Hubo acuerdo para violar la ordenanza
En el segundo fin de semana de aplicación de la ordenanza de nocturnidad, los boliches cortaron la música a las cinco de la mañana con la venia de las autoridades municipales. La manifestación prevista no se realizó. A las seis y media el centro estaba desierto.
Tras la manifestación frente al Palacio Municipal del 2 de Mayo —que terminó con vidrios rotos y balas de goma— este fin de semana se aguardaba con expectativas y temores lo que podría pasar. Varias cadenas de e-mails invitaban a repetir lo del Sábado anterior, con el deseo de que la convocatoria se ampliara y permitiera rediscutir el horario de cierre de los boliches, previsto por ordenanza municipal votada por unanimidad para las 5.30 en verano y las 4.30 en invierno.
La semana pasada, a las 4.30 los locales bailables habían cerrado y unos ciento cincuenta jóvenes se dieron cita frente a la Municipalidad para protestar por la medida, en su primera noche de aplicación. Esa protesta —con música y rugir de motores— terminó con vidrios rotos del Palacio Municipal y balas de goma por parte de la Policía. Para este Sábado, las preocupaciones templaban los rostros de las autoridades que estaban muy ocupadas con el cierre de listas.
Todos de acuerdo
A las 4.15, el Concejal y futuro Intendente Pablo Guacone bajaba de la camioneta de Inspección General en la que suele verse al Director de Tránsito Domingo Bronce. A metros de la puerta del que pronto será su despacho, Guacone informó: “A las cinco tiene que estar todo cerrado”. “Cuatro y media”, le recordó uno de los tres periodistas de La Opinión que estaban allí. “Sí, bueno, la idea es que hoy cierren a las cinco, vayan cortando la música y despejen”, respondió.
De esa manera, el edil confirmó lo que algunos afirmaban por lo bajo: la Municipalidad y los boliches acordaron violar la ordenanza de nocturnidad en su segunda noche de aplicación.
La noticia provocó desazón en muchos. En quienes creen que las ordenanzas están para cumplirse; quienes creen que los representantes del pueblo están para garantizar sus derechos y no para favorecer algunos u otros negocios; quienes consideran que la calle es el lugar ideal para que los sectores sociales se hagan visibles y planteen debates; y una larga lista de desesperanzas que dejan en claro que la “puesta en escena” de las últimas semanas fue sólo una medida para saciar los reclamos de padres que no se animan a poner límites a sus hijos pretendiendo que sea el Estado quien lo haga. El desastre provocado por los cambios en la cúpula policial se vio en las desinteligencias que hicieron que los móviles no prestaran las funciones para las que se habían comprometido. El resto del funcionariado que en los primeros días hacía guardia estaba compenetrado en el cierre de listas. Siempre habrá intereses ajenos a los comunes que tendrán preeminencia, siempre habrá un guiño entre partes mientras el resto la mira de afuera.
Ingenuidad inicial
Guacone se mostró preocupado por la poca presencia policial. “Vimos un solo patrullero hasta hace un rato —4.00 de la mañana—, ahora parece que son tres, pero no se puede así, ya vamos a coordinar con Almada para ver cómo solucionamos esto”, informó el sucesor de Barbieri en la Intendencia hasta 2011.
Afuera de los boliches, los jóvenes continuaban la noche —entre conversaciones y apurones de los últimos tragos—, estirándola lo máximo posible. La peatonal y la plaza Belgrano eran las zonas más concurridas. Nadie parecía dispuesto a manifestarse en la Municipalidad y los consultados al respecto atinaban apenas a esbozar un improperio contra Barbieri. De marchar, ni noticias. Algunos pasaban en autos y motos por Pellegrini 150, varias veces, como quien espera que haya luz para entrar. Un grupo de inspectores estacionó en la esquina de Mitre y O. Cézar, por las dudas. A las seis y media de la mañana, el centro estaba desierto, un móvil policial levantaba a unos jóvenes en Bvard. Moreno a metros de Mitre, el amanecer esperaba que le llegue la hora, la misión periodística de esa noche había terminado.
