Al mejor estilo medieval, el jueves pasado se constituyó en la Plaza de Mayo, a la vista de la Casa de Gobierno, un “tribunal popular” encabezado por la “jueza” Hebe de Bonafini, para “someter a juicio” a prestigiosos periodistas como Joaquín Morales Solá, Nelson Castro, Mariano Grondona, Claudio Escribano, Magdalena Ruiz Guiñazú, Samuel “Chiche” Gelblung, Vicente Massot, Máximo Gainza Castro, Mauro Viale, Julio Lagos y Bernardo Neustad, nada menos que once defensores de la libertad de prensa, incluyendo a Neustadt que lleva muerto hace tiempo. Todo el tinglado necesario de profusión de carteles difamatorios, de los que el gobierno, por boca del bien hablado jefe de gabinete Aníbal Fernández, dice que no tiene nada que ver, pero acuden a la farsa dos destacados integrantes del circo perteneciente a la dueña con quien vino a hablar el presidente uruguayo José Mujica, sobre el problema de la papelera Botnia. Esta nueva Santa Inquisición se presentó con sus correspondientes tres fiscales acusadores, la jueza mencionada “instructora” carente de instrucción, pero ni un solo defensor, aunque habían invitado a algunos relacionados con “Página 12”, publicación notoriamente dependiente del terrorismo vernáculo.
Fiel a mi costumbre de informarme de cuanto ocurre en mi país porque me duele, había leído en La Nación que antes del “juicio” a periodistas, Magdalena Ruiz Guiñazú difundió un reportaje de 1984 en el que Bonafini agradecía su apoyo.
Creí oportuno agregar un comentario que salió con el Nº 154 en el que decía “En 1986 tuve ocasión de ver y oír por TV Madrid, un señor llamado Bonafini, quien dijo que esa mujer no llore tanto a su hijo que vive conmigo y goza de buena salud.”. Diré sin falsa modestia que mereció catorce votos favorables. Seguidamente aparecían otros comentarios a lo mio: 3 “Marielenita – es verdad! sus hijitos viven.” – 2 “silviacaliste – yo vi ese reportaje” – 1 – “smile – ¡!Oh¡ yo escuché lo mismo en radio.” Sabiendo quién es Hebe de Bonafini, podría agregar que a fines de los años 90 fue expulsada de Las Palmas de Gran Canaria, cuando estaba a punto de alzarse con dieciséis millones de pesetas que estaba por obtener de los incautos que escucharon sus cuentos. Aun así sigue paseando su oronda rotundidad por Madrid junto a otras secuaces (palabra que no es insulto, apenas un epíteto con sentido peyorativo merecido) que han venido a apoyar al juez Garzón, acusado de prevaricación y otras lindezas. La radio, la universidad y otras prebendas de las “madres”, notoriamente más numerosas que los hijos…, cuentan con aportaciones dinerarias que muchos pagamos con nuestros impuestos.
No bastaba con lo que antecede que, luego de escuchar LA RADIO de San Pedro, en el programa que conduce nuestro querido Fernando Bravo por radio Continental, pasó la grabación de 1984 en la que Hebe de Bonafini agradecía a Magdalena Ruiz Guiñazú el ser la primera periodista que le brindaba un micrófono (cría cuervos…). Lejos estábamos todos de pensar que cuando los terroristas de Al Qaeda derribaron las Torres Gemelas de Nueva York, Hebe de Bonafini manifestaría su regocijo por la muerte de más de 3.000 personas.
Afortunadamente los enjuiciados fueron “condenados” por un insignificante grupo que no llegaba a las 200 personas. Faltó, eso sí, que los condenaran a la hoguera, pero tiempo al tiempo, que Hitler les dio el ejemplo quemando todos los libros que consideró adversos… y a NK no le faltan ganas. No sé por qué esas iniciales me hacen acordar de otro que se llamaba Nikita, pero era ruso. Este NK que digo, sí “quita”, sólo “pon”, en su bolsillo.
Felizmente hemos tenido y tenemos en San Pedro y en el resto del país, periodistas que se dejarían matar por la libertad de prensa, mientras tanto se matan por honrar su profesión.
Miguel A. Bordoy.
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