Javier González: “Yo siempre viví de mi trabajo”
La semana pasada y después de permanecer 35 días preso, el único detenido por el caso del Correo Argentino recuperó su libertad. Javier González reiteró su inocencia pero, no pudo explicar por qué su ex amigo Carlos Córdoba lo acusa. “Tengo muchísima fe que se va a aclarar todo”, repitió.
La causa por los asaltos perpetrados a camiones de transporte del Correo Argentino, que instruye el Juzgado Federal de San Nicolás, se encuentra actualmente centrada en los testimonios de dos personas. Justamente, los dos únicos imputados en la causa que, en tiempos diferentes, recuperaron su libertad.
El miércoles pasado, después de 35 días tras las rejas, Javier “El Indio” González volvió a su casa de la calle San Martín en Santa Lucía. El Jefe de Correos de esa localidad, que momentáneamente sigue suspendido en su cargo, evitó en principio a la prensa, pero más tarde accedió a brindar declaraciones.
“Estuve hasta las cuatro de la mañana con familiares y amigos. Lo que me pasó es una cosa de locos, pero gracias a Dios estoy en mi casa con mis hijos”, dijo el jueves.
La Justicia Federal le otorgó su libertad con una fianza de 15 mil pesos, que González cubrió con el embargo de la misma casa en la que vive. Pero el santalucense sigue asegurando que es inocente.
“Lo que me pasó no se lo deseo a nadie, ni al peor enemigo. Siendo inocente, estar preso tantos días… lejos de tu familia, de tus amigos, es para volverse realmente loco. Ahora estoy recontento con la gente, que me ha ido a visitar, me ha mandado cartas, que siempre me ha apoyado”, dijo.
“Lo único que sé es que soy inocente y que siempre viví de mi trabajo, como mi familia y toda la gente que me conoce. Hay muchísimas posibilidades de que vuelva a mi cargo, pero primero quiero poner los pies sobre la tierra. Tengo muchísima fe que se va a aclarar todo… Hace 23 años que estoy trabajando en el Correo, ayudando a la gente, haciendo favores de la política, nunca pensé en nada raro, ni nada que se le parezca”.
Versiones contrapuestas
El otro imputado en la causa del Correo Argentino, Carlos Córdoba, también evitó hasta ahora dialogar con la prensa. Pero familiares suyos ratificaron la semana pasada a La Opinión detalles de la declaración que Córdoba hizo a la Justicia, y que fueron determinantes para acusar a González.
La relación entre estos dos hombres de Santa Lucía tiene larga data. Eran compañeros de escuela cuando niños, y si bien no se los consideraba amigos íntimos mantenían una relación cercana desde entonces.
La vida de Córdoba se complicó hace algunos años, cuando perdió su trabajo y tuvo problemas de adicción al alcohol. Entonces, habría recibido el apoyo y asesoramiento de González.
Pero tiempo después, González le habría reclamado que le devolviera el favor cuando le pidió descargar mercadería del Correo Argentino en el campo donde el primero se desempeñaba como cuidador. “Hacéme una gauchada, porque no puedo llevarlas allá”, le habría dicho palabras más o menos. Le ofreció además el pago de $ 1.000, que Córdoba habría rechazado, aunque finalmente cobró $ 300. Según relató a la Justicia, González llegó al campo el sábado a la tarde anterior a su detención, acompañado con dos personas que manejaban un camión y descargaron varios bolsones del Correo. Al día siguiente, los tres reaparecieron en una combi, y abrieron las bolsas que tenían diferentes elementos, entre ellos tarjetas telefónicas. Las cargaron al vehículo y González le pidió entonces a Córdoba que se deshiciera de los jaulones de seguridad, arrojándolos al arroyo.
González asegura desconocer por qué Córdoba lo acusa, pero niega cualquier vinculación. Sobre un aparato de fax que hallaron en su casa y que, se comprobó, formaba parte de la carga de uno de los camiones asaltados, dijo que se lo había dado el propio Córdoba para “venderlo”. Las tarjetas, por un valor de más de 40 mil pesos pero que aparentemente estaban fuera de circulación, también se las entregó un tercero para que las revendiera. González dice que había pensado incluso en abrir un negocio en Santa Lucía para que su hija adolescente tenga un trabajo. Pero como este desconocido –sobre el que no trascendió todavía su identidad- no regresó a cerrar el trato, las tarjetas “quedaron abandonadas en algún lugar de su casa”.
Lo que sí reconoció González, y que seguramente complicará su situación laboral, es que tenía atrasado su trabajo de entrega de correspondencia. Por eso en su casa se hallaron varios bolsones con cartas vencidas, que supuestamente había llevado para seleccionar y que “por falta de tiempo” porque no contaba con auxiliares en su oficina, jamás entregó a destino.