La juventud y el orden
Qué difícil es escribir algo más o menos coherente sobre una desgracia tan penosa como es la muerte -absurda- de una adolescente. Es difícil que, a gente de nuestra generación, lo entiendan no como un dinosaurio sino como quien desea aportar pensamientos en favor de descifrar algunos enredos o nudos de nuestro tiempo. Ya hemos hablado del rol de los padres y de los hijos, de la posibilidad o no de entenderlos o de que nos entiendan. Uno puede entender cómo funciona una máquina, un motor. Si están en buenas condiciones técnicas, funcionan siempre igual. El hombre, el ser humano, si está en buenas condiciones, funciona siempre distinto. No es posible entenderlo ya que - como bien decía BARYLKO- carece de manual de instrucciones. Los que ejercemos el oficio de abogar, hemos encontrado muchas veces innumerables pliegues de la conducta humana que es imposible de analizar comprendiéndola. Así hemos visto personas que, en medio de un episodio de cólera - han cometido homicidios a sus seres más queridos. Somos como seres humanos mudables, cambiantes, oscuros (generalmente), e impredesibles. Esto es una realidad muy tangible.- Alguna vez hemos escrito en estas columnas que nuestros hijos o los jóvenes que buscan su lugar bajo el sol, no son objetos para ser estudiados sino comprendidos y, fundamentalmente, amados. Con eso debería alcanzar pero nosotros tratamos de avanzar sobre sus vidas, manejarlos de algún modo y, en la medida de lo posible que nos respeten y veneren. El fracaso de estas expectativas nos causa una desazón y un descreimiento sobre los valores de las “nuevas generaciones” y no es así. Los jóvenes no están pensando en causarnos desazón, simplemente viven y donde la muerte o el dolor son circunstancias ajenas y lejanas. Se sienten inmortales y así fue como nos sentimos nosotro sa esa misma edad. Nos debería alcanzar con el hecho que sean buenas personas, pero deseamos que no se dañen, que no sufran, etc. etc. En el ejercicio diario del con-vivir (vivir con otros), se debe respetar la libertad, el espacio de cada uno. Ya hemos visto cuando una persona avasalla el lugar del otro como se asfixia a la libertad y a la dignidad. Eso es lo que han hecho muchos gobiernos en la Argentina durante las dictaduras y aún en gobiernos pretensamente democráticos... En los últimos años nos asustó la palabra disciplina, tiene en su raíz la misma de discí-pulo, alumno, seguidor, y para ser discípulo de alguien es seguirlo a través de un orden. Orden no es perder libertad, son ideas y creencias dentro de fronteras, límites, normas o marcos (como los de los cuadros). Sin la tela, sin la pintura un marco no vale para nada. Orden es un estilo, una manera, son coordenadas para vivir mejor, respetándonos unos a otros. Es difícil entender esto?? Parece dificilísimo por el dolor que cuesta esta juventud tan acechada de peligros... [i]por el Dr. Elvio Macchia[/i]