Intolerancia vs. Luche y golpee
He leído con profunda atención, más de una vez, la nota INTOLERANCIA de tu autoría, harta de la mala educación de quienes a toda costa proclaman sus “verdades absolutas” y no admiten que otro pueda disentir y al propio tiempo respetar la opinión ajena. Es más, esas personas (si algo de eso tienen) son las que se encuadran en el “No sé de qué se trata, pero me opongo”. Aún a la distancia mi país me sigue preocupando, y si vivo aquí en España y no allí, es porque aquí, aún con la guerra civil y mi paso de la niñez a la adolescencia, encontré el lugar que mis padres emigrantes, como tus antepasados, ansiaban volver a encontrar mejor de lo que lo dejaron, luego de mejorar en grado sumo el lugar que les dio cobijo. A mí me pasó igual, luego de 34 años en San Pedro haciendo lo mejor que he hecho en mi vida como ha sido la docencia, quise cumplir el anhelo de mis padres, dejándolos en prenda en tierra sampedrina, luego de fallecidos. Quizá por eso también logré asignar nombres a la Av. España y la Vía Mallorca, junto con la fundación de mi Agrupación Mallorca, para que su espíritu siga vigente ahora que ya no se oye hablar más el mallorquín por las calles de San Pedro. Por eso tu llamado a la concordia, a disentir si hace falta en el consenso, sin intransigencias que no hacen más que exasperar las posiciones, eso de que “los otros” siempre tengan que cargar con culpas, cuando en buena medida han sido nuestras, con buena voluntad todo se arregla, pero con la soberbia y el exabrupto jamás se ha conseguido nada, dado que eso se debe a la ignorancia. En contraposición a tu excelente escrito, no haría falta ni mencionar ese LUCHE Y GOLPEE !!! con el que Macchia trata de que no le destruyan a sus ídolos, aunque es fácil comprender cuando se tienen “querencias afectivas”, salvo que también se trate de apetencias de poder. La única verdad que le he encontrado es que han cambiado el país ... no es el que soñaron nuestros padres. Sólo me cabe la satisfacción de decir que jamás voté por el que ganó. Y creo que hice bien. Miguel A. Bordoy