La Justicia para Giuliana y Miguel llegó, aunque el culpable no irá preso
El empleado municipal de Baradero Oscar Micucci fue condenado a dos años y seis meses de prisión condicional, por lo que no permanece detenido. El fallo fue claro respecto a las responsabilidades y estableció que fue el móvil de inspección el que chocó a los adolescentes de 16 años aquella madrugada del 21 de marzo de 2010.
El jueves pasado, el Juez en lo Correccional N° 2 de San Nicolás Sebastián Zubirí dictó sentencia en el juicio por la muerte de Giuliana Giménez y Miguel Portugal, los adolescentes de 16 años que fueron atropellados por un móvil de Inspección General en Baradero, la madrugada del domingo 21 de marzo de 2010, cuando circulaban en moto por la ciudad vecina, al salir de un boliche.
Oscar Luján Miccuci, quien manejaba el móvil municipal que chocó a los jóvenes, fue condenado a dos años y medio de prisión en ejecución condicional y fue inhabilitado para conducir vehículos por los próximos seis años. La querella había pedido cinco años de cumplimiento efectivo y el Fiscal Granda cuatro.
El fallo condenatorio
Fernando Bogado, representante de las familias Portugal y Giménez, explicó a La Opinión que la ejecución condicional implica que el condenado no quede detenido, sino que se establecen “ciertas normas que tiene que cumplir”.
En ese sentido, indicó que “el Código Penal establece que las condenas hasta tres años pueden ser de ejecución condicional, en el caso del homicidio culposo prevé una pena de entre dos y seis años. En la Argentina es muy difícil encontrar un condenado por homicidio culposo que esté en prisión”.
Los padres de Giuliana y Miguel salieron de la sala de audiencias con una sensación contradictoria. Por un lado, la bronca por no ver en la cárcel a quien mató a sus hijos; por otro, la satisfacción de que hay un culpable y que la Justicia demostró que no fueron los adolescentes los artífices del accidente que truncó sus vidas.
Tras escuchar a 40 testigos presenciales, varios peritos y personal policial, en un debate que llevó dos largas jornadas, el Juez Zubirí dictó la sentencia, en cuyo fallo estableció que la camioneta de inspección municipal que conducía Micucci embistió con la parte derecha delantera del paragolpes a la parte trasera de la moto en la que circulaban los jóvenes.
“Lo importante es que pudimos demostrar la mecánica del hecho: con el veredicto quedó demostrado que fueron los chicos los que resultaron impactados por el móvil de inspección”, manifestó Bogado y destacó que ello “dio por tierra distintas versiones que pretendían inclinar esto hacia otro lugar”.
El escrito condenatorio del Juez señala que el inspector municipal actuó con conducta negligente porque no frenó al llegar a la bocacalle, no hizo ninguna maniobra tendiente a evitar el accidente. De hecho, durante el juicio, la empleada municipal que lo acompañaba en ese momento declaró que “no vieron venir la moto y no se percataron del accidente sino hasta ver un cuerpo volando, no sintieron el golpe”, informó el abogado de las víctimas.
Cambiar el Código
El tipo de delito juzgado fue “doble homicidio culposo”. Así se califican los accidentes en los que mueren personas, la principal causa de deceso en el país. Las penas que prevé el Código Penal argentino son de entre dos y seis años de prisión. Si la condena no supera los tres años y un día, queda en ejecución condicional, el acusado no va preso.
“Es hora de que arranquemos con condenas ejemplificadoras para este tipo de conductas”, analizó el abogado Fernando Bogado, que adelantó que irá a la Cámara de Casación para que revea el monto de la pena impuesta a Micucci, aunque sabe que es difícil que su pedido prospere.
“Lo importante es que hay un responsable y fue condenado”, consideró, aunque reflexionó: “Ojalá de una vez por todas se proponga una reforma del artículo 84 del Código Penal, este puede ser un caso testigo, porque lo cierto es que la mayor causa de muerte en la Argentina son los accidentes de tránsito, muchos de ellos en situaciones que rozan el dolo eventual y no tenemos ningún condenado con prisión de cumplimiento efectivo por este tipo de hechos. Creo que el Congreso Nacional se debe un debate serio sobre esto”.
Recuerdos de una madrugada trágica
El domingo 21 de diciembre de 2010 quedará instalado en la memoria de todos los vecinos de la ciudad de Baradero. Esa madrugada, alrededor de las 6.00, Giuliana y Miguel, ambos de 16 años de edad, salieron del local bailable Punta Madero y abordaron la motocicleta en la que debían volver a su casa.
Por su parte, el Inspector de calle Oscar Luján Micucci se encontraba circulando por la ciudad en un operativo de nocturnidad. Junto a él, la Inspectora Luciana Romero.
El impacto entre ambos vehículos se produjo en la intersección de las calles Gallo, por la cual circulaba la moto Gilera Smash 110 naranja en la que se desplazaban los jóvenes, y Anchorena, por donde se desplazaba la Camioneta Municipal Ford F100 blanca que conducía Micucci.
La bronca y la impotencia de los vecinos, amigos y familiares al ver a los jóvenes sin vida, no se hicieron esperar. Inmediatamente ocurrido el accidente atacaron el vehículo del municipio incendiándolo, y luego, ese mismo día, destrozaron el edificio de la Municipalidad de Baradero.
Las llamas encendidas por los manifestantes arrasaron con gran cantidad de documentación y mobiliario que se encontraba en el interior del palacio municipal de la vecina ciudad.
Rápidamente los medios nacionales se hicieron eco de la presunta persecución por parte del móvil de inspección a la moto de los jóvenes. Decenas de testigos desfilaron por los medios de comunicación, mostrando su rostro al contar su versión o apareciendo de espaldas a una cámara mientras un periodista le preguntaba acerca del accidente.
Del mismo boliche al que asistieron Giuliana y Miguel salieron cinco jóvenes –cuatro varones y una mujer– que se detuvieron, como lo hacían cada sábado, a comprar facturas en un local ubicado a media cuadra de la intersección dónde se produjo el fatal accidente. Dos de ellos entraron al supermercado chino mientras que los otros tres se quedaron en la esquina de Anchorena y Gallo, apostados sobre la vidriera de la librería “Papel y Tijera”.
En ese momento ocurrió lo peor: según el testimonio de estos jóvenes, la Gilera Smash circulaba por Gallo a una velocidad de unos 60 kilómetros por hora. Al llegar al cruce con la calle Anchorena se encontró con la Ford F100 –que según testigos circulaba a una velocidad promedio de 30 kilómetros por hora– y se produjo el impacto. Giuliana salió despedida e impactó contra una de las testigos a quien le produjo una fractura en la zona de la rodilla, antes de dar su cabeza contra la mampostería, golpe que terminó con su vida. Miguel sufrió múltiples golpes al impactar con el asfalto y perdió la vida en el acto.
Desde entonces hubo múltiples marchas para reclamar justicia. De a poco, el tema fue desapareciendo de la agenda de los medios nacionales. Cuando se apagaron las cámaras, el dolor y la impotencia de los familiares y amigos de Giuliana y Miguel no cejó en su búsqueda de justicia.
Hoy, casi tres años después, el fallo les dio al menos la razón sobre lo que defendieron siempre y a pesar de todo: Micucci chocó a los chicos y ese choque les produjo la muerte.