La vida no es tan fácil en Disney Mundo
Max Higgins está en una situación altamente complicada. A las sospechas por irregularidades en varias de sus acciones y maniobras empresariales, se le suman una denuncia por violencia familiar de parte de su mujer y un juicio en Jamaica que llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de ese país.
Atravesar un momento de separación no es algo sencillo para nadie, pero la realidad indica que siempre hay una posibilidad para que el proceso se complique más. Este fue el caso de Emile Maxim Higgins, que fue denunciado por su mujer a raíz de un presunto caso de violencia familiar que ya tiene varias páginas en su expediente.
Una gran historia de amor
El matrimonio entre Max Higgins y Sandra Zapata fue el camino más seguro para facilitar los trámites y obtener la ciudadanía argentina que el año pasado, resultaba imprescindible para desarrollar sus tareas en Argentina. Zapata, no es ni más ni menos que la figura principal de Disney Mundo SAinc, al menos así lo muestra el archivo que este medio ha guardado de la primer página web, donde se presentaban los directivos del emprendimiento.
De acuerdo a lo que figura en la causa, el domicilio de la cónyuge está ubicado en el Barrio de Puerto Madero, sobre la Avenida Juana Manso, en la Capital Federal. Curiosamente en ese lugar, está declarada la sede legal de una empresa llamada “Inversiones Monte Quemado”. La firma, aparece como ocupante de los pisos quinto y sexto de la propiedad, sin embargo en uno de los teléfonos, atendieron dos personas que dijeron ser la empleada doméstica y el sobrino de Sandra respectivamente.
Ellos confirmaron que ahí había una residencia familiar donde vivía, efectivamente Sandra Zapata.
La denuncia
La situación reviste una gravedad superlativa ya que a pesar de estar en Feria Judicial, el Juzgado en lo Civil Nº 83 ordenó tomar medidas extraordinarias en relación a este episodio en un expediente cuyo número está reservado. Por disposición judicial, el empresario jamaiquino tiene prohibido acercarse a un radio de 300 metros de donde radicó el domicilio con su actual esposa y de la Clínica, donde la mujer dio a luz hace pocos días. Esta medida que el Magistrado dispuso para salvaguardar la vida de la denunciante, fue con expresas recomendaciones a quienes tiene por misión proporcionar seguridad.
Pese a las pericias que se ordenaron para establecer las lesiones de las que habría sido víctima la mujer, por fortuna, el bebé nació en perfecto estado de salud el 29 de Enero, en la Maternidad Suizo Argentina. La madre abandonó el centro asistencial el pasado 1º de Febrero, el mismo día en que se retomaban las actividades en la Justicia, vencida la feria.
Esta denuncia no sería el único antecedente que tiene Higgins en su haber, cabe recordar el confuso episodio que puso “de patas en la calle” a su anterior pareja, una baraderense que compartía con él un proyecto de turismo rural y que supo hacerle de intérprete. Tal como publicó este medio, fue abandonada a su suerte por el jamaiquino y se vio obligada a buscar la ayuda de un amigo para poder rescatar sus valijas del Hotel donde estaban hospedados. Hoy Ana (tal es el nombre de la mujer) sostiene que fue “bien tratada por Max” y que no tiene para con él más que palabras de agradecimiento.
Aquí, allá y más allá
A la denuncia en la Republica Argentina se suma un pedido de captura en su país de origen: Jamaica. La acción radicada a mediados de Enero de 2008.
A fines del 2006, Higgins instaló sus oficinas en Montego Bay cerca de la ciudad de Kingston, en Jamaica. En ese país prometió realizar un gran show de modas al mejor estilo de las grandes semanas de alta costura. De esta manera, y frente a lo prometedor del proyecto, comenzó a atraer inversores que en total le depositaron una suma de dinero superior a 250.000 dólares.
La Opinión mantuvo un diálogo exclusivo con el diario “The Gleaner” que confirmó que el 2 de Enero de este año, los inversores jamaiquinos se encontraron con una gran sorpresa. Las puertas de las oficinas de Higgins Warner en Montego Bay se encontraban cerradas definitivamente. En la entrada, un cartel explicaba que sus operaciones habían sido trasladadas a la República Argentina.
Lejos de hacer el anuncio a quienes confiaron en su proyecto, eligió comunicarse de forma electrónica, enviándoles e-mails para informarles cuestiones que no eran menores. El mensaje que recibieron los inversores, explicaba que frente a la gran presión por parte del estado jamaiquino a las empresas “prósperas financieramente hablando”, decidieron trasladar todas sus operaciones bancarias a Dubai, lugar al que coincidentemenrte también se trasladaron las cuentas que en principio, en Octubre de 2008, invitaban desde su página a invertir un mínimo de 1 millón de dólares para el World Football Idol, en cuentas del HSBC, tal como fue publicado en La Opinión.
