La búsqueda de los N.N. en los años de la dictadura
La investigación que fue iniciada por la Fiscalía Federal de San Nicolás y la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia, logró hallar varios casos de cuerpos NN en San Pedro. Entre 1976 y 1982 se encontraron más de una decena de cadaveres que jamás fueron identificados. Al menos dos de ellos, están mencionados en el libro Nunca Más, el informe realizado por la CONADEP. En estas páginas, la segunda entrega del informe especial de La Opinión con más datos sobre estos hallazgos y el recuerdo de una familia que sufrió la desaparición de uno de sus miembros pero pudo reconstruir su historia, 24 años después.
La dictadura militar que tuvo lugar entre 1976 y 1982 dejó más que huellas y cicatrices en la sociedad argentina, que a duras penas se intenta recuperar de ese verdadero “golpe”. El saldo se midió en miles de desaparecidos que de una u otra manera siguen siendo buscados por sus familias con esperanzas al menos de reconstruir el pasado y conocer qué es lo que ocurrió con sus seres queridos. En este punto y por fuera de toda discusión histórica y política sobre el proceso que tuvo lugar en esos años, es que el trabajo que lleva adelante la Fiscalía Federal de San Nicolás y la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires es fundamental. Intenta simplemente, buscar la verdad para esos hijos, hermanos, tíos, o padres que siguen bajo el maldito título de NN.
Esas historias, aunque pocos sampedrinos lo hayan sentido así hasta ahora, les tocan de cerca de los ciudadanos de estas tierras porque aquí se hallaron en ese período varios cuerpos que jamás fueron identificados y en situaciones más que llamativas.
En esta segunda entrega del informe especial elaborado por La Opinión en base a documentación fehaciente sobre estos hallazgos, se ofrecen datos espeluznantes que podrían dar lugar a la reapertura de causas judiciales relacionadas al terrorismo de estado y en definitiva, esclarecer una porción más de esta terrible etapa de la Argentina.
En el Nunca Más
En la edición anterior, se publicaba bajo el título “Dos cadáveres, dos crueles evidencias”, los registros de dos cuerpos hallados por la Prefectura Naval en el Río Paraná, en inmediaciones del Paraje Vuelta de Obligado. Se trataba de los restos de un hombre y una mujer, que aparecieron maniatados y con signos de haber sido torturados. Las actas de defunción indican que fueron asentados entre el 1º y el 4 de Octubre de 1976, pero habrían sido hallados días antes. El certificado de defunción en ambos casos es “asfixia por inmersión”. Los detalles son dramáticos porque indican que la mujer “presenta la cabeza vendada con gasas blancas de diez centímetros de ancho y sujeta a la cintura con doble vuelta de alambre de fardo que se prolonga desde adelante casi un metro”.
En el caso del N.N. masculino, se observa que “el cadáver se halla totalmente desnudo, estando su rostro cubierto con una tela al parecer de color blanca anudada a la cabeza, descubierta ésta se observa un tapón de tela al parecer blanca introducida en la cavidad bucal. Presenta signos de ataduras alrededor de la cintura, presumiblemente por un alambre al igual que en el brazo derecho, el que aparentemente se halla fracturado a la altura del codo. Se observa que ha perdido gran parte del cabello, presumiblemente por la acción del agua. Se constata que los sacos de testículos se hallan cortados burdamente, siendo éstos extraídos aparentemente. Presenta signos de violencia en el orificio anal”.
Estos mismos casos, aparecen en el libro Nunca Más, el informe elaborado por la CONADEP que presidía Ernesto Sábato. En el Capítulo I, titulado “La acción represiva”, en el apartado “F. La muerte como arma política. El exterminio”, se encuentra un párrafo titulado como “Hallazgo en San Pedro, Prov. de Buenos Aires. Legajo N° 1296”. Allí se indica que “El informe del Jefe del Area Cementerio de la Intendencia de San Pedro, respecto de inhumaciones caratuladas «N.N.» destaca el caso de dos cadáveres introducidos en esa necrópolis los días 28 de Setiembre y 2 de Octubre de 1976 diciendo lo siguiente: «…ambos fueron rescatados de las aguas del Río Paraná, jurisdicción de San Pedro, encontrándose los dos cuerpos con los ojos vendados, amordazados y con las manos atadas con alambres sobre sus espaldas.
