Investigan la procedencia de la mercadería de ayuda social que vendían en un almacén
Tras una denuncia anónima, autoridades sanitarias y policiales encabezaron el pasado viernes un procedimiento en una despensa y pollería denominada “El pirá”, ubicada en Juan Ismael Giménez al 2300, barrio El Amanecer donde decomisaron una gran cantidad de productos que se exhibían a la venta a pesar de estar sellados con la leyenda “prohibida su comercialización”.
El comercio fue clausurado de manera preventiva por 72 horas y las actuaciones fueron elevadas al Tribunal de Faltas. De la misma manera, se le dio intervención a la Justicia, a través de una de las Fiscalías descentralizadas”, puesto que se trata de un delito penal.
Paquetes de azúcar, latas de picadillo de carne, cajas de dulce de batata, frascos de mermelada, latas de pan de carne, yerba, fideos y otra mercadería con la leyenda “Prohibida su comercialización” fueron secuestrados por las autoridades.
La Secretaría de Desarrollo Humano constató que no se trata de productos que distribuyen desde sus oficinas y que los lotes no coinciden con los que el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación envía a esa dependencia municipal, aunque sí el tipo de paquetes y marcas.
Ello generó que las sospechas se trasladen con más fuerza hacia organizaciones sociales de la ciudad cuyas representaciones regionales y nacionales suelen recibir bolsones de mercadería desde el gobierno nacional para distribuir entre la población carenciada a la que esos militantes asisten en su tarea territorial.
En diálogo con La Opinión, Susana, propietaria del comercio aseguró que “no sabía” que la mercadería tenía el rótulo con la prohibición ni que pertenecía a programas de ayuda social.
Sobre la procedencia de los productos, contó que los compró a un proveedor oriundo de Río Tala, de buena fe.
“Acá vinieron a hacer un allanamiento, porque nos denunciaron”, dijo y explicó: “Viene un señor a vender y todos le compramos mercadería, no lo revisamos, nos ofrecen mercadería barata, la exhibimos y la vendemos, todos le compramos a ese señor, de buena fe”.
“La mercadería no estaba escondida ni nada. La teníamos a la vista de todo el mundo y lo ofrecíamos a la venta”, se defendió y reconoció: “Tienen razón. Yo, en mi ignorancia, no sabía lo que estaba vendiendo”.
“Me revisaron todo, en la casa, todo, decían que tenía un depósito y no tenemos nada, todo está a la vista en el local”, señaló. El proveedor sería un hombre de Río Tala que transportaba los productos “en un autito azul”, cuyo nombre no fue revelado.