri y de la casa de sus suegros. El pasado 2 de Noviembre fue detenido junto a Mario Sendín a bordo del “Luchando Voy” cuando fue interceptado por la Prefectura.
“Le dije a mi señora: voy a arreglar un burro de arranque y vuelvo. Y tardé 23 días”, dice ahora que puede charlar sentado en una silla en el frente de su sencilla vivienda.
El jueves de la semana pasada, a la madrugada, volvió a su casa, al recuperar su libertad, y se presentó a trabajar en el taller mecánico de Puig, ubicado en inmediaciones del barrio Los Aromos.
“Hace cinco años que trabajo ahí. Mario me contrató para arreglar el barco. Tengo las boletas y todo de que él arregló del el burro de arranque”, dijo a La Opinión el joven mecánico.
Según su versión, el día anterior Sendín fue a su casa a pedirle que viajara a San Nicolás para realizar la reparación en el “Luchando Voy”. Era la primera vez que le pedía un trabajo particular, porque Lillio sólo lo conocía casualmente. “De la calle, porque había colocado el cartel de la Escuela Nº 4, y porque todo el mundo lo conoce a Sendín”.
“Me dijo que me mandaba un remis, pero no sé si el auto era de acá o de San Nicolás, no sé”, agregó. Como suponía que necesitaría ayuda, Lillio decidió pedirle a su cuñado de 17 años que lo acompañara para ayudarlo a llevar las herramientas. Salieron al atardecer y cuando llegó allá, se encontró con un problema en el motor y una entrada de agua en la bodega.
“Había mucha agua adentro, que tuvimos que sacar para colocar el burro de arranque para que no se mojara. Pero yo me tuve que quedar abajo para solucionar el tema de la entrada de agua. Estaba abajo en la bodega y no ví nada. Cuando salí, arriba ya estaba la gente de Prefectura”, dijo a este medio.
Lillio asegura que en ningún momento notó “algo raro” y que recién cuando el guardacostas de la Prefectura los abordó, escuchó un ruido y decidió salir. “Después de que salimos de la costa, no sé para dónde fuimos, ni podía ver si el barco estaba en San Nicolás o en Ramallo. Yo estaba siempre en la sala de máquinas, abajo”, recalcó el joven.
Para reafirmar su absoluto desconocimiento de todo lo ocurrido, Lillio también aseguró que recién vio a las otras 14 personas que acompañaban a Sendín cuando salió a la superficie. “No vi a nadie, no conozco a nadie, no sé si son de San Nicolás o de Rosario. Cuando el barco salió a las 9 ó 10 de la noche no había nadie arriba”. En cuanto a la mercadería, dijo que sabía que “Sendín tenía que hacer una changa”, y que había sido contratado para hacerla más temprano, pero se había retrasado. Sostuvo que jamás vio cargar ni descargar nada y ni siquiera se enteró cuando pararon al lado del barco paraguayo porque “el motor siempre estuvo en marcha”.
Es notable el temor que los ojos de Lillio demuestran, pero él asegura que ni siente miedo ni preocupación porque “no hizo nada”.
Lo cierto es que la experiencia lo llevó hasta la cárcel de Villa Devoto primero y de Marcos Paz, más tarde. “Estuvimos 14 juntos”, dijo con respecto al resto de los detenidos, aunque entre todos decidieron hablar poco del tema, asustados por su situación. Era la primera vez que pisaba una unidad penal porque según afirma, hasta ese día no había sido jamás detenido ni en la Comisaría de San Pedro. “Yo no fui a robar, si yo tengo mi trabajo”, dice con firmeza y convicción.