La historia de Vanesa, la mamá de los tres niños que sufrieron el accidente en la ruta 191 en el que murió su papá
La mujer, embarazada, estuvo en San Pedro haciendo trámites y pasó por el destacamento de Bomberos Voluntarios a agradecer la atención recibida durante el siniestro que le costó la vida a su expareja e hirió en gravedad a su hija Victoria, de 9 años, quien fue derivada al Hospital Garrahan, donde le diagnosticaron que era posible que no volviera a caminar.
Tres niños, una nena y dos chicos, corren en el destacamento de Bomberos Voluntarios entre medio de los autobombas. Se suben y se bajan siempre con una sonrisa en sus caras. Sonríen a pesar de que poco más de un mes atrás les tocó ser parte de una tragedia que se cobró la vida de su papá, José María Conesa, de 34 años, domiciliado en San Antonio de Areco, quien el 1 de febrero conducía el Volkswagen Gol Country rojo que impactó contra una columna ubicada a la vera de la ruta 191.
Mientras tanto, Vanesa, la mamá de Eduardo de 11 años, Victoria de 9 y Lucas de 7, le cuenta a los medios de comunicación que, entre los trámites que debe hacer en San Pedro, se tomó un tiempo para ir a agradecerle al personal por la ayuda brindada desde el momento del accidente: “Fue todo medio de sorpresa. Quería agradecerles, no podía dejar de hacerlo, más allá de las demás cosas que tengo que hacer. Sé que la conmoción en San Pedro fue grande, soy consciente".
A Vanesa no le importa que el calor y, mucho menos, el sol le dé en su cara. Contiene lágrimas y, aunque alguna que otra se le escapa, con sus tres hijos sanos y a salvo relató la pesadilla que atravesó por esas horas, días y semanas, que le fueron eternas: “Fue muy duro para mí. Me llamaron por teléfono, primero la abuela de los chicos y después se comunicó, desde el hospital, conmigo, la novia de mi exmarido. Después me ubicaron por un amigo bombero que tengo en Zárate y venía con el peor panorama”.
Y, con crudeza, admitió: “Cuando me enteré, no pensé en llevármelos caminando. Pero cuando llegué, estaban vivos. Fe un gran alivio, más allá de los golpes y traumatismos. Hasta que yo no llegué, en el hospital no movieron nada. El traslado al Hospital Garrahan (N. de R.: Victoria fue trasladada a las pocas horas en un helicóptero sanitario con fractura de columna) se hizo enseguida y ahí empezó la espera con más noticias malas que buenas. En el primer informe médico me dijeron Victoria no iba a poder caminar y que había muchas posibilidades de que quede paralizada del cuello para abajo”.
Sin embargo, para su tranquilidad, el panorama dio un giro de 180 grados al momento de la intervención quirúrgica: “Cuando los cirujanos abrieron para poner la prótesis, se encontraron con un panorama diferente y la cirugía duró dos horas y no cinco. Era nada que ver que a lo que tenían planeado, porque no estaba tan complicado”.
Gracias al trabajo de los médicos en el Emilio Ruffa y en Capital Federal, Victoria se recuperó rápidamente. Incluso, desde el primer día que fue al kinesiólogo logró caminar. Por ello, el viernes al mediodía, mientras su mamá, embarazada, enfrentaba al sol y los micrófonos en la esquina de Belgrano y Alvarado, ella jugaba junto a sus hermanos con los autobombas.