A las armas las carga el diablo, pero alguien las coloca en el mercado negro
La presencia de armas de fuego en ilícitos es cada vez más habitual. Los robos a mano armada son moneda corriente. El mercado ilegal y la facilidad cada vez mayor para acceder a un revolver incrementa año a año las estadísticas. En relación al año pasado, en 2015 el secuestro en operativos creció de manera significativa.
En cada uno de los operativos ordenados por la Justicia nicoleña y desarrollados por la policía como auxiliar del Poder Judicial fueron incautadas en 2015 unas 62 armas de fuego. En la mayoría de los allanamientos, los efectivos se encontraron con revólveres, pistolas, escopetas y “tumberas”.
Conocer para prevenir
Un informe del Registro Nacional de Armas (Renar) indica que hay 1.300.000 armas de fuego. Las que tienen legítimos usuarios son 700.000. En el mercado negro, hay quienes calculan que la cifra en circulación en el país es de 4,5 millones.
El secuestro de armas permite a los investigadores analizar características y modalidades delictivas y a los responsables políticos de la seguridad delinear estrategias de abordaje de la problemática delictiva.
La Justicia sabe que circulan muchísimas más de las que se logran secuestrar. Si bien todavía no hay un informe sistematizado respecto de la cantidad de delitos cometidos bajo esa modalidad en la jurisdicción San Pedro del Departamento Judicial de San Nicolás, la estimación es que, la usen o no, los delincuentes que cometen ilícitos suelen portar algún tipo de arma.
El detalle de las armas sampedrinas
Las 62 armas secuestradas en 2015 son de diverso tipo y calibre. Todas son de “procedencia dudosa” y, según consta en los expedientes, la mayoría estaba en perfecto estado para su “correcto uso”.
Además, la estadística local contabilizó el secuestro de 509 proyectiles y cartuchos, otro número a tener en cuenta dentro del marco delictivo de la ciudad.
De esas 62 armas, 11 son escopetas calibre 16; dos, del calibre 14; hay tres del calibre 12; una del calibre 12/70; una del calibre 28; ocho carabinas calibre 22; cinco armas de fabricación casera tipo tumberas; cinco pistolas calibre 9 mm; dos pistolas calibre 22; una pistola calibre 11.25; un revolver 357 Magnum; uno del calibre 38; ocho del calibre 32; y 13 del calibre 22.
En cuanto a las municiones, secuestraron en 2015 189 cartuchos del calibre 22; 137 del calibre 16; 14 del calibre 14; 44 de 9 mm; 38 del calibre 12; 47 del 32; 26 del 38; ocho de 11.25; y 6 de 357 Magnum.
Un mercado complicado
En materia de armas, hay tres grandes mercados: el legal, que está regulado por el Estado y que implica la venta en armerías autorizadas, con la documentación correspondiente y un engorroso trámite para hacerse con la licencia para portarla; el ilegal, que es el de las armas robadas; y otro más o menos límbico, que va de gris a negro según el caso, y que son las que pasaron de mano en mano en ámbitos familiares hasta 1994, año en que los requisitos para comprar y vender armas se formalizaron.
El mercado ilegal, en general en el mundo, se alimenta de las fuerzas de seguridad y de las agencias privadas. El robo en sus depósitos, en principio, es el principal responsable, pero también en intervenciones de efectivos. La 9 de un policía es un preciado botín para un delincuente. Sin ir más lejos, en San Pedro robaron armamento de la propia Fiscalía.Para los especialistas, el problema de las municiones es tanto o más importante que el de las armas.
En la provincia, una de las preocupaciones está vinculada a las demoras en los procesos judiciales. Hay algunas que oscilan entre el circuito legal y el ilegal, guardadas durante años en los depósitos, de donde se sospecha incluso que podrían entrar y salir para la comisión de ilícitos.