Murió Isabel Sarli: el recuerdo de “La señora del intendente”, la película que “la Coca” filmó en San Pedro
La actriz falleció este martes. Ícono del cine argentino, en 1967 estrenó La señora del intendente, una película de Armando Bó que filmó durante alrededor de 45 días en San Pedro, protagonizada junto al reconocido Pepe Arias. Para el film se utilizaron diversas locaciones, con epicentro en el restaurante de Lorenzo Zapata, frente a la plaza Belgrano. Una gran cantidad de sampedrinos participaron como extras en diversas escenas.
Este martes murió Isabel "la Coca" Sarli, uno de los símbolos más relevantes de la historia del cine argentino. Actriz, vedette y primera sex symbol del país, estaba internada desde hacía casi un mes en el Hospital Central de San Isidro.
Junto a Armando Bó, el amor de su vida, filmó alrededor de 30 películas. Su primer proagónico fue El trueno entre las hojas, donde la Coca hizo el primer desnudo frontal del cine nacional, en 1958, mientras se bañaba en un lago.
El 1 de junio de 1967 se estrenó La mujer del intendente, filmada íntegramente en San Pedro. En la línea de La mujer del zapatero, la película es una comedia dirigda por Bó con el mismo elenco: Isabel Sarli, Pepe Arias, Pepita Muñoz, Héctor Calcaño.
La obra narra la historia de un médico de un pueblo denominado Ombú Quemado que se postula a intendente, don Amable Gambetta, y que en medio de la campaña se casa con Flor Tetis, la hija de la dueña del restaurante del pueblo, que debe impuestos municipales y sabe que él tiene dinero.
Ese restaurante donde se filmó la mayor parte de las escenas era el de Lorenzo Zapata, frente a la plaza Belgrano. Un hermano d,e Armando Bó que era viajante y representaba a una empresa de café, le comentó a don Lorenzo que estaban buscando un lugar. Eso sí, "cóbreles antes, porque son difíciles", le advirtió.
Zapata aceptó y en aquellos días de frío, cuando ya gobernaba la dictadura autodenominada "Revolución argentina" comanda por el general Juan Carlos Onganía, el equipo de filmación se instaló en San Pedro. Fueron alrededor de 45 días en los que revolucionaron al pueblo.
Eran muchos. Comandados por Armando Bó, con su hijo Víctor, de 23 años, que actuaba en la película como Rosendo, el tercero en discordia; con Pepe Arias y la Coca Sarli; con Carlos Galletini, guionista y director de cámaras.
En lo de Zapata almorzaban, cenaban, filmaban las escenas interiores, guardaban el equipamiento y preparaban el set. Allí, a Sarli la pintaban con un rodillo, de cuerpo entero, de color naranja, para que su piel resaltara ante la cámara. Se filmaba en blanco y negro, claro.
Mientras esa tarea se desarrollaba, no faltó el que cobró unas monedas a sus amigos para espiar por una cerradura. La escena en la que se ve a Sarli salir del restaurante y cruzar la plaza Belgrano es real: eso provocaba en los jóvenes y no tanto del San Pedro de entonces aquella exuberante mujer.
Los hijos de Zapata, María Rosa, Raúl y Daniel, tenían 16, 14 y 6 años. Al más chico, la Coca solía sentarlo en su falda. Los recuerdos de su estancia en San Pedro la pintan como una persona amable y muy afectiva para con la gente con la que le tocaba trabajar.
"Muy simple, sencilla, nada de estrellato, generosa con todos, con los mozos, con toda la gente. Todos la recuerdan con inmenso cariño", contó Maria Rosa Zapata a La Opinión y recordó una anécdota con su madre: "Era muy afectiva con mi mamá, que era muy callada. Le acercaba unos tecitos, estaba muy engripada y seguían filmando, mi vieja le tocaba la rodilla, como diciendo 'pobrecita'. Ella era muy atenta".
Como el guion se creaba prácticamente en el momento, de acuerdo a propuestas del elenco o de situaciones que se generaban para hacer atractiva la trama, hay una anécdota sobre la que en la película hay un chiste pero que para Sarli fue acaso uno de los pocos momentos desagradables en San Pedro.
En una propiedad de la familia Zapata, ubicada en 11 de Septiembre y San Lorenzo, a la Coca le gustaba ir a tomar sol. En una oportunidad, un desubicado de esos que nunca faltan se le acerco con fines non sanctos. En una escena, el candidato Gambetta la ayuda a bajar del auto y le advierte: "Cuidado que hay tocadores".
Armando Bó e Isabel Sarli se alojaban en el hotel de Carlos Fiore, en Pellegrini y Ruiz Moreno, que para esa época ya regenteaba su hija, doña Santusa Fiore de Conti. De allí salían a diario rumbo a lo Zapata para la jornada de filmación.
