Insólita estafa por más de $ 200.000 en Gdor. Castro
Al menos doce personas serían las damnificadas pero ninguna quiere hablar ni hay denuncias formales. Una mujer ofrecía a los vecinos ser capitalista para una red de distribución de jabón en polvo por un alto porcentaje de interés mensual, pero el dinero lo gastaba jugando a la quiniela. Siempre apostaba a un número de tres cifras que salió el mismo día en que se desató el escándalo y sin que ella hubiera podido realizar la apuesta.
La protagonista de esta historia es una mujer de unos 35 años, casada y madre de una niña que utilizando un certero argumento logró obtener préstamos de al menos unas 12 ó 15 personas por valores que algunos indican cercanos a los $240.000. En una comunidad de apenas 2.000 habitantes, el impacto de la noticia y de los comentarios fueron tan fuertes como el estallido de una bomba.
Lo más insólito del caso, es que a pesar de semejante engaño no existen denuncias formales asentadas en la policía y hasta los propios damnificados tienen temor de hablar. “Ellos han consultado abogados que les recomendaron no decir nada porque ella nunca les firmó un pagaré, ni tienen ningún comprobante. Es una palabra contra la otra y les dijeron que si la acusan puede ser peor”, informan en reserva.
Mientras tanto, la protagonista sigue viviendo en su casa paterna, en la misma localidad y ante la mirada furiosa ó curiosa de todos sus vecinos.
Jabón al Norte
La “labor” comenzó hace unos seis meses atrás, cuando la mujer le comentó al primer vecino de un verdadero negocio que podrían llevar adelante juntos. “Siempre les pedía que no digan nada porque decía que se ganaba tan bien que todos iban a querer sumarse”, explicó un testigo. Con esta modalidad se “engancharon” varios miembros de una misma familia pero sin comentarse entre sí los detalles del negocio hasta que la mentira no pudo sostenerse más.
En su explicación la mujer aseguraba que su marido, quien se desempeña como chofer de un transporte, compraba jabón en polvo a muy buen precio en Capital Federal y aprovechando los viajes que realizaba para su empresa al norte del país, en general a la provincia de Salta, lo revendía allá.
“Si el camión hacía en el mes dos viajes, te rendía el doble. Ella aseguraba un interés altísimo, si ponías mil pesos ganabas $ 300 en un mes. Era un negocio redondo”, explican los testigos.
La tentación fue tan grande que algunos de los inversores decidieron apostar más, y entre otros ejemplos se contaría el de un productor de la zona que decidió apostar todas las ganancias de la venta de soja a este verdadero “negoción”. Un monto que algunos aseguran es de $ 50.000 ó $ 70.000.
La danza de números que los comentarios de boca en boca fueron arrojando es muy variable y por eso resulta difícil hablar de una cifra total. Pero hay personas que arriesgan la suma de $ 240.000 para hablar de la estafa.
Lo más insólito de la situación, es que el marido de la estafadora y quien supuestamente realizaba el negocio en el norte, no estaba enterado de los manejos de su mujer. Reconstruyendo la historia, dicen los vecinos que él se enteró por casualidad cuando la esposa concurrió a un amigo en común a solicitarle más dinero, seguramente superada por las circunstancias. En este caso le habría pedido algo más de $ 50.000 y le ofreció la escritura de la casa en garantía. Antes de aceptar, el amigo llamó por teléfono al esposo y le preguntó cuál era el problema económico por el que estaban transitando para que le pidieran semejante suma y así lo puso al tanto.
“Ella decía que le había salido de garantía a una persona con la que trabajaba para un crédito del banco, y que tenía que pagar porque no habían levantado la deuda. Algunos cuentan que el marido la llamó cuando estaba en Salta para preguntarle qué pasaba, y que él iba a conseguir el dinero por su cuenta, pero cuando llegó a Gobernador Castro se encontró con otra cosa”, dicen los testigos.
Efectivamente, un día sábado y ante la falta de respuesta, un grupo de los damnificados se presentó en la casa de la mujer para reclamar y así el marido tomó conocimiento de lo que pasaba.
Todo a un solo número
Qué hacía la mujer con semejante cantidad de dinero? Por supuesto, no compraba jabón. Simplemente lo apostaba a un número de tres cifras a la quiniela.
Los vecinos aseguran que el interés de la mujer era obtener el premio mayor acertando los tres números que sería de unos $ 180.000, pero terminó gastando mucho más.
En el último tiempo, la apuesta fue subiendo y llegó a apostar unos $ 1.500 por día para cubrir las diferentes jugadas oficiales. Las versiones difieren en cuanto a dónde y cómo apostaba la mujer (evidentemente una jugadora compulsiva) pero la mayoría opina que lo hacía en la quiniela clandestina lo que resulta incluso insólito porque se desconoce si los responsables de tomar estas apuestas contaban con respaldo económico en caso de que la mujer llegara a ganar tanto dinero.
Lo más irónico del caso, según cuentan los vecinos, es que el número “de la suerte” finalmente salió pero cuando ya era demasiado tarde.
“Jugaba siempre al 873. El mismo día que se juntaron los vecinos en la puerta de la casa, que fue un sábado, salieron las tres cifras en la quiniela de la noche. Pero claro, ese día no había jugado”, relató un testigo.
Actualmente, la mujer se ha mostrado arrepentida de lo ocurrido y algunos dicen que está llevando adelante un tratamiento por su adicción al juego. Las sospechas hablan de una posible separación de su esposo, y otros rumores indican que no sale casi a la calle por vergüenza y temor de que los damnificados tomen represalias.
Pero algunos recuerdan que si bien se trata de una persona trabajadora, cuya familia se encuentra en una situación económica estable, cuenta con antecedentes de deudas que hicieron sospechar a algunos “tentados” a entrar al negocio. “Esta chica ya tuvo otros problemas de dinero. Ahora dice que está arrepentida y que se arruinó la vida”, dicen.
Lo que sienten muchos habitantes es que existe una responsabilidad casi compartida entre la damnificada y quien prestó su dinero. Porque la avaricia de invertir en un negocio tan redituable –con un interés del 12,5 % quincenal según explican algunos entendidos- sin trabajar o siquiera prestar su nombre públicamente es la explicación más lógica sobre el por qué de semejante engaño.
“Nadie sospechó al principio y hubo gente que siguió invirtiendo más dinero porque ella le pagaba los intereses. Claro, los pagaba con el mismo efectivo que le habían dado pero la gente creía que eran ganancias netas y seguía apostando”, relatan. Hasta que la verdad apareció inexorablemente.
Otra historia con una mujer
Hace cinco años en la localidad otra mujer fue protagonista de una estafa aún impune. Una empleada de la Cooperativa de Gobernador Castro, mano derecha del consejo de administración, desvió más de 100 mil pesos a cuentas personales falsificando firmas y tratando luego de cubrirse echando culpas a los funcionarios. Este caso podría tener un juicio oral el año próximo pero sin probabilidades de condena firme.