Además, a simple vista se podía observar que habían sido víctima de evidentes malos tratos. Considero que estos y demás datos figuraran seguramente en los sumarios que se instruyeron en la oportunidad, dado que el médico forense actuante efectuó las autopsias de rigor, precisamente las realizó dentro de este Cementerio llevando a cabo una minuciosa revisión de los cadáveres (me consta); obsérvese que ambas licencias dicen muerte por sofocación a pesar de haber sido rescatados del Río Paraná, esto daría la pauta de que ambos cuerpos habrían sido arrojados a las aguas ya sin vida; de no ser así figuraría muerte por inmersión».
En otras páginas del libro, se indica que “el país ha sido sembrado de cuerpos de personas no identificadas, sepultadas individual o colectivamente, en forma ilegal y clandestina . Están en los cementerios, en descampados, en los ríos, en los diques, y según ya hemos visto, también en el mar”.
Las tres cruces
En la parte más antigua del cementerio de San Pedro, hacia el sur, tres cruces indican la existencia de tres fosas conocidas como los “osarios comunes”. Allí se depositan los restos de personas cuyas familias no pueden contar con una bóveda o tumba propia, y allí también podrían estar los restos N.N. que históricamente han llegado al cementerio.
Los responsables explicaron que el fiscal federal de San Nicolás, ha tomado contacto con esa oficina municipal en los últimos meses para ponerlos al tanto de la labor que se está desarrollando pero aún no se realizaron visitas.
Adelantaron además que la tarea no será sencilla, porque en general los cadáveres no identificados se han inhumado en tierra, pero por ordenanza, cada seis años se deben retirar los restos de las tumbas comunes para pasarlos a los osarios y es por eso que es muy probable que esta medida se haya tomado con los N.N. hallados durante la dictadura. Para rastrear el paradero de estos cuerpos, se deberían revisar los registros archivados en el área de Rentas Municipal, pero el trabajo no aparenta ser fácil.
“Al menos dos de esas fosas están completas”, dicen los responsables del cementerio para explicar lo complicado que podría ser exhumar restos e identificarlos.
Como lo explicó el fiscal, una tarea titánica y poco grata pero que se suma a un esfuerzo mancomunado que podría permitir a muchas familias argentinas cerrar heridas que todavía siguen abiertas.
Nombre N, apellido N
En la edición anterior se transcribían dos actas sobre cuerpos no identificados.
A continuación otros 9 casos de N.N. aparecidos entre 1977 y 1981.
16 de Enero de 1977
Desde el Destacamento de Río Tala la policía instruyó un sumario por un “Accidente Ferroviario, con la intervención del Juez Federal de San Nicolás, Dr. Luis Milesi, en el que se denuncia la defunción de N.N. varón, de aproximadamente 48 años de edad, de regular grosor, pelo largo, el cuál vestía camisa verde, pantalón azul y zapatillas de color azul, no pudiendo precisar más datos filiatorios, debido al estado en que quedó”. El causal de muerte, según indica luego el médico de policía es “Fractura y heridas desgarradas múltiples”. Pero no se indica en qué sector de las vías del ferrocarril Mitre fue hallado.
22 de Febrero de 1977
Se denuncia un fallecimiento de un N.N. masculino y el acta indica que “con intervención del Sr. Juez en lo Penal del Departamento Judicial del Norte Dr. Héctor E. Aramburu, caratulado “Presunto Homicidio Culposo”, del que resulta víctima N.N. sexo masculino e imputado “ignorados”, es que le dirijo el presente a fin de denunciar ante Ud., el fallecimiento del aludido víctima, circunstancia ocurrida en el día de ayer en el Hospital local, a las 3,30 horas por traumatismo de cráneo encefálico y hemorragia intracerebral…” Consta que “la víctima aparentaba unos 35 años de edad, 1,68 metros de estatura, 73 kilogramos de peso, cuerpo mediano, piel trigueña, nariz recta, ojos oscuros, usaba bigotes, cabello lacio oscuro, vestía camisa escocesa a cuadros oscuros, pantalón oscuro, alpargatas blancas con cordones. Se obtuvo juego de fichas dactiloscópicas para la Jefatura de Policía…”
15 de Julio de 1977
También se denuncia el fallecimiento de un N.N. masculino sobre la Ruta Nacional Nº 9. En este caso el diagnóstico es traumatismo y fracturas múltiples por arrollamiento. Se trata de una persona de aproximadamente 29 años, a quien se lo considera “caminante”. El acta policial indica que esta persona habría sido, “atropellado por un automóvil en la Ruta Nacional Nº 9, kilómetro 158, instruyéndose el correspondiente sumario caratulado “Homicidio Culposo” con la intervención del Juez Penal Dr. Oberdan Andrín, del cuál resulta imputado Luis Prudencio Videla, hecho ocurrido el día 15 del cte. a las 20,30 horas… hace constar también que la víctima vestía pantalón marrón claro, camisa blanca y azul, una polera color celeste y roja, un saco gris, cinto de cuero marrón y calzaba botines de goma. Era de tez morena, 1,70 estatura, cara redonda, barba afeitada, cabellos negros cortos, regular grosor.
