La salud pública, en jaque por internas despiadadas y falta de resolución
Con los médicos de la Guardia en pie de guerra, el Sindicato de Municipales y el Ejecutivo vivieron su mejor batalla entre el sábado y el lunes por la tarde. Giovanettoni sostiene que lo quieren desestabilizar y los médicos que sólo quieren cobrar. La sorda guerra que se incuba desde la era Guacone estalla a horas de las elecciones y sin que la Salud Pública haya sido eje de la campaña.
No hay plataforma electoral o discurso que eluda las bondades de garantizar la salud pública como derecho colectivo. Mientras San Pedro vive su peor crisis en el sistema sanitario porque su prestador principal de servicios está quebrado y colapsado por compromisos salariales que no cumple desde hace más de un año, la campaña sigue su curso.
Lejos de aquel Hospital que fue modelo hasta en la fabricación de medicamentos; a gran distancia del que puso en marcha el primer modelo de atención al embarazo adolescente; a miles de kilómetros del que se planteó el registro centralizado de historias clínicas con derivaciones a los centros de salud; a siglos del que otrora estaba reducido a consultorios, sin terapia intensiva ni aparatología, la degradación del principal efector que tiene la ciudad atraviesa los poros más sensibles de un sistema de salud que tiende a concentrarse y no a descentralizarse en la prevención. Esta es la peor crisis para el nosocomio que fue construido en tiempos de gobierno de facto con instalaciones que tenían previsto el futuro pero que fueron incorporadas al compás o al ritmo de las gestiones. Desde el sistema de facturación tercerizado para todas las obras sociales al descalabro del sistema informático, forman parte del problema que deberá resolver el próximo intendente, salvo que pretenda ofrecer una aspirina cuando hace falta una intervención quirúrgica para extirpar el mal que corroe todos los servicios.
Con techos raídos, cañerías que gotean, paredes llenas de humedad, baños poco pulcros, sistema eléctrico deteriorado, medidas de seguridad inexistentes y un cuerpo profesional que resiste aun sin que les abonen sus haberes, la tormenta que se desencadenó el pasado fin de semana terminó con violencia física en el despacho del Intendente, que se atrevió a enfrentar de lleno una arremetida sindical con pocos precedentes.
La razón que les asiste a quienes reclaman es indiscutible. No cobraron haberes y aguinaldos atrasados pero pretenden aún más de lo que los sampedrinos pueden ofrecerles como sueldo. El resto de los gremios, aun la combativa, Cicop cerró trato a fines de julio pero quedaron 23 profesionales de la medicina –de 167– representados por el Sindicato Unico de Trabajadores Municipales como estandarte de la presión sin medida bajo lo que se denominó la “carpa blanca”. Juntaron más de 3000 firmas de ciudadanos que se solidarizaron con la protesta, lograron llevar el debate a todos los medios pero no midieron las consecuencias que tendría quedarse absolutamente solos cuando se conocieron las expresiones que querían mantener en privado y se hicieron públicas.
Se los llevaron “puestos”
Desde que asumió Pablo Guacone, el panorama financiero del Municipio de San Pedro fue empeorando mes a mes hasta que se llegó al límite de pagar los sueldos fuera de término y postergar a proveedores que quedaron asfixiados con las consecuencias del impacto en el circulante de dinero en la ciudad. Las consecuencias se notaron en todos los ámbitos y hasta la provisión de energía o la limpieza estuvieron en riesgo por falta de pago.
Las soluciones no llegaron a tiempo y con el déficit más severo en la historia de la comuna, Guacone dejó en manos de su primer concejal Fabio Giovanettoni la administración de la ciudad. La pesada herencia fue difícil de revertir pero poco a poco comenzaron a normalizarse los plazos para el depósito de los haberes de los empleados municipales con derivación constante de fondos desde la provincia que gobierna Daniel Scioli y algunas ayudas del Gobierno nacional. Aun así quedaron las deudas con los médicos que tenían pendientes los aguinaldos de julio y diciembre del año pasado.
Los errores cometidos en las liquidaciones de horas extras y bonificaciones, sumados a la incorporación a la planta permanente en la Carrera Médica Hospitalaria de personas a las que no les correspondía incorporar, no hicieron más que aumentar las cifras que a un municipio en crisis le es imposible afrontar. Así lo reportó La Opinión en decenas de notas que reflejaron sin piedad el camino hacia una profunda crisis cargada de conflictos. Nadie leyó, nadie preguntó y, por lo tanto, nadie tomó las medidas adecuadas para “curar” al Hospital. No solo el Ejecutivo, sino los gremios.
Las pretensiones
“Queremos que nos garanticen el pago de viáticos y los insumos”, dicen desde el Sindicato Unico de Trabajadores Municipales que conduce Juan Cruz “el Mono” Acosta, quien parece obedecer más a sus cuestiones personales que a las de la totalidad de sus representados, sin dejar de lado sus preferencias partidarias y con la mirada puesta en el resultado de las elecciones del próximo domingo.
A sus “operaciones” se suman al menos tres médicos de la Guardia que confunden el resentimiento personal y su dudoso comportamiento en el ámbito de la salud pública con el justo reclamo del pago de haberes en tiempo y forma.
Lo cierto es que al día de hoy, y habiendo cumplido con los tratos oportunamente cerrados con todos los sectores, incluida la llegada de insumos básicos, hay alrededor de 20 afiliados que mantienen una carpa en las puertas de la Guardia del Hospital, con la compañía de otros afiliados y personas que se dedican a hostigar o molestar, quien sabe por qué motivos, a todo aquel que pretenda cumplir con su trabajo. Atienden la Guardia pero con reticencias y amenazas a quienes pueden reemplazarlos. Eso se llama, en San Pedro y en el mundo, extorsión.
