La risa es la música del alma
Al comienzo pensé que era complicidad.
Tal vez una entrada a destiempo, por supuesto, imperceptible al oyente. Tal vez una nota más larga de lo debido. Pero las risas seguían y “Las Estaciones” también. Entonces, definitivamente no había complicidad. Error de mi parte, en el término, porque terminan igual: FELICIDAD.
Eso era tan fácil y tan simple. Felicidad en “hacer música entre el director, solista y orquesta. Y así fue durante todo el concierto. Aún en los momentos de mayor recogimiento “las sonrisas” provenían del altar donde ese pequeño grupo de músicos que forman parte de la “Orquesta de Concierto de Buenos Aires”, bajo la dirección del maestro Mario Bensecry y el solista de violín Rafael Gíntoli interpretaron “Las Cuatro Estaciones” de Antonio Vivaldi en la Iglesia Nuestra Señora del Socorro, auspiciados por Papel Prensa en el marco del centenario de San Pedro.
Cientos de almas “felices” aplaudían a rabiar esperando otro “bis” en una velada maravillosa.
Las cuatro estaciones corresponden al ciclo de doce conciertos reunidos por Vivaldi en 1725 para violín solista, orquesta de cuerdas y clavecín que sugieren los cuatro períodos del año y que va precedido por un soneto de autor anónimo, aunque algunos creen que fueron escritos por el propio compositor.
Olvidada por mucho tiempo, fue publicada nuevamente en su totalidad en 1950.
Bella manera de culminar el año en ese recorrido estacional: Primavera, Verano, Otoño, Invierno…
“Y aparece el viento menos amable y todos los otros también cobran vida. Así es el invierno, pero nos da alegría” (Fragmento del último soneto)