24 de Agosto de 1979
Se instruye un sumario por “Muerte Natural”. La víctima es un N.N. masculino, de 70 años aproximadamente, cabellos canosos, aspecto personal de indigente, vestía camisa marrón, pantalones grises, 1,65 metros, piel trigueña, barba afeitada, con intervención del Sr. Jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires…” El diagnóstico fue Hemorragia digestiva aguda y también en este caso se lo consideró un “caminante”, que habría sido hallado en la intersección de Mitre e Independencia, en la vía pública.
9 de Abril de 1979
La muerte de un N.N. masculino se considera Homicidio. Los datos que figuran indican que tendría “52 años aproximadamente, cutis trigueño, bigotes abundantes entrecanos, calvicie frontal, cabellos castaños entrecanos, de 1,62 metros de estatura. Vestía pantalón, remera marrón, saco azul, camisa blanca y zapatos guinda. El Médico de policía dictaminó que el deceso se produjo por una herida cortante de arma blanca a la altura de la tetilla izquierda, que le provocó perforación en el ventrículo derecho que determinó un agudo hemopericardio…”. El cadáver en este caso había sido hallado en el Monte de la Estación de Ferrocarril Mitre.
14 de Marzo de 1979
En un monte de frutales del Cuartel 4º se halló N.N. masculino de unos 50 años de edad, cabellos castaños, y el diagnóstico fue “afección cardiovascular”. El acta indica que la “identificación no ha sido posible debido a que carecía de documentos, resultando desconocido en este medio, careciendo de familiares y resultando imposible la identificación dactiloscópica debido a que en momentos de ser hallado el cadáver se encontraban en avanzado estado de putrefacción. Los datos del occiso son: vestía pantalón negro, chomba blanca con rayas azules horizontales, sin calzado…”
16 de Mayo de 1980
-El 16 Mayo de 1980 se indica la muerte de un N.N. bajo el diagnóstico “Asfixia por inmersión”. El acta reza: “Aparecido en el Río Paraná… de unos 50 años de edad”, y es acompañada por un escrito del Destacamento Irigoyen de Islas en el que un Oficial Inspector indica que el cuerpo “fue rescatado en la fecha en las aguas del Paraje denominado “Las Rayas” del partido de San Pedro, vestía un pantalón oscuro, una campera azul, estaba descalzo, con las prendas deterioradas por el agua y el tiempo no hallándose documentos ”, pero se excluyen otros datos por estar “en completo estado de putrefacción, no pudiéndose realizar los requisitos de rigor”. Además, indica que “dicho cadáver se hallaría en las mencionadas aguas desde hace aproximadamente 45 días a la fecha”.
4 de Diciembre de 1981
Se halló un cuerpo sin identificar, masculino, de unos 40 años, “sin vida en las inmediaciones de la vía férreas del ferrocarril Bartolomé Mitre, a la altura del kilómetro 172, vestía pantalón vaquero, pullover azul claro, zapatillas azules, camisa oscura, datando su muerte de aproximadamente 50 días. Se hace constar que debido al estado de descomposición del mismo fue imposible tomar sus impresiones digitales. De acuerdo al examen realizado en el mismo por el señor médico de policía sus causas obedecieron a muerte natural”, explica el informe.
10 de Mayo de 1981
Se registró otro N.N. y el causal de muerte fue “insuficiencia cardíaca”. El informe dice que fue hallado en el Cuartel 3º, y que la víctima tenía aproximadamente 52 años. Una nota de la Comisaría San Pedro dice que se trata de “una persona de sexo masculino… piel blanca, cabello castaño, ojos negros, barba corta afeitada hace dos días ojos negros, que vestía pantalón negro, camisa blanca, remera gris y saco del mismo color. No teniendo en su poder ningún documento que lo identificara”.
