La discriminación no es “cosa de chicos”
Los “chicos” no siempre son discriminados de manera directa. Hay muchos modos de dejarlos fuera de la carrera y las sutilezas abundan.
Según las definiciones, la discriminación es el acto de hacer una distinción, o sea: una situación de abuso e injusticia por parte de alguien que ejerce o tiene más poder y que viola los derechos de la igualdad de oportunidades.
La violación sistemática de las relaciones de poder, no siempre cruzan la frontera de la defensa de los derechos básicos. A veces, desangra a las familias que se condenan al silencio, para que sus hijos puedan sortear una situación que a todas luces es angustiante para todos.
Más allá de palabras difíciles, la discriminación surge y nace en la niñez. En las encuestas que realiza periódicamente el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) en su página web, la gente debe elegir entre ocho opciones para saber cuál es el sitio dónde más se siente la discriminación. En el último relevamiento surge claramente que las escuelas son consideradas como el ámbito de mayor maltrato en este rubro. ¿Pero qué tipos de discriminación existe en una escuela?. La mayor, y más grave, es la institucional. En San Pedro, los ejemplos se multiplican por minuto.
Marcando diferencias
El sistema escolar de nuestro país, fue concebido desde sus inicios como una institución abierta a todos los chicos con el objeto de desarrollar sus pensamientos, crear inquietudes, formar ciudadanos, educar. De esta manera, forjar hombres y mujeres, que marcados por los docentes, por la educación puedan ser buenos habitantes de esta tierra y la escuela, es la que invita a dar los primeros pasos hacia la inclusión, llevando de la mano a los chicos a respetar las diferencias, removiendo prejuicios y rechazando toda forma de exclusión.
Suena lindo, pero en la práctica es diferente. En los últimos años, grandes y conocidos casos en escuelas, se han convertido en historias trágicas, como masacres, como consecuencias de situaciones incontrolables, en un espacio donde actualmente, es bastante usual que se registren actos de segregación.
Entre las víctimas de las prácticas discriminatorias se encuentran jóvenes provenientes de países limítrofes y de naciones asiáticas, chicas y chicos carenciados y menores que profesan, como sus padres, cultos diferentes de los mayoritarios, pero principalmente con discapacidades físicas o psicológicas.
Desde la dirección
El INADI, ha comprobado casos de docentes que discriminan a los alumnos por su color de piel, aunque peor aún, también se registraron situaciones de intolerancia por parte de los directivos hacia chicos con discapacidad motora, o por diferencias en su posibilidad de adaptarse al aprendizaje como si las disfunciones mínimas marcaran su destino final en el fracaso.
Sin embargo, desde el primer momento en el que los establecimientos educativos ponen trabas burocráticas para chicos que pueden adaptarse claramente a un espacio abierto y supuestamente multisectorial como las escuelas públicas, el maltrato comienza.
Esto no significa que los insultos y molestias por parte de los jóvenes este bien, pero es el estado, quien debe abrir las puertas y colaborar con estos ciudadanos que desean ser incluídos, porque incluso, los puede ayudar a superar sus problemas en algunos casos. Es una verdad de Perogrullo que los docentes y la época escolar marcan la vida de manera singular. Por esto, doce años de educación formal, deberían servir para que los chicos puedan salir incluídos en un mundo que marca diferencias y no ser marcados, llevando a las víctimas, a depresiones, rencores y odios.
La fuerza igualitaria que la escuela debe facilitar parece debilitarse, y con ello disminuye su capacidad de contribuir a la remoción de falsas creencias y al fomento de valores como la solidaridad y la ayuda entre jóvenes.
Buenos ejemplos
En nuestro partido, dos escuelas tienen entre sus alumnos a varios chicos con capacidades diferentes. El Colegio San Francisco de Asís, posee entre su matrícula dos estudiantes con dificultades en la visión, uno ciego y otro con una disminución importante. Al dialogar con la ex Directora de la institución, Susana Polimante, explicó a La Opinión Semanario cómo es la metodología de trabajo. “El sistema es integrador, el mismo sistema es el que los tiene que integrar”, dijo. Comentó que la clave está en la apertura por parte del docente que estará a cargo del curso y de la escuela.
Para estos casos, la escuela tiene en cada una de las aulas, una maestra integradora, que acude tres veces por semana para ayudarlos en el dictado de las clases, ya que en uno de los casos, se utiliza el sistema Braille o una notebook, y en el otro, por poseer problemas en el campo visual, se utiliza una lámpara, para otorgarle mayor luminosidad al alumno.
Sin embargo, uno de los puntos claves, está en la predisposición de la maestra, ya que la misma, además de preparar la clase para el curso, elabora con la maestra integradora las mismas actividades adaptadas, ya que nunca hay una diferenciación en el contenido o el trato, sino una adaptación al sistema conveniente del alumno. “Por lo general los chicos tienen un alto nivel intelectual” comentó Polimante. El proceso en el cual los chicos recibieron a sus nuevos compañeros, también fue programado, “le contamos a los chicos, se les habló a los papás en la primera reunión del año, donde los padres de los nenes los presentaron en cada aula y pidieron el mismo trato que el resto, haciendo que los adultos se queden tranquilos y los inviten a las casas y cumpleaños”.
