Lejos del deporte, cerca del abandono
Las imágenes que el flamante Director de Deportes publicó en las redes sociales muestran el avanzado deterioro que presenta el Estadio Municipal. La apatía de gestiones anteriores y la desidia de quienes cumplen horario a diario en el lugar se refleja en cada rincón del predio.
El escaso compromiso que las sucesivas gestiones han demostrado por el deporte desembocaron en el estado en el que hoy se encuentra el Estadio Municipal.
Hubo gobiernos a los que les importó más un festival de música o de doma y folklore que un torneo de fútbol local o de otra categoría. Lo peor es que quienes lo explotaron, en su mayoría con éxito, no aportaron un solo peso a su mantención.
Tanto el poder ejecutivo como legislativo han sido responsables, de una u otra manera, del deterioro periódico al que sólo un puñado de concejales o en todo caso algún que otro Director de Deportes se animó a advertir.
Tal fue el caso del proyecto del exconcejal Adrián Macenet, en el que proponía regular la utilización del lugar pero su propuesta tocaba ciertos intereses y terminó en el cajón del olvido y archivada. O la iniciativa del ahora oficialista Horacio Neyra que proponía la implementación de una tasa pero tampoco tuvo el aval necesario como para enriquecerlo y aprobarlo.
El estado de abandono que como corolario del descuido se observa hoy en el Estadio Municipal no es novedad y Fernando Juan Bennazar, como nuevo titular del área dejó constancia en una secuencia de imágenes que indignan a quienes recuerdan las jornadas de esplendor en las que la cancha y las pistas de atletiso, la tribuna o los vestuarios eran parte del disfrute de la población. Eran tiempos en que las instalaciones se cuidaban, reparaban y mantenían.
Deterioro polémico y ordenado
En el ambiente deportivo de la ciudad siempre se le adjudicará a la gestión del entonces Director de Deportes Enrique Boffa como el único gestor de las últimas grandes obras en el Estadio Municipal, claro está, después de la tribuna inaugurada por Raúl Alfonsín en el año ’83 cuyos cimientos se habían colocado durante el último año de Eduardo Luis Donatti como jefe comunal.
El quebranto del “Estadio” comenzó hace muchos años. Primero fue el sistema de riego que desapareció como “por arte de magia” y nunca más fue activado. Hubo algunos intentos durante la dirección del profesor Sebastián Estévez, pero no prosperaron. Aun hoy deben descansar bajo tierra las tuberías en desuso.
Luego fue el turno de las butacas, que para envidia de muchas Ligas de la provincia, se habían colocado en la tribuna techada y que un día fueron retiradas para siempre y sin que se sepa el destino.
Un día, también se sacó una de las torres de iluminación para construir el gimnasio en la esquina de Casella y Belgrano. Todo bien, pero la columna nunca más fue repuesta y las luces fueron “apoyadas” sobre el techo de la tribuna, en el mismo lugar donde aun hoy permanecen ubicadas.
Más tarde fue el sistema de luminarias del que muchos hicieron uso para ofrecer espectáculos artísticos de primer nivel pero que no dejaron ni un solo peso para mantenimiento o reposición. Se quemaron reflectores, rompieron tableros, cables y balastos que jamás fueron repuestos ni reclamados con la insistencia debida.
Uno de los pulmones que separa a las hinchadas sobre la tribuna que da a la calle Mitre se está desprendido y tampoco no se reparó. Lo mismo que el alambrado que hace muchos años se colocó en la parte superior de la tribuna para evitar que alguien caiga al vacío. Se robaron las chapas que hace pocos años colocaron en ese mismo sector pero del lado visitante; roban lámparas de los vestuarios y también han desaparecido implementos e insumos pertenecientes a la Dirección de Deportes.
Destrozaron los baños, no hay agua para que se duchen e higienicen los jugadores y cuando se repararon los vestuarios a medias se los pagó como si fueran los de un hotel cinco estrellas. El colmo fue cuando en 2014 se cayó una de las columnas de alumbrado que da a la esquina de Mitre y Bozzano. En lugar de repararla, los profesionales de turno aconsejaron retirar la otra, la que supuestamente estaba sana, “como para emparejar”.
A todo esto se le suma una interminable lista de deficiencia que deberían estar resueltas. Cables colgando, los arcos torcidos, alambrados rotos, postes quebrados, piedras por todos lados, puertas y rejas destrozadas, caños tapados y la lista sigue.
El gimnasio municipal y el techo de la tribuna no escapan a esta situación y si no se frena el deterioro constante correrán la misma suerte que el resto de las instalaciones.
Así se sucedieron distintas gestiones que miraron para otro lado, sin presupuesto y con poco amor propio como para evitar el abandono total del querido Estadio Municipal “Don José de San Martín”.