Aun queda por resolver el “plus” que reclaman al Municipio pero esa respuesta depende de una consulta a la Asesoría General de Gobierno y al Ministerio de Salud provincial. El resto de los puntos que reclamaban ya han sido satisfechos, incluso con compromisos firmados ante la Secretaría de Trabajo.
A las trompadas por los audios
Para la prensa que no se pregunta si perjudica o beneficia a algún sector de las internas que corroen las entrañas de la administración pública local, nunca hay dudas: las noticias se publican cuando suceden y no cuando “conviene”.
El sábado por la mañana y tras tres días de análisis de más de una veintena de audios y mensajes de un grupo de Whatsapp conformado por los médicos que protagonizan la protesta, el programa Sin Galera emitió tres audios en los que se escucharon las voces de los profesionales expresando sus deseos de “desgastar” al Director del Hospital hasta dejarlo solo, “llevar al extremo” al Secretario de Desarrollo Social, “desprestigiar” al hospital en el que trabajan y a la ciudad como muestra de su poderío, amen de otras expresiones dignas del repudio que de inmediato recibieron por parte de la población y casi todo el arco político opositor, que no salía de su estupor ante las expresiones extorsivas y patoteriles que profirieron también en textos que este semanario también ha decidido publicar omitiendo, como también se hizo con los audios, los nombres y apellidos de sus autores.
El domingo por la mañana el Sindicato remitió un comunicado cuestionando la difusión pública de conversaciones privadas y ofreciendo a todos los medios de comunicación 57 grabaciones que, según dicen, son todos los que se manejaron entre el grupo que reclama. Aún no se han recibido. Es obvio que la cacería que se emprendió para con quienes filtraron el material fue impiadosa y el acoso a la prensa que atrevió a correr riesgos para difundirlos fue constante y con artilugios dignos de un servicio de inteligencia. “Traidores hay en todas partes”, dijo uno de los que se comunicó con la directora de este medio para que revele quién fue el emisario.
La respuesta fue inmediata: jamás se emitiría si no fuesen más de una las fuentes que lo confirman.
Pese a que intenten negarlo, varios colaboradores de Fabio Giovanettoni tenían copias de estas grabaciones mucho antes de que sean difundidas. Es evidente que por especulación esperaron pacientemente la difusión pública para llegar a la conferencia de prensa en la que el lunes anunció la suspensión de dos médicos. El sábado por la tarde, el intendente había hecho la denuncia por “desestabilización” y para garantizar el normal funcionamiento del Hospital.
Esa decisión, aunque tardía, es la primera que al menos marca un límite concreto, que aunque cueste una indemnización o un largo juicio, merece contar con el respaldo de oficialistas, opositores y población en general, y aun cuando pueda ser considerada una “maniobra de campaña”. Quien asuma el 10 de diciembre debe entender que no se puede negociar con una pistola en la cabeza.
Los mensajes
Sin nombres pero con horarios, La Opinón revela algunos de los mensajes que circularon en el “Grupo Reclamo Hospital”:
16:24 pm: “Hay que desprestigiar a esa ciudad”.
16:25 pm: “A mí me da risa!”.
16:27 pm: “A todos nos causa gracia… Pero creo que tenemos que hacerles entender que nosotros con el hospital en ese estado podemos hacer desastre”.
16:39 pm: “No porque nosotros presentamos una solución para resolverlo con los mismos médicos de la guardia, acomodando la grilla y pasando médicos a carga de 48 horas”.
16:40 pm: “Olvidate del refuerzo y demanda… Ahora hay que molestarlos”…
09:51 am: “Muchachos sería importante asfixiarlos. No cubrir nada en ningún lugar”.
22:46 pm: “Por eso lo mando a Macchia, se lo hago escapar y mañana cuando quieran quedar bien… no está. Ja, ja”
22:48 pm: “Acordate de denunciarlo a los 40 minutos que se escapó”.
Sin solución a la vista
El Gobierno suspendió por 30 días sin goce de haberes a los médicos Gustavo Alarcón y Oscar Leo, a través de un decreto que instruye el sumario administrativo que deberá deslindar responsabilidades en el marco del conflicto. El intendente anunció en conferencia de prensa la medida, con nombre y apellido de los empleados.
Ello provocó no sólo la reacción violenta de los líderes gremiales del Sindicato Único y un grupo de médicos, denunciados luego por “intento de agresión”, sino también la intervención de la Federación de Sindicatos Municipales Bonaerenses (Fesimubo), cuyo titular Rubén “Cholo” García, con base en Avellaneda, citó el mismo lunes pasado el mediodía a Juan Cruz Acosta y Rubén “Chipi” Benítez.
Los sindicalistas dijeron que García les brindó “respaldo” al ponerse al tanto del conflicto. Fuentes cercanas al Gobierno aseguran que el líder sindical habría llamado a funcionarios para tener otra visión del tema y que su preocupación sería mayor.
El martes por la mañana, el Sindicato Único solicitó de manera informal y lo haría luego de manera formal el decreto de suspensión de Leo y Alarcón para elevarlo a los abogados de la Federación para que lo analicen, ya que consideran que los profesionales fueron “suspendidos por reclamar lo que corresponde”.
La continuidad del conflicto podría derivar en la intervención del viceministro de Trabajo Carlos Molina, de cuya subsecretaría depende la dirección provincial de relaciones laborales. Si así fuera, las negociaciones se trasladarían a La Plata.