Claramente, alguno de los mayores podría haber planteado sus dudas, respecto a esta situación, sin embargo, no fue así. “Es muy beneficioso para el curso, a los chicos los hace crecer, le hace mucho bien al grupo” enfatizó. Además, comentó que son los mismos compañeros los que sobreprotegen y cuidan a los niños, “siempre alguien hace de lazarillo” dijo, refiriéndose que en todos los casos que experimentó la escuela, se ha visto como uno de sus pares, es el que toma la iniciativa de acompañarlos, encender la luz, estar con ellos. Es un trabajo en equipo, directivos, docentes y padres, es un desafío”.
Además, el establecimiento, tiene chicos con otros problemas, tales como motrices y de conducta, en ese caso, a veces hay que acompañarlos más, ya que la docente refuerza especialmente con el alumno algunos contenidos de la materia, incluso fuera del horario escolar, aunque por lo general los temas se tratan dentro del aula, con el fin de no excluirlos.
El Colegio San Francisco, en su caso y corta vida como institución, ya tiene entre sus egresados, una alumna con problemas de visión, los directivos, la definen como brillante y una gran experiencia, que los hizo crecer a todos.
Otro de los establecimientos educativos que trabaja con “alumnos especiales”, es la Escuela Número 6, ya que tiene dos alumnos con problemas visuales, chicos que han ido creciendo entre sus aulas, sin mayores problemas.
La otra historia
Victoria, es la madre de un niño autista. Desde su llegada a San Pedro, proveniente de Estados Unidos, luchó por su hijo, incluso organizando cursos, charlas y conferencias. Es ella, también víctima del sistema, pero por sobre todo siente la falta de interés y ayuda. En la etapa de comenzar el jardín, se dirigió a uno del estado, “lo quise insertar en un jardín común, cuando fuimos a hablar, la Directora nos recibió bien, pero el inconveniente se dió con el gabinete. Tiraron algo de bronca, porque decían que poner una maestra integradora era ilegal, siempre tiraron la bronca en vez de ayudar, pero lo logré, la Directora y la Vice me apoyaron en todas las cosas” comentó.
“Se trata de ponerle voluntad, hasta el día de hoy, el tema de la integración escolar depende de la gente de la escuela”. En la actualidad, el hijo de Vicky es alumno de una escuela rural y está por terminar segundo grado, con el apoyo de una maestra integradora, quien a medida que fue cumpliendo objetivos, se fue retirando, hasta que hoy en día tiene relaciones sociales con sus nuevos amigos.
“Tuve problemas en varios establecimientos, pero en esta escuela la ex Directora es psicopedagoga, entendía mi problema, hubo buena voluntad, pero lamentablemente todo se maneja por la onda de los que están a cargo” dijo.
Marta, es la mamá de un chico con severos problemas de conducta. Su diagnóstico es simple: hiperkinesia. Realiza su tratamiento y debe ser aceptado por la escuela pública. En su caso, no tuvo mucha suerte. Sistemáticamente su hijo fue excluido de distintos establecimientos, hasta que terminó abandonando su posibilidad de socializarse.
Alejandra es madre de un “chico con problemas”. Tardó varios años en buscar maestras particulares y profesionales para integrar a su hijo al sistema escolar. El alerta se encendió cuando repitió un grado, perdió a sus amigos y sintió el rechazo de los docentes que nuevamente lo tenían a su cargo. Alguien le señaló que sería prudente una consulta con especialistas. Llegó al Hospital Garrahan donde un equipo encabezado por un neurólogo infantil, quien junto a su equipo logró desplegar una batería de estrategias para lograr que el niño aprenda conductas adaptativas para el aprendizaje. Aunque la escuela se resistió a aplicar los métodos indicados sugiriendo el cambio de establecimiento a una “escuela especial”, recurrió al amparo de la ley para defender sus derechos. Hoy, ha logrado resultados más que auspiciosos en su calidad de aprendizaje. Allí también, como en el primer caso, una directora con alto grado de sensatez, trabajó a destajo para la inclusión del menor en su grupo de pertenencia y ordenó a los docentes cumplir con las pautas estipuladas en el tratamiento.
El color de piel, la gordura, el lenguaje y hasta la vestimenta suelen ser otros factores que se consideran menores, pero dañan seriamente los derechos de los niños a ser educados y contenidos en las escuelas.
Acciones de estado
Es claro, que estas problemáticas se resuelven con acciones claras en políticas de educación, que obliguen a los establecimientos educativos de todo el país a que todos los chicos puedan convivir sin problemas, sin necesidad de presentar una historia clínica en dirección varias veces para ver si son aceptados, o tener que convivir con la marca y diferencia por parte de los docentes que les preguntan a sus alumnos frente a la clase “¿tomaste la pastilla hoy?”. Sin embargo, queda claro en muchos casos, que la predisposición a la inclusión es la clave del éxito.
Vale recordar, que existe el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), un organismo descentralizado que fue creado en el año 1995 y pertenece desde el mandato de Néstor Kirchner al Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación.
El organismo, se encuentra ubicado en Moreno 750 1º Piso en Capital Federal, con los teléfonos 011-4340-9400 o las 24 Hs. 0800-999-2345, o bien el mail: inadi@inadi.gov.ar