Hoy se decide la suerte de la asesina de Sabbioni
En horas del mediodía, el Tribunal dará a conocer la sentencia para Ana Graciela Miño, la mujer que asesinó a golpes a Néstor Sabbioni el 10 de Agosto de 2006.
Fue difícil para la defensa encontrar atenuantes para la mujer que llegó a ser pareja de Néstor Sabbioni. Ana Graciela Miño, se enredó en su propia historia apenas se descubrió el cadáver en la vivienda ubicada en Ansaloni 650. La mujer, que horas después de haberlo asesinado, ofreció fríamente declaraciones a La Radio señalando que “no sé qué pudo haberle pasado, porque a mi me llamaron para que abriera” y se mostró compungida por lo sucedido, hoy estará en el banquillo de los acusados con un pedido de 16 años de prisión de cumplimiento efectivo, solicitado por la fiscal que llevó adelante el caso, Dra. Verónica Marcoantonio.
El cadáver fue hallado en horas de la noche, cuando amigos de Sabbioni se alarmaron por su ausencia, estaban reunidos para comer un lechón que la misma víctima había pagado.
Con todos los indicios de un crimen pasional y pericias que indican que la asesina comprendía la criminalidad de sus actos pese a que presentaba alteraciones en sus conductas por las que se la medicaba con algunos psicofármacos, habrá que esperar la evaluación del tribunal que podrá aceptar o morigerar la pena de la imputada.
Tarde “normal”
Néstor Sabbioni transcurrió las horas previas a su muerte, en un día normal. Era Jueves al mediodía y su único compromiso pasaba por retirar ropa de un lavadero, pasar por la Asociación Colombófila para saber si tendría que realizar un flete y por la noche juntarse con sus amigos a comer un lechón que él mismo había encargado.
Desde hacía unos años, compartía una relación casi formal con Ana Miño, quien además de tener un hijo y una pareja de la que estaba separada pero con la que convivía bajo el mismo techo, visitaba a Sabbioni con frecuencia casi diaria valiéndose de la llave de la puerta principal.
La última vez que se lo vio con vida, fue cuando alrededor de las 17.30 Hs. ingresó a su domicilio, según el testimonio prestado por distintos vecinos.
Según relató pocos días después un familiar, Sabbioni había cobrado una pequeña porción de dinero que no superaba los 3.000 dólares producto de una herencia.
Su relación con Miño no era aprobada por sus amigos. Siempre le advertían que podía ser peligrosa, sobre todo teniendo en cuenta que en dos oportunidades habían faltado elementos en su casa sin que se hubiese violentado entrada alguna.
Cuando llegó la hora de servir el lechón, ante la ausencia de quien había sido el promotor de esa cena, un amigo decidió acercarse a su domicilio para ver cuál era el motivo de su demora. Ante los insistentes llamados a la puerta y a su teléfono, decidió convocar a Miño para que abriera con sus llaves la casa.
La mujer, negó tenerla consigo y fue así como al levantar un poco la persiana y enfocar con una linterna, pudo escucharse un leve ronquido que era el preanuncio del fatal desenlace.
Trasladado al Hospital, le quedaba muy poco de vida.
Miño, regresó a su casa y le dijo a su grupo conviviente que debía ir a cuidar a una persona enferma al Hospital cuando en realidad era su propia víctima la que estaba internada.
Cumplidos todos los pasos, incluida la autopsia que determinó que habían sido ocho los golpes letales sobre la cabeza del occiso, la pareja de Sabbioni regresó a su domicilio. Horas más tarde, la fiscal ordenaba su inmediata detención y la revisión de la casa donde se hallaron las sábanas, una pistola y el martillo con el que había matado a Sabbioni.
Ante el Tribunal
La declaración de Miño ante los jueces, fue hecha de manera reservada el pasado Miércoles, pese a que el juicio era oral y público. Allí, ella solicitó sólo declarar ante los jueces, a lo que todas las partes accedieron.
Fuentes judiciales aseguraron que va a haber una condena contra Miño, aunque calculan será menor a los 16 años pedidos.
En cuanto a su declaración, se ha podido saber que ha sido muy descriptiva, y siempre “simulando en el juicio, en postura de estar enferma” comentaron algunos de los presentes. Durante su alegato mantuvo su postura de estar enojada con Sabbioni y de ser víctima de él, por lo que el terrible hecho fue en defensa de su propio hijo.
Según algunos datos preliminares, la defensa planteará “emoción violenta”, auque desde la fiscalía determinaron que conocía los actos que desarrollaba.
Quedarán ahora por explicar que mecanismos complejos habrán actuado en la mente de la asesina, para perpetrar un crimen de violencia inusitada y características pocas veces vistas en la crónica policial de la República Argentina.
Recordando el hecho
Ese trágico 10 de Agosto de 2006, la autopsia indicó que fueron ocho los golpes detectados en la zona parietal que provocaron múltiples fracturas y pérdida de masa encefálica. Lo golpearon en la cama, mientras él estaba acostado y sin que pudiera defenderse.
Néstor Sabbioni tenía 64 años. Vivía en una casa de dimensiones pequeñas, de un sólo dormitorio y ubicada en el barrio del Club Independencia, en Ansaloni 650. Ese Jueves por la noche, tenía programada una cena especial con sus amigos más cercanos. El motivo era festejar su cumpleaños, que había sido el 25 de Julio. Ante la ausencia su amigo, Lito Beneventana, fue a su casa alrededor de las 11 de la noche para averiguar qué le había ocurrido. Lo acompañó otro amigo y al preguntar a la mujer de 34 años por Sabbioni, les dijo que no poseía llave y que tampoco lo había visto ese día, solamente mantuvieron una conversación telefónica alrededor de las 16 horas. Como nadie respondía a la puerta, el hombre levantó la persiana del dormitorio de Sabbioni. Así fue como escucharon un ronquido que les llamó la atención. Beneventana tomó una linterna de su automóvil y con ella iluminó parte de la habitación, y pudo así ver que Sabbioni yacía en la cama, tapado con una frazada que estaba manchada de sangre. Sorprendido por este detalle, y con discreción para no alarmar a la mujer, llamó a la policía.
Los efectivos que llegaron, se encontraron con la puerta cerrada e intentaron entrar por una propiedad lindante, ubicada en la esquina Saavedra y Ansaloni, cuyo patio se comunica con el de la vivienda de Sabbioni. Pero descubrieron que también la puerta trasera estaba cerrada, y por eso decidieron forzar la de calle para ingresar. Así descubrieron a la víctima acostada en la cama, moribunda, presentando un terrible golpe en la cabeza con pérdida de masa encefálica. Había vomitado y en dos almohadas aparecían inmensas manchas. Los rastros de sangre continuaban en el respaldo de la cama, y seguían en salpicaduras hasta el techo de la habitación. Convocaron a una ambulancia del servicio 107 que lo trasladó inmediatamente al Hospital, pero el cuadro era irreversible. Minutos antes de las 8 de la mañana, se produjo su deceso.
Cuando los agentes policiales llegan a la casa de Combate de Obligado al 1058, donde moraba reaccionó tratando de impedir que entraran. Ella se encerró en el dormitorio, tomó una pistola Versa calibre 22 largo, que había traído de la casa de la víctima y forcejeó con una agente femenina que había ido especialmente para detenerla. En su ropero, hallaron envuelto en una sábana y ensangrentado el martillo homicida, que hasta tenía restos de cabello del hombre al que había matado. También se encontraron ropas manchadas de sangre, y una cadenita que le pertenecía. Para cerrar el círculo, la policía encontró en su llavero una copia de la llave de la casa donde se produjo el terrible homicidio.