La Ventana
Pasé una vez por una venta que estaba entreabierta, me quedé mirándola, como estaba llegando la primavera vi ventanas y balcones, con muchas flores, pero especialmente esa ventana estaba entreabierta, y pensé cuántas cosas pueden pasar detrás de esa ventana, un hombre siendo infiel a su mujer o al revés, un bebé llorando porque se demoran con la rica leche que emana de los pechos de su madre, una adolescente arreglándose para su primera cita.
Me acerqué lentamente para ver realmente lo que había detrás de esa ventana, vi una cama con sus dueños dormidos, vi un bebé que lloraba por la falta de su leche, una vela encendida, para ver la miseria de esas vidas, un medio vaso de un vino tinto como para ver la miseria de esa vida, como para borrar lo que quiso hacer y no pudo, como por borrar lo que quiso hacer y no pudo. Una mujer lavando los platos en su viejo latón, corroído por el paso del tiempo, las paredes sin revocar y las ventanas, a punto de caer. Por eso pude ver lo que pasaba ahí y sentí mucha vergüenza, una vergüenza ajena, porque a mí la vida me había ofrecido tanto, como yo miro todas las cosas por la ventana calentita de mi galería. Veo los pajaritos, el macho seduciendo a las hembras, los veo llevar entre los dos pajitas por pajitas para hacer el nido donde nacerán sus hijos, veo la lluvia caer, mi jardín contento porque la lluvia acaricia sus pétalos, estoy escribiendo y veo todo eso por mi ventana, pero a mí el viento no me sacude, ni la lluvia me moja. Estoy resguardada de la naturaleza, y pienso en esa otra ventana, olvidada, tal vez por la mano de Dios o de nosotros mismos que miramos solamente la ventana que queremos ver.
María Cristina Pando
DNI 10.670.703