La Opinión, La Radio, La Fiesta
Detrás de la gigantesca radio que se levantó en la intersección de las calles Mitre y San Martín, miles de personas descubrieron el “volver a vivir” al son de propaladoras, juegos de kermesee, espectáculos callejeros y hasta volver a usar el legendario sillón de los reservados de Boliche Bravo. Con la mega fiesta, culminaron los festejos por los aniversarios de ambos medios.
Entrar a una radio por un parlante, es poco frecuente. Hacer unos pasos y advertir que unas hermosas señoras invitan con megáfono a disfrutar de los juegos de una kermesse artesanal es imposible en los tiempos que corren. Caminar un poco más e ingresar al túnel del tiempo, para encontrarse con una exposición de juguetes antiguos y una exposición de radios y micrófonos atendida por “los popes” de la radiofonía sampedrina, es un sueño. Ahora, recorrer los 15 años de tapas de La Opinión sobre las paredes de la calle, comerse un pancho en la cantina, comprar recuerdos en un almacén y descubrir un gigantesco corazón con luces que indica el exacto sitio de un “chapódromo” para recordar los reservados de los boliches, resultó increíble.
Imponente, el Móvil Loco, instalado en su última exhibición y vestido de gala, para que oyentes y lectores se regocijaran disfrutando de ese auto de colección con sus altoparlantes fileteados, parecía el broche de oro, al llegar a San Martín y Pellegrini.
No era todo, en el escenario con pantalla gigante, también hubo espectáculos y murga, nada más y nada menos que la autora del famoso Hacka Argentino, con Patapúfete y Tru la lá, para mostrar que las malas costumbres tiran al hombre “para atrás”.
Así fue, y así será por siempre el mundo de la radio, sobre todo, si se tiene en cuenta que después de una cuenta regresiva aparece la inigualable voz de Pedro Aníbal Mansilla, conduciendo EN VIVO, el extraordinario “Modart en la noche”, que convocó entre el 65 y los 80, a una juventud que comenzaba a ver cómo la televisión intentaba sacarle oyentes a esa hermosa radio que al costo de una pila, les permitía soñar y enamorarse del fantástico mundo de la comunicación.
Sencillo, ingenioso, divertido y al alcance de todos, fue el festejo preparado por ambos medios para oyentes y lectores que no dudaron en pegarse al parlante desde las 9 de la mañana, cuando comenzó la transmisión especial, encabezada por los dueños de La Radio, Fernando Bravo y Lilí Berardi.
Dicen que soy… mágica
En el libro “Siempre los ecucho” Retratos de la radio Argentina en el Siglo XXI de Carlos Ulanovsky.
Dicen que soy mágica. Y sí: soy mágica.
Porque cuando me necesitan me enchufo;
me convierto en cable a tierra o me pongo las pilas.
Porque sé armar increíbles complicidades y lealtades impresionantes.
Porque obligué a muchos a preguntarse si adentro de esa caja sonora había diminutos hombrecitos que hablaban.
Porque hago amigos a los que nunca conoceré y, en todos los casos, me propongo ser una fiel compañera.
Porque desde la piedra galena hasta los transistores, de las lámparas a la digitalización, transporto sonidos por el aire de un modo muy misterioso.
Porque le hablo a muchos pero le llego a uno.
Porque estoy en todos lados, a toda hora y al alcance de cualquiera.
Porque me encuentran en la casa, en la calle, en el trabajo, en el hospital, en la cárcel, en el ómnibus, en el taxi y en el remise, en el auto, en el campo, en la ciudad. Y sólo exijo que me escuchen, porque no interrumpo ni altero las rutinas de nadie.
Porque me hago escuchar más que obligar a que me oigan.
Porque llego sin entrometerme.
Porque a veces hago enojar y, en muchas ocasiones, logro que las personas que me escuchan se rían solas, como si estuvieran locas.
Porque instalé para siempre los sonidos en el corazón y porque poblé la memoria de buenas voces.
Porque hice de cada mente un teatro inesperado.
Porque desperté y mandé a dormir, pero también me refugié debajo de una almohada o le hice el aguante al insomnio.
Porque hice viajar sin que nadie tuviera que moverse de su casa.
Porque ayudé a Juan de devoto o a María de Once a encontrar respuestas y a ofrecer preguntas.
Porque ayudé a valorizar un poquito más a la herramienta suprema de la comunicación: la palabra.
Porque soy circulación de sentimientos y aire que infla el corazón.
