La columna de Américo Piccagli: “¿Por qué Día de la Tradición?”
Mucho se ha escrito sobre la vida de este personaje, cuyo nombre simbolizó, según algunos investigadores, la vida de José Hernández, centrando la trama de su vida, al poema que fue el favorecido por los gauchos y marginados de esta tierra bendita, pero limitando la biografía del personaje cuyas ideas no tenían cabida en la mente de la oligarquía naciente; de allí el desconocimiento que se tiene de su obra, que es una natural definición de su vida política.
A muchos les resultará novedoso lo que aquí voy a expresar, pero sé que existe una gran parte a la que le va a interesar conocer una opinión objetiva de un gran argentino, que no solo vivió de cerca la política de aquel momento, sino que supo dejar documentado para las nuevas generaciones un enfoque distinto de lo vivido.
Concretamente voy a referirme a José Hernández y su maravillosa obra, el Martín Fierro, y la expresiva vivencia del gaucho sino la vida misma de su autor, que supo luchar de igual a igual con quienes ostentaban el poder político, ejerciendo una permanente defensa de los oprimidos gauchos, que únicamente eran tenidos en cuenta para integrar los cuerpos de milicias.
La obra El Martín Fierro no responde a un milagro ni a algo inexistente: es la historia real, de un gaucho argentino que se llamó José Hernández; es la descripción de sus luchas y su participación en batallas que pueden llamarse, El Tala, Cepeda o Pavón, donde se jugó el destino del país, peleando junto a otro luchador que se llamó Leandro N. Alén, cuyas luchas e infortunios supo genialmente volcar en un poema del que tan seguro estaba, que se permitió afirmar que “nadie se de animar / a corregirme la plana”.
Gracias a su verbo maravillosamente volcado sobre el papel tenemos información cierta y real sobre acontecimientos que hacen a un momento importante de nuestra historia, como los referentes a su participación en las batallas militares y luchas cívicas que tuvo que vivir muy de cerca.
Por alguna razón “pide a los Santos del Cielo”, no a que lo inspiren para crear algo sino “que ayuden mi pensamiento”, no para inventar un poema, sino “para contar mi historia”. Lo hace pidiendo que le “aclaren mi entendimiento” y “me refresquen la memoria”, para ser lo más convincente y creíble posible en su relato.
Esa es la realidad de una obra poética que actitudes interesadas quieren presentarnos como nacido de la frondosa imaginación del poeta.
José Hernández ya había dado muestras desde “El Argentino”, de su defensa del gaucho y del futuro de la patria, cuando sin temor y prejuicio sobre su persona, puso de relieve sus ideas políticas y su concepción social al rendir homenaje a aquel gaucho riojano y federal, de clara reputación popular y democrática, inmolado en defensa de principios que nadie puede arrebatarle.
Un claro testimonio criticando la salvaje política centralista y liberal, impulsada por Mitre y cumplida por Sarmiento en el interior del país, lo define al expresar: “Los salvajes unitarios están de fiesta”, afirma en su escrito José Hernández. “Celebran en estos momentos la muerte de uno de los caudillos, más prestigioso, más generoso y valiente que ha tenido la República Argentina. El partido federal tiene un nuevo mártir. El partido Unitario tiene un crimen más que escribir en la página de sus horrendos crímenes. El general Peñaloza (el Chacho) ha sido degollado. El hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo, fuerte por la santidad de su causa, el Viriat Argentino, ante cuyo prestigio se estrellaban las huestes conquistadoras, acaba de ser cosido a puñaladas en su propio lecho, degollado y su cabeza ha sido conducida como prueba del buen desempeño del asesino, al bárbaro Sarmiento”.
Con su pluma cargada de verdades, pero picaresca y punzante a la vez, desnudó en más de una oportunidad con palabras espontáneas y transparentes al “partido que invoca la ilustración, la decencia, el progreso”, pero que “acaba con sus enemigos cosiéndolos a puñaladas”.
“Maldito sea”, dirá también este auténtico representante del gaucho y el partido federal, que no puede ser tildado de rosista porque combatió aquel gobierno, pero a su vez aclara “Maldito, mil veces sea el partido envenenado con crímenes que hace de la República Argentina, el teatro de sus sangrientos horrores”. No puede afirmarse entonces como suelen hacerlo algunos escritores muy sueltos de cuerpo, que el Martín Fierro es la idealización de un poema carente de realidad y ajeno a la política nacional.
Los crímenes cometidos fueron tan atroces que justifican plenamente las palabras del Martín Fierro cuando expresa: “LAS COSAS QUE AQUÍ SE VEN, / NI LOS DIABLOS LAS PENSARON”.
Como un complemento de lo expresado hasta aquí, quiero parodiar al poeta para demostrar que aún nos falta lo mejor para conocer la verdadera historia nacional. Deseo recordar para demostrar que ello es así, las palabras de alguien que merece nuestro respeto, expuestas en el editorial del diario LA CAPITAL DE ROSARIO Y ESCRITAS EL 4 DE JULIO DE 1869 por su director don Ovidio Lagos, donde puede leerse lo siguiente: “Sin necesidad de nombrar una víctima más, bien podemos asegurar que durante la administración constitucional de D. Bartolomé Mitre se han sacrificado más vidas que en toda la época de Rosas y aún antes de ella.” Una expresión creíble porque está acompañada de cifras que acreditan la veracidad de la afirmación. Para finalizar esta interpretación ajustada a documentación real, quiero expresar, que a tal punto se identificó su accionar de José Hernández con el poema y éste con su vida, que cuando falleció, los periódicos no dudaron en titular la noticia: “AYER MURIÓ EL SENADOR MARTÍN FIERRO“.
Lic. Américo E. Piccagli, Director Académico del Centro de Estudios Históricos de San Pedro
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