Guacone y la seguridad
Pablo Guacone manifestó su preocupación por la seguridad nocturna, haciéndose presente en el operativo, recorriendo junto a Bronce los locales bailables y expresando a La Opinión algunas de sus posiciones al respecto. “No es por discriminar, pero el problema está en la Tanguería”, sentenció el próximo Jefe de Gobierno mientras comentaba que afuera de ese local acababa de producirse una pelea. Cuando pasaron dos pibes en moto, sin casco pero con gorra y capucha, se le escuchó decir: “Menos mal que a todos esos los tenemos marcados”, gesticulando hacia la moto que se alejaba por Pellegrini.
La opción de los pancheros
Los propietarios de carritos expendedores de panchos —que habían hecho oír su reclamo ante la ordenanza de nocturnidad, pues los obligaba a levantar todo antes de que salieran los concurrentes a los locales bailables, sus clientes mayoritarios— encontraron una opción para continuar trabajando sin perjuicio de su negocio: al menos uno de ellos —el más conocido y más antiguo de los que están hoy— puso un puesto en el interior de uno de los boliches, y pudo vender panchos en el horario de cierre.
Más vale (salir) temprano que nunca / Hello AFTERS, ¿goodbye PREVIAS? -Por Jimena Calvet-
Nocturnidad, palabra muy escuchada últimamente, vocablo que se mezcla con minoridad, alcoholismo, inseguridad, disturbios, etc. ¿Qué le pasa realmente a la noche sampedrina?
Menores en los boliches es una realidad que se vive desde hace muchos años atrás, quizás no alcoholizados, ni atendiendo una barra, pero sí saliendo. ¿Cómo se le explica a un chico de 15 años, que asiste a fiestas de quinceañeras hasta las 6 de la mañana, que después de esa etapa no puede ingresar a los boliches? ¿O que se tiene que volver a su casa luego de las 4.30 AM? Parece algo ilógico que esto suceda, pero es así, hoy los jóvenes salen desde muy chicos y se mezclan con las diferentes generaciones, personas que salen desde hace ya “algún tiempo más”.
¿Por qué los mayores de 20 tienen que AHORA irse antes de las 5 cuando hace no más de 6 meses se quedaban en los boliches hasta pasadas las 7? ¿Es tan fácil culminar con un hábito tan arraigado? En los locales bailables se ve gente de pasados los 30 años que viene saliendo desde su temprana adolescencia, acostumbrados a juntarse con sus amigos a cenar o luego de comer, escuchar música “tomar algo”, y después ir a los boliches. A todo esto, ya son como mínimo las 3 de la mañana. Acá nos encontramos con otro problema: ahora se abona una entrada (sin ningún tipo de consumición) que no baja de los $ 10, ¿vale la pena pagar ese dinero para estar una hora y media? ¿Cómo hacen estas personas, acostumbradas a esto, para dejarlo?
Eliminar las “previas” fue una de las cosas que se plantearon en algún momento, ¿pero para solucionar qué? “Si no se juntan antes van a consumir menos alcohol”. NO, rotundamente, NO. Las previas no son sólo para tomar, son el momento de encuentro con amigos, personas que en la semana no se ven, por cuestiones laborales o simplemente están estudiando, o porque las obligaciones de los días de semana se lo impiden. El alcohol es un “condimento”, el encuentro es la idea principal de esto que llaman previas, y aunque el horario no sea el mismo, se van a adelantar y van a seguir funcionando.
¿Y a las 4.30 qué se hace? El panchero no está, los shops de las estaciones de servicios están cerrados, los bares también. En ninguno de estos lugares se vende alcohol, pero no pueden concurrir. ¿A dónde van? A la casa del amigo que vive más cerca, a la casa de aquel cuyos “papis” no están, a la del que vive solo, o al mismo lugar en dónde se hizo la previa. ¿Y si sobró alcohol? Se sigue tomando, más lo que se tomó en el boliche, y al fin de cuentas la persona vuelve a su casa igual o más alcoholizada de lo que solía volver antes de la nueva ordenanza.
Pero no todo es alcohol en la noche, aunque parezca mentira hay personas que no lo consumen, porque no les gusta, o porque económicamente no pueden. No todos roban, no todos pegan, no todos apuñalan, no sólo son los menores, no son los adultos. Somos TODOS: los que salen, los que no, los chicos, los padres, los dueños de los boliches, las autoridades, TODOS. Acá hay un problema en la sociedad, y con la modificación del horario de cierre de los boliches no se soluciona nada, o se soluciona temporalmente.