Historias con Américo Piccagli: Martín Miguel de Güemes
Del "Especial Quedarnos en casa", del Museo Histórico Regional “Fray José María Bottaro”, en esta oportunidad el director académico Américo Piccagli diserta sobre la figura de Martín Miguel de Güemes.
Desde el inicio mismo de su vida pública quienes se ocuparon de su accionar, sus detractores, envidiaban el hecho de ser llamado el “padres de los Pobres” por su amabilidad con la gente más débil y su sinceridad con ellos.
Los primeros en historiarlo desconocieron su inclinación por Dorrego y su contenido era una voz contraria al centralismo porteño que se ejercía hacia el gaucho del norte argentino, que muy pocos se ocupaban de él en ese entonces y muy poco pude leer en la primaria hasta que estando en el secundario, en Rosario, cayó en mis manos “GÜEMES, el señor gaucho” de Manuel M. Alba, de la vieja editorial Claridad, publicado en 1946 , estando ya por recibirme de Bachiller; me impresionó, luego del nombre, la cantidad de 100 fechas dedicadas a lo que el autor considera, y así lo dice al comienzo, que “No es historiador. Ni siquiera un escritor”, sino que lo dice muy humildemente como periodista.
Para referirse luego al desabrigo, por no decir rechazo, que tuvo de la Primera Junta de la Revolución de Mayo hacia su postura independentista de los españoles que presionaban desde Potosí, con una hidalguía con la que despreciaba el ofrecimiento de los generales realistas. Hasta ser sorprendido por un padre en “una carta enviada a un amigo hablándole de independizarse de España.” Fue la primera contrariedad, pero a la que se agregó una buena noticia: su padre lo lleva al cuartel en las afueras de la ciudad, pero de la sexta compañía del Regimiento Fijo, es trasladado a Buenos Aires, donde llega a ser Teniente, y los sucesos se repiten rápido con licencias y ascensos por su actuación, incluso en la invasión inglesa de 1806, cuya derrota lo llena de sinsabores, que finalizó con su traslado interino a la guarnición de Salta, donde recibe la alegría del triunfo sobre los ingleses.
Allí nace el caudillo que habrá de salvar al norte argentino, integrando un escuadrón de voluntarios, que como un presagio o antelación de su pensamiento sanmartiniano, lo integran sesenta jinetes armados y equipados que se brindan para salvar a la patria y convertirse en la defensa gaucha en la zona de Humahuaca, que los hombres de Buenos Aires no entienden que la guerra no está esperando en Salta sino más allá, de allí el fracaso de Balcarce y el distanciamiento de Güemes “de los arrogantes oficiales porteños”, cuya primaria amistad con Castelli se transforma en una orden de confinar en Salta a Dorrego y Güemes.
La derrota de Suipacha da la razón al caudillo norteño, que espera ansioso la llegada de un nuevo Jefe para el Ejército del Norte, a la que Moldes al enterase se distancia con una expresión clara: “¡Estamos haciendo la guerra con abogados!”, “Ojalá supiera ser general”. Deshecho el ejército los únicos que quedaron cuidando el norte fueron los gauchos de Güemes, ante los fracasos del pensamiento porteño.
Ante el anuncio de la designación de San Martín como jefe del ejército del norte en lugar de Belgrano, el hijo de Salta sintió un alivio poniéndolo a él al cuidado del norte argentino, porque conocía perfectamente los secretos de los valles y los cordones de montaña; es el mensaje tranquilizador para el salteño al pasar San Martín a ocuparse de la organización de su empresa libertadora con los recursos de la región de cuyo y las presiones ejercidas sobre el gobierno de Buenos Aires, para que realzara los aportes correspondientes a nivel nacional.
Según Vicente F. López, el interior miraba a Pueyrredón “como un porteño ante quien el Congreso había abdicado traicionando sus deberes de una manera criminal”, y para los porteños él era un “agente servil que, rodeado de provincianos, tomaba el mando con el fin de poner a Buenos Aires bajo la tiranía absorbente de un Congreso en que se habían ocupado, con sus malignos instintos, las oligarquías aduaneras del interior”
Tan honda es esta diferencia de visiones que a pesar del tiempo transcurrido sigue en pie. El propio Moldes, electo por Salta, con apoyo de Güemes, no logró incorporarse debido a discrepancias con Tomás Godoy Cruz y con varios miembros del Congreso; había lanzado ácidas críticas a las ideas monárquicas de Belgrano, partidario de un marcado sentido republicano de anti porteñísimo.
Frente a esta situación, al igual que en el párrafo anterior, en mi libro “Vida y obra de Fray Cayetano J. Rodríguez”, expuse que estando en Tucumán, como Diputado de Buenos Aires y Redactor del Congreso, contraataca la opinión de algunos diputados con la siguiente poesía dedicada:
MOLDES, joven procaz, desvanecido:
Narciso de ti enamorado:
Joven mordaz de labio envenenado,
Enemigo del hombre decidido.
Caco desvergonzado y atrevido;
Ladrón de fama, genio preparado
A tirar piedras al mejor tejado,
Siendo, el tuyo, de vidrio percudido.
Víbora de morder nunca cansada,
Sanguijuela, de sangre humana henchida
Espada para herir siempre afilada;
Sabe, que una cuestión hay muy reñida
(De tu alma negra claro testimonio)
¡Cuál de los dos mejor, tu o el demonio?
Ya con anterioridad hubo escritos de Rondeau al Cabildo de Jujuy contra Güemes, que son respondidas por este con notas al Director Supremo, que llevan a una reconciliación y luego a un reconocimiento de parte de Rondeau acerca del accionar del hombre que vivió combatiendo y combatido.