[estilo=texto]Por lo que se observa, durante el año 1978, no se asentó ningún caso de defunción de N.N. aunque son varios los casos llamativos durante 1979. Por otra parte, las actas de defunción indican que son alarmantes los decesos producidos por traumatismos de cráneo que podrían ser causados por accidentes, porque la mayoría de las muertes se registran sobre la Ruta Nº 9. Las víctimas en estos casos son identificadas, pero muchas de ellas de otras ciudades y provincias del país, y como no constan las circunstancias de las muertes también resultan al menos sospechosas.[/estilo]
El caso Reynoso
El mismo Equipo de Estudios Antropológicos que días atrás confirmó la identidad de los restos de la monja francesa Leonie Reneé Duquet, estuvo a cargo de las pericias forenses que determinaron el hallazgo del cuerpo del sampedrino Rubén Reynoso en el año 2000.
El diario Clarín, en su edición del martes 30 de Agosto pasado, con motivo del caso de Duquet, publicó un recuadro donde indicaba que “la Cámara Federal porteña ya identificó, además de la monja francesa los cuerpos de 52 desaparecidos, a través de su paciente método de cruzar datos de expedientes judiciales, policiales y pericias forenses y sin recurrir a juicios orales como hicieron otros tribunales de apelación del país”. En el listado de esos 52 cuerpos, aparece el nombre del sampedrino.
Reynoso era un albañil socialista que fue secuestrado en 1975 en la casa de su padre y ante la vista de familiares. Estuvo detenido en San Nicolás y trasladado después a Campo de Mayo. En 1976, fue arrojado en uno de los “vuelos de la muerte” al Río de La Plata. Su cadáver fue hallado flotando a orillas de ese río y sepultado el 1° de Julio de ese año en el cementerio de la Chacarita, y descansaba como N.N. en el Osario General desde 1982.
En una nota exclusiva publicada en el año 2000 por este Semanario, sus familiares cuentan la búsqueda que les llevó 24 años hasta saber cuál había sido el destino de Reynoso.
“Era un militante socialista que participaba de todos los actos, los congresos de la época; era un idealista bastante comprometido… Yo me comprometí muchísimo cuando él estuvo en la clandestinidad, algo que era lógico, teniendo en cuenta que era mi viejo”, contó en esa oportunidad y en un quebrado relato, Juan Carlos Reynoso, el hijo.
“Yo no sé como volvió a la casa de su padre, pero supongo que a través de sus propios compañeros, unos días antes de que falleciera mi abuela. Cuando ella murió era una invasión de policías de civil por todos lados. Para eso, mi viejo ya estaba buscado. A los dos o tres días, yo tenía que llevarle algunas cosas porque ya se iba, y estaba con un muchacho de Zárate. Fui al mediodía, después hasta mi casa y cuando volví, ya había ocurrido el procedimiento.”
A partir de entonces, la situación de Juan Carlos también se complicó. “En ese momento teníamos un miedo que no sabíamos donde meternos”, explicó entonces. Al día siguiente del secuestro de su padre allanaron su casa personas de civil. Su esposa, que estaba embarazada de su primer hijo, también fue trasladada a la Comisaría. “Eran muchos tipos que se movían en una camioneta. Hubo gente de San Pedro trabajando en la casa de mi viejo, donde vivíamos mi hermano y yo. Ahí tomé una decisión que no sé si es valiente o estúpida. Nos presentamos en la Comisaría para decir que no teníamos nada que ver con el asunto de mi viejo. Sí tenía que ver con el tema de que yo lo había ayudado, como podría haber hecho cualquier hijo con su padre”.
“Nos tuvieron todo el día en la Comisaría… a lo último, me dijo un comisario que no me acuerdo el nombre, que desapareciera de San Pedro, que me fuera. Ese mismo día hice el bolso y me fui”.
A partir de entonces, perdieron todo rastro del padre. “Nunca nadie lo pudo visitar como preso. Negaban que estuviera detenido. El abuelo hacía colas desde las 4 de la mañana hasta las 22 horas. Una de las cosas que me conmovió fue no poder hacer nada… Anoche me confirmaron que sí, que era el cuerpo de mi viejo. Fue una guerra, sucia de ambos lados, pero hubo muchas barbaridades. A mí me hicieron mierda. Sicológicamente, me destruyeron”, explicó 24 años después de ver por última vez a su padre, Juan Carlos Reynoso, una de las tantas víctimas de una etapa de la historia argentina que nadie debe jamás olvidar.