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    La vida y las palabras

    “Muchos caminaron, pocos dejaron huellas”, dice un saber popular muy conocido refiriéndose a la gente que se dedica a prestar su vida, su actividad, a favor de los demás. Al contrario, Hitler, un loco endemoniado del siglo pasado (bautizado por la Iglesia Católica pero nunca excomulgado), prestó su vida para hacer desaparecer la de los demás. Deberíamos tener en cuenta la cantidad de vidas que ofrendó (la suya propia), EVA PERON para pelear la necesidad de la pobreza y la marginación social. Hay distintas maneras de ofrendar la vida por los demás. Un músico, un escritor, un pintor excelso, una religiosa, un sacerdote comprometido, un médico, una enfermera, en fin, numerosos casos son ejemplificadores. Pero hoy quiero referirme a un humorista que también dio la vida por los demás. Claro que me refiero a Fontanarrosa, fallecido el pasado 19 de Julio luego de padecer una cruel enfermedad que lo fue incapacitando para dibujar!!.- Pocas veces he visto una congoja general tan unánime por una persona que se definía simplemente como dibujante, y apenas como un humorista. Reivindicó ese costado literario para emparejar (si podía), el virtuosismo que la crítica le asigna al “dramaturgo”. El decía que una como otra actividad escrituraria eran prestigiosas. Pero admitía que los humoristas corrían en desventaja porque parecían de un arte menor. Sin embargo, ¿hace mejor a la vida el humor que el dolor, no? Del mismo modo le asignaba importancia a las malas palabras, en igual proporción que a las buenas. ¿Por qué son malas?, decía el Negro. ¿Porque le pegan a las otras? ¿porque se portan mal? Y las reivindicaba con un ejemplo esclarecedor que nos hizo acordar a nuestro Abelardo Castillo: “No es lo mismo decir: es un zonzo, que es un pelotudo”. Y digo Castillo porque Cacho solía decir que algunas palabras en argentino, caso Borges, ponía de ejemplo, eran intraducibles a otros idiomas. Como cuando éste decía “estaba solita…” y que da una idea real de desamparo, soledad, abandono imposible de llevarlo a otro idioma. El epíteto del humorista es tan gráfico y esclarecedor que no necesita mayores aclaraciones.- Fontanarrosa usó mucho de las “buenas” y casi nunca de las “malas”, pero patentó ese dicho que fue epígrafe del Suplemento especial de Clarín “Qué lo parió” que le hace decir a Mendieta para muchas situaciones que rondan la sorpresa y el asombro, y que se usa ya con total naturalidad. Fontanarrosa, caminó mucho y dejó huella, huellas en todos nosotros, marcas imborrables de principios, valores, respeto y de argentinidad. Por eso este pequeño homenaje a quien dio su vida (sin mezquinar nada de su genialidad) para que aunque más no sea por pequeños momentos nuestras vidas sean mejores. Gracias, Negro.

    08 de agosto de 2007 - 03:00
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    • Edición N° 801
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