La denuncia (Segunda Parte)
La gravedad de la situación que provocó la desaparición de las oficinas y el llamativo mensaje, despertaron el reclamo de los inversores que, al no saber el destino de sus fondos y ante la falta de pago del retorno prometido, formularon la pertinente denuncia. Max Higgins fue convocado a audiencia pública una innumerable cantidad de veces y no se presentó en ninguna oportunidad.
Higgins Warner dejó sin respuesta a los jamaiquinos que habían decidido ser parte del proyecto ya que, no sólo no dejó ni un solo representante en la isla caribeña, sino que además, jamás atendieron ni por teléfono a los viejos clientes que desde la isla llamaban a la sede argentina.
Uno de los inversores, el Sr. Adbury Hunter llevó el caso hasta las últimas consecuencias. La causa llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de ese país. Allí se resolvió de modo inmediato la devolución de 42.000 dólares más intereses al inversor querellante. El matutino jamaiquino se comunicó con Max Higgins, quien afirmó estar al tanto del caso, pero desmintió que esa haya sido la versión de los hechos. Según sus palabras “El dinero fue presentado a un prominente empresario de Kingston que era un agente que me representaba. Él me entregó un cheque por la suma de U$S 1.5 millones de dólares que no tenía fondos”, confirmó el jamaiquino.
Otro inversor que fue encontrado en las puertas de las ahora ex oficinas de Higgins Warner en Jamaica, comentó su experiencia financiera con el emprendedor empresario. Explicó que había invertido U$S 13.000 dólares en Octubre y que esperaba recibir el 20% de ganancia que le fue prometido para Noviembre. En ese momento recibió las excusas pertinentes. Con las puertas de las oficinas cerradas como escenario, el inversor comentó: “Me dijeron que vuelva en Diciembre y después el 2 de Enero, ya sabía que esto iba a pasar”.
Al momento, la vida de Max Higgins parece acarrear una suma de problemáticas que lo tienen cercado. La justicia argentina le tiene prohibido acercarse a su mujer y a su bebé recién nacido y la jamaiquina, por su parte, le ordenó pagar U$S 42.000 dólares a uno de sus inversores; se estima que esta cifra se acrecentará a medida que las causas de los otros damnificados lleguen hasta esa instancia.
La suma de las coincidencias
En todas las notas publicadas por La Opinión, todos los caminos conducen a Vuelta de Obligado. Allí, aún se erigen los carteles que hubo que colocar “de apuro” para reemplazar los que exhibían la palabra Disney, ante una acción iniciada por The Disney Company, que fue inmediatamente resuelta en el Juzgado Federal del Dr. Villafuerte Ruzo.
Pasada la feria judicial, cada frase y cada dato, llevan al lector a un interesante recorrido que, publicado en episodios, va desenmascarando una de las más impresionantes historias en torno a un desconocido que con gran ostentación, dijo haber comprado de la noche a la mañana un predio de un millón de dólares para instalar un parque temático similar al de Orlando. Eso sí, hoy las tierras en esa zona se venden a precios incalculables y nadie parece querer recordar que, al menos hasta la semana pasada, no había operación inmobiliaria alguna que refleje la transacción. Sólo el nombre de una sociedad que cambió de domicilio y que no registra desde su fundación actividad alguna, tiene la responsabilidad patrimonial frente a quienes ingresan al maravilloso mundo de Higgins corriendo tras la fortuna prometida.
Que Dios se lo pague
Antes de su casamiento con Sandra Zapata el presidente de Higgins Warner se hospedó en el Hotel Bisonte con una mujer oriunda de la vecina ciudad de Baradero, llamada Ana Oviedo.
Al término de su estadía y quizá víctima del apuro que suele apremiar a los grandes empresarios, olvidó abonar la cuenta final de su estadía en el establecimiento. Ana se vio avergonzada y luego de explicar la situación logró abandonar el lugar con la ayuda de un amigo que se ocupó de recuperar sus valijas. Como es sabido, en el mundo de los grandes negocios todo lleva tiempo. Por lo pronto los dueños del hotel ya no dicen lo mismo que en otros tiempos, en la última comunicación manifestaron que la deuda había sido saldada y que el Señor Max Higgins no tenía nada pendiente con el establecimiento.
Una discográfica sin discos
De acuerdo a las declaraciones del propio Higgins, la gran cuna de su fortuna es la empresa discográfica que supo crear en los Estados Unidos. No deja de ser sorprendente lo próspero que es el país del norte para los negocios. Al día de la fecha y luego de 5 años de su creación, la discográfica no ha registrado ningúna canción y no ha editado ningún disco. Higgins Warner no tiene ningún trabajo que sea considerado de su propiedad en la rama relacionada con la industria de la música, ni en Estados Unidos ni en Jamaica.