La “Pitu” Benítez sigue detenida y reúnen elementos en su contra
Vanesa Soledad Benítez fue arrestada el domingo junto a un presunto cómplice que fue excarcelado. Todo indica que seguirá detenida, porque varios de los delitos que se le imputan son robos agravados por el uso de armas con las que lastimó a sus víctimas. Con apenas 24 años, tiene una trayectoria delictiva que está íntimamente vinculada al consumo de drogas. Su participación en una red de delivery de estupefacientes también está en la mira de la Justicia.
Nacida como Vanesa Soledad Benítez, todos la conocen como “la Pitu”. Todos: los amigos, los vecinos que la sufren, las víctimas que se enteraron de su existencia cuando comenzó a circular su foto como una de las integrantes de las dos parejas de motochorros que hace estragos en la ciudad desde principios de año.
El Juez de Garantías resolvió convertir su aprehensión en detención para que permanezca alojada en la Comisaría de la Mujer de Villa Ramallo, en el marco de una causa por robo calificado originada cuando se llevó una moto blandiendo una navaja.
A ese se suman al menos otros seis hechos, de los cuales algunos son hurtos, otros robos cometidos “en poblado y en banda” y otros “agravados por el uso de arma”, la navaja con la que cortó a varias de sus víctimas y que fue secuestrada el domingo, cuando la atraparon tras una persecución que terminó en el barrio 2 de Abril, donde tenía domicilio.
Ese día la detuvieron junto a un presunto cómplice, identificado como Franco “Puré” Monzón, de 21 años, domiciliado en el barrio El Argentino, en cuya casa secuestraron algunos elementos. Él fue excarcelado porque nadie lo reconoció como partícipe de los robos en los que se acusa a la “Pitu”. A 50 metros de su casa, prendieron fuego una vivienda. Los vecinos dicen que fue a propósito, porque alguien sospechó que podrían haber sido “los buchones”.
Unas 10 horas antes de caer presos, en inmediaciones de ese asentamiento precario, a la “Pitu” casi la linchan cuando le quiso robar a una adolescente que llegaba a su casa. Los gritos de la chica alertaron a la familia, que salió en su ayuda. Su hermano recibió un tajo en el brazo por parte de la joven delincuente, a quien golpearon y tenían de los pelos cuando llegaron amigos suyos en moto y logró huir.
La famosa “Pitu”
Vanesa Soledad Benítez tiene 24 años. Su domicilio es en calle 21 bis, el pasillo que le da identidad al barrio 2 de Abril, donde los apellidos de familias vinculadas a hechos delictivos se emparentan entre sí y constituyen un estigma que algunos que no cursaron la academia delictiva de un territorio donde el Estado solo llega de uniforme no logran sacarse de encima.
En las crónicas policiales, la “Pitu” entró por la puerta grande en octubre. Fue acusada de incendiar la vivienda de los padres de su expareja tras llevarse dinero, una notebook y un celular; de cortar al mismo joven de 18 años con un cuchillo, a pocos días de ser golpeada y amedrentada por él con un arma de fuego; y de ingresar a los gritos e insultos con intenciones de agresión cuando sus exsuegros declaraban en su contra en la Comisaría.
Su vínculo con las adicciones está registrado: entró al menos dos veces a la Comisaría tras allanamientos por drogas. Bajo su efecto, claro, pero también con envoltorios listos para la entrega.
La Justicia investiga desde hace tiempo su relación con una red de distribución de drogas bajo la modalidad delivery, la misma de la que formaba parte el adolescente que vivía en el barrio Hermano Indio y que apareció colgado una madrugada, luego de caer varias veces preso.
“Mal ahí amigo, lo ocurrido. Te quiero mucho, a pesar de que pateamos poco la calle fuiste un buen compañero. Que descanses en paz, compa. Siempre te voy a llevar en mi corazón”, escribió en su muro de Facebook, el mismo por el que pidió a Dios que la ayude para que su madre no sufra, en el que aseguró cumplir su promesa al Gauchito Gil por haber quedado en libertad el año pasado y en el que dedicó expresiones de amor a su “Negri”, su último novio, que está preso.
Casi todos la conocen
La Fiscala Viviana Ramos, titular de la UFI 11, tiene a su cargo la causa por la que está detenida la “Pitu”. Cuando la tuvo enfrente para tomarle declaración indagatoria, recibió la negativa de la joven a declarar. Lo único que expresó fue una advertencia de hacerse daño a sí misma.
El Juez de Garantías Ricardo Pratti resolvió su detención, pero deberá analizar ahora el pedido de excarcelación que hizo la Defensoría Oficial. Los elementos probatorios que obran en el expediente permiten inferir que seguirá detenida.
Si no la excarcelan, Ramos tiene 15 días con opción a 15 más para complementar la prueba y solicitar la prisión preventiva para que siga tras las rejas hasta que llegue la fecha del juicio.
La Defensa pidió que se le brindara atención médica y psiquiátrica. El Juez Pratti la conoce. Fue él quien la excarceló las últimas veces que cayó aprehendida por la policía. Sabe el entorno en el que vive, las malas condiciones de vida a las que está sometida desde niña, la desprotección de su propio hijo de apenas ocho años, la gravedad de su problema de adicciones, el desastre en el que vive en esa casa del pasillo del 2 de Abril donde reinan la mugre, las moscas y donde suele haber más drogas que alimento.
La “Pitu” es para la Justicia una detenida “problemática”. Que debe ser vigilada con atención porque pone en riesgo su propia vida dentro de la celda, como la pone afuera, donde antes hizo lo propio con sus víctimas, contra quienes esgrimió su navaja sin medir las consecuencias. En uno de los casos le cortó la mano a una mujer que recibió cinco puntos. Había levantado los brazos para evitar que el filo diera contra su cuello, donde la joven había apuntado.
Si le dictan prisión preventiva, es probable que no pueda acceder a ningún tipo de beneficio. Nadie está en condiciones de asumir la responsabilidad de hacerse cargo de, por ejemplo, una detención domiciliaria.
La Justicia tomó conocimiento de su existencia cuando empezaron los hechos de violencia de pareja. De amenazas pasaron a la agresión. Luego, la “Pitu” destinó su energía para lograr su propio consumo. Sus botines nunca fueron determinantes. Sus robos eran de elementos que luego ofrecía por pocos pesos para satisfacer su necesidad de consumo.
“Son hechos que están, nada los justifica; pero es un caso que amerita la intervención de otros organismos”, señaló la Fiscala Viviana Ramos, conocedora del funcionamiento integral de un Estado que no estuvo.
En la calle, sus víctimas y los que no llegaron a serlo celebraron su detención. Era hora. Podía matar a alguien o resultar muerta. Tiene 24 años. Antes tuvo 5, 10, 15, 20. Siempre vivió igual. Nadie la vio. Hasta que empezó a ser un riesgo para todos.