La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser
EDITORIAL - Por Lilí Berardi
Si vuelve Guacone las tasas sólo aumentan el 50% y si renuncia el incremento es del 80%. Con esa liviandad se explican los desaciertos de la peor gestión municipal que recuerde el pueblo de San Pedro. El responsable principal es Pablo Guacone, pero el elenco opositor no se queda atrás.
Si asume Giovanettoni renuncia el gabinete para dejarle las manos libres, si vuelve Guacone, también. El otro ejemplo de la procacidad crónica de mentes que han dejado de tener claro qué es lo que corresponde institucional y jurídicamente.
No tienen en cuenta que en medio de sus facultades para vetar o solucionar están los ciudadanos que tomarán el mensaje literal: Un aumento de tasas se fija por apellidos y no por su contraprestación y fórmula de cálculo que indica que debe ajustarse a los gastos que ocasiona y la inversión que necesita. Arreglarán mejor o peor los caminos rurales o destaparán más cloacas si el sillón de Pellegrini 150 lo ocupa mengano o sultano.
La vergüenza de haber sido o el dolor de ya no ser del intendente “de licencia” complica todo, pero no es su renuncia la solución completa a los males que aquejan a la población, sino una gestión responsable que pueda plantarse ante las presiones y contarle al pueblo la verdad con pelos y señales. Eso será tarea para Fabio Giovanettoni tras el fallo de la Corte Suprema que habilita todo lo actuado por la Comisión Investigadora que deberá sesionar de manera especial para destituir a Guacone.
Aunque la verdad sea cruel, lo mejor siempre es saberla y para revertir la situación ahora se tiene que entender que para que haya servicios hay que pagar y ajustar. Esa es la única verdad. Si a eso se le agrega un buen Intendente y una responsable oposición bienvenido sea.
La otra cuestión o barrabasada del gabinte es como mínimo torpe. A quién se le ocurre que ante una “licencia por enfermedad” se retire el equipo en pleno si no es porque cree que tiene derecho a permanecer aún en el cargo hasta cuando se cure de su hipertensión. Acaso la fractura de tobillo de la Presidenta o su operación de tiroides ocasionó algún alejamiento de sus ministros. Son todas preguntas sin respuestas pero inquietudes que los periodistas que no nos hemos casado con la rosca del poder nos hacemos a diario.
Dos cuestiones: Sin aumento de tasas y administración estricta de los recursos no habrá servicios. Sin el pago de deudas a proveedores nada funcionará. Sin enfrentar las presiones de los municipales no hay funcionamiento posible ni para el intendente interino ni para nadie aunque mágicamente traigan dinero de la provincia que Daniel Scioli sigue gobernando por gracia de su ola naranja y no por el mérito de su educación o sus caminos rurales en pleno territorio de la mayor producción del país.
Así las cosas, y a sabiendas de que en reuniones no tan secretas Guacone volvió a golpear la mesa para justificar que “si a Carossi le prendieron fuego la Municipalidad y luego ganó las elecciones” acá va a pasar lo mismo, las perspectivas son desalentadoras toda vez que lo único que se escucha es el culto a la ingnorancia, el personalismo en desmedro de la sabiduría y la responsabilidad colectiva.
Mal que les pese a los lectores, no estamos para buenas noticias en el último día del año, pero tampoco variarán para el primero como solemos anhelar en nuestras casas. En pocos días las alternativas son: renuncia o destitución.
Así están las cosas y ni se le ocurra morirse y pretender el viaje al cementerio, porque allí hasta los muertos pagan por los atropellos de una gestión municipal que escandaliza. Y bueno… sí… hay que admitirlo, si Boudou va en lugar de Cristina a Brasil, los locales pueden dormir tranquilos aunque sean una horda de mentirosos seriales y oportunistas oprobiosos.