Poruqe fui entretenida y espectacular y eso fue hermoso mientras duró y ahora soy híper informativa y cuento todo lo que pasa de la mañana a la noche.
Porque supe cómo transformar voces de radio en personajes centrales de la vida familiar.
Porque fui broadcasting y ahora soy FM.
Porque fui bache de diez segundos al aire y ahora soy llamada celular que se entrecorta.
Porque fui speaker y soy conductor.
Porque fui magazine y ahora soy botonera digital programable.
Porque fui la firma anunciadora y soy el sponsor.
Porque fui los locos de la azotea y ahora soy un multimedio.
Porque fui sonido y voz y hoy soy sonido y voz.
Porque soy la radio.
Porque hoy cumplo 80 años.
Porque fui, soy y seré mágica.
La kermesse
La magia de la Kermesse, alucinó a grandes y niños. Un grupo de mujeres acostumbradas al teatro, se prepararon para la ocasión disfrazadas y listas para atender cada puesto de juegos. Los chicos estaban alucinados porque tuvieron el privilegio de probar un nuevo sabor en los pequeños desafíos que les proponían los juegos, en los cuales nada tuvo que ver la tecnología. Había que animarse a jugar una y otra vez con el pretexto de acumular premios en el juego del sapo, la rueda mágica, el tumba latas, pescar barquitos, embocar los aros en la boca del Toto o simplemente probar puntería en el juego de los vasos.
Los grandes recuperaron su infancia por un rato… los chicos, se lanzaron a la aventura de conocer un mundo que hasta el sábado sólo estaba en el alma de sus abuelos, decorados con lucecitas de colores, banderines y flecos. Todo, por supuesto, hasta agotar premios y fichas que tuvieron que ser repuestos en varias oportunidades.
Centro de Comercio “retro”
Una gran exposición de juguetes antiguos mostró una simpática carita del Topo Gigio, los botines Sacachispas, discos de Titanes en el Ring y una enorme cantidad de recuerdos que emocionaron e intrigaron a varios. Retrocediendo en la línea del tiempo, se instaló una exposición de radios antiguas, en diferentes modelos, como la radio “a galena”. Increíble pero real, la transmisión que estaba al aire durante la tarde del sábado, se escuchaba allí, a través de alto parlantes de la década del ´20 que funcionaron sin inconvenientes.
La mayoría de los elementos pertenecían a Héctor Blas, algunos a otros vecinos que prestaron sus radios antiguas y Fernando Chiodini junto a Héctor Levín, que colaboraron explicando su funcionamiento, principalmente a los jóvenes visitantes quienes se emocionaban tras descubrir por que sus abuelos, hacían de ese aparato, el centro de sus vidas.
Circo callejero
Enormes fueron los aportes de espectáculos callejeros que escoltaron la jornada, los malabaristas entre zancos y bicicletas de todos los tamaños, burbujas, malabares y la suma de números graciosos, deslumbraron al público también entretenido sin discriminar chicos de adultos, porque las caras brillaban con la misma expresión de exaltación, del mismo modo cuando la pareja de tango gastó sus zapatos en el pavimento de la calle.
Escenario Pito Catalán
Al escenario ubicado en San Martín y Pellegrini, subieron Luciana, la cantante de “Cirse”, grupo de rock que se consagró como banda soporte en “San Pedro Invierno Rock”, Marcela que cantó con el coro de Ronzani y luego para el cierre del evento nos regaló varias canciones. Inesperadamente, apareció Cristina Dall (ex Blacanblus) quien, sin dudarlo, cantó con un “maldito piano” entregando su fabuloso talento y esa voz irrepetible, que se había escuchado en la ciudad, en la última presentación de Pappo. También hubo entretenimientos con la pareja de malabaristas, acróbatas y un mago que capturaron la atención de todos. La magia y la exaltación del público, estallaron cuando los integrantes de los “Duendes de Caballito”, la murga que encabeza Gustavo Maso, encendieron la calle desde su partida desde el Centro de Comercio, envueltos en un simbólico útero y fueron desplazándose por casi toda la cuadra, hasta llegar a unos metros de escenario, donde finalmente se produjo el parto y nacimiento de cada uno de los integrantes de la murga, más los músicos de La Cubata y así el canto y el baile se esparcieron por cada rincón, al ritmo de la batucada, el fabuloso vestuario lleno de lentejuelas de colores, y las canciones colmadas de realidad que le hicieron “pito catalán” a la indiferencia.
