Ian, el niño de tres años que murió electrocutado
En julio de 2016, el mismo domicilio en el que vivía el niño de tres años que murió electrocutado el sábado ocurrió otra desgracia con su hermanita Daiana. La beba que fue sepultada como NN, no tenía documentos ni vacunas y hasta que ocurrió aquella tragedia el estado estuvo ausente. La crónica publicada por La Opinión daba cuentas de un ranchito con paredes de fieltro que en una puerta desvencijada tenía una inscripción: “Ian”, el nombre del nene que llegó descalzo y mojado hasta un ventilador.
La tragedia golpeó dos veces con la misma pobreza y apenas alguna diferencia de materiales de construcción en un barrio en el que la vida se hace difícil para los niños que llegan al mundo sin más cobijo que el que suele proporcionar la repercusión pública.
En julio de 2016, Daiana falleció por “muerte súbita” según dijo la autopsia en la fría mañana en la que la encontraron sin vida. Tenía tres meses y tres días, había nacido un 7 de abril en el hospital y el único dato cierto era que una joven nacida en 1998 había dado luz aquella noche a las 23 horas.
Hubiese sido un capítulo más en la corta vida de esa madre si no fuese porque a raíz de la polémica que se generó la mirada del por entonces Secretario de Salud, Edgar Britos, hizo que se asistiera al grupo familiar muy a pesar del siempre ausente seguimiento de la Secretaría de Desarrollo Humano cuando se trata de menores que necesitan amparo y, sobre todo, seguimiento.
El día en que este medio llegó a ese domicilio que, apenas contaba con una entrada desvencijada, lo primero que leyó fue la inscripción que -como si se tratase de la denominación de una calle- había quedado impreso en la puerta de acceso: Ian. Más tarde se sabría que ese era el nombre del niño de un año, hermano de Daiana e hijo de esa mamá, Micaela, que apenas arañaba los 18 años. Fue un domingo 10 de julio cuando la beba que se durmió para siempre en un changuito gritó un pedido de ayuda que sólo llegó con algunos materiales, mercadería y “asistencia”.
El sábado 12 de enero de 2019, el grito se escuchó otra vez. Esta vez fue Ian el que perdió la vida en lo que muchos denominan un “accidente doméstico”, aunque en realidad es no tener disyuntor ni medidor que evite una descarga eléctrica letal de un nene que se acerca mojado a un ventilador que es más que un lujo en esa casa. La electrocución ingresó por las manos y la descarga fueron sus pies. Ninguna maniobra de reanimación dio resultados.
Porque es necesario seguir reflexionando sobre la vida de las criaturas y la situación de extrema emergencia en la que nacen, viven y mueren, recordamos aquella nota en la que se reconstruyó paso a paso lo sucedido con Daiana, la nena que parece haber llamado a su único hermano apenas dos años y medio después para que nadie se olvide de ellos.