Juego clandestino: un negocio millonario a la vista de todos
La clausura de un local donde había ruletas clandestinas, máquinas tragamonedas y computadoras equipadas para apostar online de manera ilegal devolvió, una vez más, el debate sobre el tema. Las responsabilidades ante la ley, el aporte de vecinos que saben dónde están ubicados los garitos y las sospechas de corrupción vinculadas a la recaudación. Del costo a la rentabilidad que alimenta muchos bolsillos.
Cada vez que surge en la escena pública el tema del juego clandestino, los mensajes que dicen “si todo el mundo sabe” que aquí, allá y acullá “hay maquinitas” llueven en esta redacción. La mayoría no se anima a denunciar. Muchos saben porque alguna vez fueron a jugar; otros porque sufren en sus barrios la presencia de automóviles y movimiento de gente constante.
El procedimiento de la semana pasada fue el resultado de una investigación encabezada por la Policía local.
El propio Juan Ramón Catalano fue quien siguió el caso y esperó el momento preciso para dar el golpe que desbarató el local de juego clandestino, aunque le llamó mucho la atención que justo el día en que ingresaron al lugar no había clientes -a quienes la ley también castiga-, a pesar de que la pesquisa previa estableció que ese era el horario de asistencia pico.
La actividad es un negocio millonario. Montar un garito de las características del desbaratado en Martín Fierro al 50 cuesta mucho dinero. Mantenerlo abierto, también. Se sabe y se investiga en la Justicia que el riesgo de cohecho, es decir de corrupción de funcionarios políticos, policiales o judiciales es grande, tan grande como la bolsa de dinero que se retira cada noche de la caja que por lo general está a cargo de un empleado joven.
Miles de pesos por día
En el galpón de Martín Fierro había una ruleta electrónica para que se sienten en simultáneo varios jugadores, 22 máquinas tragamonedas y 15 computadoras conectadas a programas de apuestas ilegales, que aparentemente nadie vio ingresar al lugar, aunque hicieron falta varias personas para cargar sólo la mesa de juego.
Para cuantificar la “inversión” del negocio basta con señalar lo que el encargado del garito les dijo esa noche a los que estaban en el operativo, cuando al secuestrarle las cosas pidió “cuidado” porque estaban llevándose “como 3 millones de pesos” en máquinas.
El “dueño”, oriundo de Mercedes -no de Capitán Sarmiento, como se dijo en principio, lo que llamó la atención porque en esa ciudad tiene asiento la Jefatura Departamental de Policía- dijo en la causa que era “un depósito” y que las tenía “para arreglar” pero que desconocía para qué se usaban. Parece que justo ese día las iban a probar a todas, porque estaban enchufadas y listas para poner en marcha.
La pesada ruleta electrónica, que cargaron entre seis personas en una camioneta, está valuada en unos 30 mil dólares, unos 450 mil pesos.
Los slots tragamonedas valen en el mercado entre 15 y 30 mil pesos cada uno, en promedio implicarían otros 450 mil pesos. No sumarán los 3 millones de los que hablaron esa noche, pero está claro que no cualquiera puede meterse en el “negocio” de las apuestas ilegales.
La recaudación es ostentosa: un sábado al mediodía en un local de dimensiones ajustadas puede llegar a los 15 mil pesos, sin problemas. Los fines de semana, explotan. Pero como el vicio es irrefrenable, sus puertas están abiertas de lunes a lunes.
En los que “todos conocen” pero nadie denuncia se ven bicicletas, motos, autos de trabajadores y de alta gama. Si alguien se para afuera de cualquiera de ellos, sobre todo de los céntricos, que los hay y algunos desde hace mucho, puede trazar un perfil de quienes concurren.
En general se trata de personas que parecen albergar la esperanza de mejorar económicamente gracias a la suerte. En muchos casos, a la ansiedad del ingreso le sigue la mueca de preocupación a la salida. Pocos, muy pocos, son los que pueden suspirar porque tuvieron una buena jornada.
El mapa de las maquinitas
En la Policía aseguran que trabajan contra el tema, en el que no tiene injerencia la Justicia Penal sino la correccional. De hecho, las penas son importantes en multas, pero no en años de prisión.
Los aportes de vecinos son estratégicos para establecer cómo y dónde proliferan este tipo de locales clandestinos.
De manera extraña, en los últimos años crecieron los que están ubicados en el radio céntrico. Algunos tuvieron hasta no hace mucho una desfachatez inusitada y se ubicaron a metros de un local político, en una de las avenidas más transitadas de la ciudad y donde hasta hace unos años funcionó una casa de apuestas legales.
Tras el allanamiento de la semana pasada, aparecieron carteles de alquiler en el lugar para simular que está desocupado.
Tal era la impunidad con la que se manejaban que cualquiera podía ver las puertas de vidrios negros abierta los domingos a la tarde, día de mayor concurrencia, para que saliera el humo de cigarrillo que colmaba el interior.
Se podía ver entrar y salir, cual jefe del garito, a un reconocido hombre cercano a un abogado de renombre. El mismo al que el año pasado un trabajador denunció en el Ministerio de Trabajo porque lo tenía “en negro” como personal de seguridad y recaudador de una sala de juego clandestina ubicada detrás de la escuela Normal.
“Hay dueños grandes y hay chiquitos; hay regentes blancos, negros e indios; en fin, hay de todo en este negocio”, dice con un guiño un exapostador que asegura “conocer muy bien el paño”.
Con un dedo sobre el mapa del centro, indica lugares insólitos donde habría locales de apuestas. El radio es pequeño y no se revela en esta edición porque se esperan procedimientos. Aunque, a juzgar por lo que sucedió con el más nutrido de todos los garitos, hay una alarma para “guardar” por un tiempo la evidencia.
La intervención de Lotería
El Instituto de Loterías y Casinos de la Provincia es fundamental para el tema. Su presencia en San Pedro siempre es requerida, por lo que todo el tiempo se aguarda un operativo, sobre todo cuando el escándalo de un casino ilegal desbaratado gana la opinión pública, como la semana pasada.
El año pasado, personal de esa dependencia provincial estuvo nada menos que en el Club de Pelotas, donde junto a policías de civil se hicieron pasar por apostadores para certificar que las máquinas que había allí eran de apuestas ilegales.
Ahora habría un mapa claro de los locales a desbaratar y se esperaría la presencia de técnicos especializados para hacer los operativos, de manera tal que aquellos que funcionan detrás de la pantalla de cibercafés no puedan ocultar la actividad.
Cuidado con el juego
La ley pena a quien organice, explote, financie, promueva, comercialice u oferte este tipo de actividad. La sanción es de un mes a un año de prisión y la multa de 50 a 500 salarios mínimos de un empleado público. Si hay “asociación” de personas para cometer este tipo de infracciones, llega hasta dos años de cárcel y 2500 sueldos de multa.
Si el garito funciona al amparo de una persona jurídica, como un club social o deportivo -que los habría en San Pedro- la multa también va a la entidad, sus gerentes, directivos y administradores.
El Juez puede ordenar la clausura y hasta la pérdida de la personería jurídica para la institución comprometida.
También hay castigos previstos para quienes ayuden a desaparecer, ocultar o alterar pruebas.
Si un funcionario público tuviese conocimiento y omitiere denunciar, puede ser arrestado e inhabilitado para ocupar cargos por un año.
Al que encuentren dentro de un local de estas características sin apostar es pasible de ser arrestado hasta 30 días y multado con hasta 10 salarios mínimos.