Jujuy: la meca carnavalera de los jóvenes sampedrinos
En el norte argentino se vive una gran fiesta. Para los visitantes no hay descanso, es colorida y símbolo de un júbilo pocas veces visto. Para los pobladores de la región es una celebración que venera al "diablo", que llega para dar alegría por una semana y, también, a la Pachamama. Muchos sampedrinos decidieron no perderse el acontecimiento.
Cada año son más los jóvenes sampedrinos que eligen el Carnaval de Jujuy, sinónimo del colorido, la harina, la albahaca y de las interminables jornadas en las calles.
Si bien es una particularidad en el norte argentino, que abarca otras provincias, aquí no existen las comparsas que deslumbran por sus inversiones millonarias como en el Litoral.
El festejo de Carnaval significa desenterrar al mítico Pujllay, el diablo carnavalero de la alegría, que se muestra suelto durante estos días, que van más allá de las cuatro jornadas de feriado nacional.
El diablo sale a recorrer las calles de cada pueblo acompañado por la comparsa y los fuegos artificiales (muy modestos). Pujllay representa al sol y es el encargado de fecundar a la tierra, la Pachamama.
Allí comienza el “carnavalito”, el de los “erkes, charangos y bombos” que completan una escena tradicional.
“No hay descanso. Uno se levanta a la mañana y cuando sale a la calle la fiesta está vigente. No tiene final. Durante todo el día y la noche se festeja. También en los restaurantes y bares, donde hay que tener paciencia por las colas que se forman por la gran cantidad de turistas, que ofrecen espectáculos musicales como si fueran peñas”, contó Victoria a La Opinión.
“El primer día ya vimos que Tilcara tenía un gran movimiento. Ni bien salimos del alojamiento, en la calle había gente que nos veía sin pinturas y nos ofrecían. Nada de pinceles, metían la mano en unos tarros donde tenían una especie de témpera y te pasaban por la cara y la ropa", relatò.
"Después había espuma, talco o harina, y ramas de albahaca”, continuó describiendo de lo que, para su grupo, y todos los que pasaron por estos pueblos como Maimará, Purmamarca, Humahuaca y toda la quebrada, resultó una fiesta inolvidable a 1.650 km de distancia.
Pintarse la cara simboliza la representación de las almas. La harina, los frutos de la cosecha y, además, indica la igualdad de todos en el carnaval y la liberación de cada uno para la celebración.
El ramito de albahaca se utiliza para distinguir: en la oreja izquierda para los solteros; en la derecha, los casados o comprometidos.
“La gente también se traslada a otros pueblos y es impresionante ver en la ruta como los automóviles avanzan al mismo ritmo de la gente que camina por las banquinas”, ilustró Victoria, que conformó uno de los grupos -no supo precisar cuántos- que viajaron desde nuestra ciudad.
También se venera a la Pachamama, agradeciéndole los frutos de las cosechas pasadas y se le ruega por otro año de abundancia con mucha alegría.
¿Cuándo llega el final? Tras una semana se vuelve a enterrar al diablo en un hueco situado en la montaña, que representa la boca de la Pachamama.
La despidida es el "Domingo de Tentación" (el próximo), que se acompaña con hojas de coca, alcohol y cigarrillos.
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