El amor es “chapar”
Infaltable, el rincón ambientado con besos y corazones bien denominado “chapódromo”, este espacio se ambientó con globo de espejos y un auténtico sillón de “Boliche Bravo” rememorando viejas épocas. Un éxito total, allí unas cuantas parejas se besaron incansablemente y muchos se llevaron de recuerdo su foto enmarcada, como recuerdo de la ocasión, siendo protagonistas de las tapas de La Opinión especialmente diseñadas en el momento.
Todo concluye al fin
Desde hace meses, los integrantes de ambos medios, soñaban con esta “Luna de Avellaneda” en miniatura. Con la idea de recrear los tiempos en donde un simple carnet de club, los hacía dignamente invencibles. Con trabajo a destajo de todo el personal y colaboradores que se despojaron de sus tareas cotidianas para meterse de lleno en el armado de este sueño, este imborrable momento, quedará sellado para siempre en el corazón de todos los que dispusieron el mejor entusiasmo para premiar a los oyentes y lectores con algo que jamás podrán robarle: el recuerdo de una jornada inolvidable para todos.
Una fiesta oportuna para devolver el afecto cotidiano que ofrecen a cada instante quienes se sienten amigos de ambos medios.
Gracias a auspiciantes, lectores y oyentes: por estar, por anunciar, por sostener, por bancar, por los enojos, por participar, por cuestionar, por agradecer, por contar con nosotros, por devolvernos la satisfacción de sus respuestas, por criticar, por el afán de que mejoremos, por proponer, por escucharnos, por leernos, por creer, por los anhelos, por ser perseverantes, por acompañarnos en esta hazaña de sostener dos medios de comunicación locales “sin compromisos” incómodos.
La Radio que no se ve
Poema radial de Lalo Mir. En el libro “Siempre los ecucho” Retratos de la radio Argentina en el Siglo XXI de Carlos Ulanovsky.
La radio no se ve
la mamama era la única que la miraba,
el aparato miraba!
era una radio medio capilla de madera
estaba sobre la mesita, en la galería,
alimentada por una batería de auto
de una camioneta Ruby del´29
yo tenía unos seis o siete años
la viejita tana no podía entender
cómo salían esas voces,
dónde estaba la gente que hablaba,
las orquestas, todo…
Y cuando todo el mundo
salía del rancho hacia el campo
bien de madrugada
sintiéndose más sola,
ignorando mi presencia,
tal vez porque yo era un niño,
metía la cabeza atrás del aparato
y miraba un rato largo
después seguía con las tareas
y la radio quedaba encendida en tangos
voces, chacareras, noticias y nadie la miraba.
Cuando vi la radio por dentro por primera vez
no era una radio del todo,
era una propaladora de pueblo
se estaba convirtiendo en radio
sonaba como radio,
que desilusión…
nada era como lo había imaginado.
Un cuartito gris
apenas iluminado por tubos fluorescentes
el tipo hablando frente aun micrófono
y una mesa de fórmica alta, llena de papeles
y la bandeja de tocar los discos.
Y los equipos en unos estantes,
cero glamour
nada de paisajes litorales paridos
por la voz de Ramona Galarza
ni las veladas de smoking y quebradas
de Glostora, nada.
Cuando me tocó ver
cómo era una radio de verdad
en Buenos Aires pensé que estaba en la NASA.
Un alarde tecnológico
para mi asombro sonaba como una topadora
eso también era radio.
Tardé mucho tiempo,
muchos años en comprender
que no importaba lo que veía
ni lo que tenía, ni lo que tocaba
en el lugar donde estaba
cualquier micrófono,
cualquier parlante,
cualquier frecuencia,
sólo una palabra y zás!!
Se te aparecen de nuevo todos los paisajes
Aunque tengas los ojos cerrados…
Un libro va más allá
cuenta y describe toda la radio que no se ve
Maravilloso,
desde antes que la mamama
que la miraba asombrada
hasta después, ahora.
El celular que suena en la estación Atocha
también es una radio
una frecuencia de radio
nadie lo atiende
el dueño voló con la bomba
la bomba explotó
explotó porque el detonador
recibió una llamada…
otro celular
otra frecuencia de radio en le aire
pero eso no es radio y se ve.
Lo miramos todo el tiempo
aunque no suene.
[i]Gracias, Carlos, por escribir
sobre estas cosas que uno no puede ver.
Porque la radio no se ve. ¡Graciadió![/i]