Entre las locaciones, aparece la esquina de Fray Cayetano Rodríguez y Bottaro, donde funcionaba la imprenta de Enrique Nieto de Torres. Hay una recordada escena, con Víctor Bó y la Coca Sarli, en la que el periodista Rosendo Hernández y la señora del candidato a intendente discuten sobre el rol del diario Mi Conciencia.
"Sírvase, es para su conciencia", dice Flor Tetis a Rosendo, con un fajo de billetes en la mano. Él rechaza el dinero pero duda ante la seducción de Sarli, que le pide por ella y por Gambetta. El titular del diario de la jornada siguiente fue: "Impúdica política de Amable Gambetta".
Hay otra escena similar que hay quienes aseguran fue filmado en lo que fue la sede del diario La Palabra, en la que Víctor Bó hace un parlamento en defensa de un "partido único y popular que una a los argentinos en una idea común" y, acto seguido, la manda a "fregar pisos" y "no meterse en la política".
Gambetta gana las elecciones. En la zona de calle Arnaldo, entre Mitre y Pellegrini, ante una multitud en la que, por supuesto, está lleno de extras sampedrinos, el intendente electo ofrece su discurso. "Queridos compañeros de lucha. Yo, como humilde mujer, me siento orgullosa", dice ella en tono de Evita. "El pueblo te aclama", le dice él.
Luego, la película transcurre en el Palacio municipal. Pepe Arias se sienta en el mismo sillón y en la misma mesa que hoy preside el despacho del jefe comunal. A su lado, Isabel Sarli, como "la señora del intendente", ocupa un sillón. Su primera reunión es con la "comisión calificadora", el organismo censor.
Lo que sigue es una parodia de lo que sucedía en la época con las películas de Bó y Sarli: la comisión advierte que habrá una proyección de un film del director y la actriz. Entre alusiones a que "ella no es mala, él la echó a perder", algo que se repetía en ciertos círculos del país, hay comentario sobre películas extranjeras de contenido similar que son consideradas "arte", porque son foráneas.
"Entre el popó de Sofía Loren y el de Isabel Sarli, la elección no es difícil. Quedémonos con el de Isabel, que por lo menos es popó criollo. Censura, no", dice Gambetta tras asegurar que no prohibirá ninguna película.
La intendencia le dura poco a la pareja. Desde Buenos Aires llega el interventor enviado por el Poder Ejecutivo de la Nación. El personaje es interpretado por Antonio "el gordo" Veiga. A su lado hay otro sampedrino, de apellido Gargiulo.
Amable Gambetta y Flor Tetis se van del gobierno. En la puerta de la Municipalidad, se despiden de la madre de ella. Hablan de la luna de miel, de París, champagne y Nueva York. "Mando postales, mando postales", grita él y arranca el coche. Delante, corre el periodista Rosendo Hernández.
La película también tiene escenas en la zona de la aduana y el Boulevard, en la bajada de Náutico, en el consultorio del doctor Arana. La mayoría son dentro del restaurante de Zapata, que cerró al público mientras la película se filmaba.
Los hermanos Ricardo "Yuyú" y Jorge Suárez, del almacén de enfrente, le dieron la mercadería para que la pagara cuando cobrara. A pesar de la advertencia del hermano de Armando Bó, don Lorenzo Zapata cobró en tiempo y forma, y así pagó. La relación con Bó y Sarli siguió. Él les enviaba a La Reja frascos de perdices al escabeche, filetes de pejerrey.
Al comienzo de la película, hay una escena de una actualidad sorpredente: Amable Gambetta habla con un dirigente de otro partido. Detrás, en la pared, hay un cuadro de Balbín. El otro le dice que su espacio lo quiere en su fuerza, pero que el candidato es él, lo que al médico no le convence.
Gambetta le dice que no y le advierte que formará su propio partido. Ya solo, piensa y duda. Baja el cuadro de Balbín y cuelga uno de Perón, a quien nombra sólo como "Juan", puesto que estaba prohibido. "Perdoname, Chino, te mando al cajón", le dice a Balbín.
"Juan, cómo te esperamos, somos muchos, qué bien te queda la ropa lustrosa", le dice al cuadro de Perón. "Si él llegó, por qué no voy a poder yo", se dice Gambetta, optimista. "No hay nada más lindo que un balcón, poder decirles macanas al pueblo", agrega.
Ese día empieza la campaña del intendente Amable Gambetta, el que fue del pueblo de Piojo Largo a Ombú Quemado. Mientras tanto, en el restaurante, ella, todavía su futura esposa, sirve mondongo a un público conformado en su mayoría por varones que se desviven por las curvas de Isabel Sarli, aquella joven nacida en Concordia que cuando se estrenó esa película tenía 30 años, a la que todavía le quedaban décadas de esplendor y que este martes pasó a la inmortalidad.