Más que a menudo hablamos de corrupción. En la otra vereda, la del sol, se destaca la figura de un hombre honesto que, sin demagogias y con las manos limpias, fue sacado del gobierno como si del peor de los dictadores se tratase.
Me refiero al Doctor Arturo Humberto Illia, oriundo de Pergamino, que ejerció durante veinte años su profesión de médico rural en Cruz del Eje, Córdoba, donde atendía gratis a pacientes sin recursos. Siendo vicegobernador de esa provincia, fue derrocado en el Golpe de Estado del 43 por el GOU (Grupo de Oficiales Unidos del Ejército), de conocida filiación nazi, entre los que figuraba su ideólogo, el por entonces coronel Perón y los generales Farrell y Ramírez.
Años más tarde, en 1963, resultaba electa la fórmula Illia-Perette cuya primera decisión política fue la de restituir al peronismo todos sus derechos para que participara en las elecciones legislativas. A continuación sancionó la Ley de Salario Mínimo, Vital y Móvil; estableció el Consejo del Salario integrado por Gobierno, Sindicatos y Empresarios; impulsó la ley de Abastecimiento; fijó montos mínimos para Jubilaciones y Pensiones; aumentó el presupuesto de la Educación que pasó del 12 al 23 por ciento y puso en marcha el Plan de Alfabetización Nacional.
Pero habría de ser la Ley Oñativia (Ley 16.462) del médico salteño Arturo Oñativia, la que produciría malestar castrense.
Concebida como ley de regulación y control de medicamentos por genéricos y no por marca, impactó negativamente en las multinacionales de la Industria Farmacéutica que vieron amenazadas las ganancias fabulosas que obtenían a expensas de la salud del pueblo. Entonces, reaccionaron tildándola de ley comunista, según la perversa costumbre de sectores corporativos que ven el cuco marxista por todos lados. ¿Quiénes comandaban el tanque antiprogresista? Nuestros conocidos de la UIA y la Sociedad Rural. Por su parte, la CGT llevó a cabo el Operativo Tortuga y el periodista Montemayor instaba a los militares a intervenir…
Mediados de 1966. Golpe de Estado. Desde Puerta de Hierro en su ostracismo en España, Perón expresó sus buenos deseos para el recién estrenado gobierno de facto: “Dios quiera iluminar a Onganía y sus muchachos” (sic), ruego que no fue tenido en cuenta por la Morsa, quien proscribió al peronismo como en la mejor época de Aramburu.
¿Bastaría decir que la crítica furibunda a los actos de gobierno del doctor Illia venía principalmente de Mariano Grondona, que consideraba a Onganía “el caudillo que esperábamos”, la esperanza? Secundado por Bernardo Neustadt en las revistas Primera Plana y Todo; por los caricaturistas Lino Palacio y Landrú, denigró a quien volvió al llano sin un peso tratándolo de viejito decrépito. El Operativo Tortuga fue llevado a cabo por la CGT…
¿Será que nos persigue un “déjà vu”? ¿O tropezamos una y otra vez con la misma piedra? En fin…
Laura Keudell
L.C. 6255288
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