“Higgins compra en Palermo Hollywood”
Quedaron sin efecto las presentaciones de planos y proyectos prometidos por el empresario jamaiquino. Su página web ha cambiado el diseño y tiene nuevas fotos. La Opinión estuvo en las oficinas de Puerto Madero, donde dicen que en Abril se mudan a un edificio propio.
En la República Argentina hay pocas formas de viajar al supuesto primer mundo gobernado por los grandes capitales transnacionales; una manera es Ezeiza; otra, más económica, es visitar Puerto Madero. Es precisamente allí en el barrio que cada vez tiene menos de puerto, muchísimo menos de maderos y casi nada de barrio, que están ubicadas las oficinas de Higgins Warner. El edificio se encuentra casi encerrado por las calles que llevan el nombre de dos mujeres que lucharon justamente en contra de lo que allí se vive y quizá como condena póstuma cargan con ese peso. El lugar está en la intersección de la Avenida Alicia Moreau de Justo y la calle Azucena Villaflor; la primera luchadora incansable por los derechos de la mujer y el socialismo, y la segunda fundadora de las Madres de Plaza de Mayo.
La torre donde se encuentra la oficina es la única que rompe con la uniformidad de los llamados “docks” que poseen los típicos ladrillos a la vista, dando esa sensación de reciclaje modernizado. El edificio donde se encuentran las oficinas del soñador que pretende instalar Disney Mundo en San Pedro, es gris lavado. La seguridad no sostuvo mucha resistencia y casi sin dialogar, pero con la consecuente presentación de un DNI, facilitaron el acceso hacia los ascensores que me llevarían hasta el tercero de los cinco pisos que tiene el edificio. Allí, “a la salida del ascensor la primer puerta a la izquierda”, como vaticinó Gustavo luciendo su gorra imponente sobre su cabeza calva, iba a encontrar las oficinas de Max Higgins.
Cabe dudar aquí sobre el uso del lenguaje. ¿Será adecuado hablar en plural de las oficinas de Max Higgins?. En este caso daría una sensación de lujo y de imponencia al lector y a rigor de verdad, nada más lejos de la realidad. Sí, las oficinas de Max Higgins son más de una, pero la opulencia dista bastante de ser la esperada de parte de una persona que dice tener financiamiento árabe y cuya ambición es construir un parque temático de dimensiones insospechables para la República Argentina.
De las puertas para adentro
La puerta 301-B del edificio situada en la Av. Alicia Moreau de Justo 1150 es una oficina compartida.
Al entrar me recibe Mercedes, ella es una administrativa puesta por los dueños de la oficina para asistir a todas las empresas que subalquilan los diferentes espacios en los que están divididos los 90 metros cuadrados que se encuentran del otro lado de la puerta que ostenta el cartel con el número y la letra indicados. Rápidamente Mercedes distribuye el juego como si fuera uno de los mejores concursantes de World Football Idol y le pasa la pelota a una de las secretarias de Max Higgins que, apenas se acercó mostró un rostro que me resultaba un tanto familiar.
Enseguida se presentó, “Hola, soy Shelly” y cuando le comenté a que se debía mi visita me pidió amablemente que aguarde en la sala de espera. Poco tiempo después Jay Marie, otra secretaria, se acercó hacia la sala que tenía un curioso velador que parecía haber estado en la misma posición en la Feria de las Naciones del año pasado y junto a él varios sillones blancos de simil cuero de dudosa calidad.
Parece que Jay Marie tampoco entendió bien que finalidad perseguía La Opinión en esas oficinas ya que a pesar de que su tarjeta le otorga el título de “Administrator to President”, cuidadosamente me derivó con Cristina quien dijo ser abogada y responsable; una combinación harto interesante. Ella, quizá con vicio interrogatorio, fue la primera que se preocupó por saber qué medio era el curioso entrometido que se había llegado desde la Ciudad de San Pedro, hasta Puerto Madero. Al escuchar el nombre de este semanario la expresión en su cara dio la sensación de que ya anticipaba la respuesta.
El paso hostil
A partir de ese momento todo se volvió hostil. La chica de la cara cada vez más conocida pasó y ofreció una infusión la cual fue aceptada luego de ver la mala expresión que le devolvió Cristina a raíz de la excesiva demostración de cortesía por parte de Shelly. Unos minutos más esperando no se que cosa, en la sala de espera sirvieron para tomar el café. Las posteriores ganas de usar el baño hicieron que se perturbara la agitada mañana de la otra administrativa que, a diferencia de Mercedes, atendía el teléfono, que también es de uso común para todas las empresas que comparten el lugar. Ella respondía con la misma cordialidad los llamados para RM Constructora Independiente, Cerutti, Sky Solutions y Higgins Warner por supuesto.
El baño tenía en su interior un hidromasaje. Quizá sea un dato menor pero no deja de ser sorprendente que en una oficina haya un hidromasaje, realmente no se me ocurre que conclusión sacar ante este episodio pero sin dudas era susceptible de ser mencionado.
A la salida del toilette me vuelve a sorprender Cristina quién se negó a responder cuales eran sus tareas en ese lugar y como era el funcionamiento ahí dentro. Alegó que no tenían tiempo para mostrarme las oficinas y su funcionamiento, porque estaban preparando la apertura de otras nuevas en 10 días en la zona de Palermo Hollywood; “Compramos un edificio entero” dijo sin vacilar Cristina mientras me explicaba que Max Higgins se iba a Dubai el lunes, pero que a su regreso coordinara una cita con antelación y él, personalmente, me mostraría cordialmente las nuevas y lujosas oficinas.
Sí. Era ella. La chica de la cara familiar era Shelly Sony Teodoro. Para aquellos que suelen ser más desmemoriados ella era la cantante de tez morena que formaba parte del Grupo Madryn, un cuarteto vocal que surgió de una competencia similar a Operación Triunfo, que se llamó Escalera a la Fama. Ella, precisamente ella me acompañó hasta la puerta donde notó que yo la había descubierto y se sonrojó. Quizá porque no quería que se viera como no había prosperado su fantasía de ser cantante.
Y si de fantasías prósperas se trata veremos la suerte que corren las de su jefe, Max Higgins que fantasea con ser el dueño del Disney latinoaméricano y que va a tener oficinas más grandes y para él solito. Tal vez, quienes hacen la prensa del empresario deberían ser más cuidadosos con la información, ya que no es oro todo lo que reluce.
El predio sampedrino
Tras culminar las obras del alambrado perimetral, poco se ha hecho en el predio que pese a la gran difusión de su precio, no había sido escriturado. Como se recordará, sólo un cambio de acciones en la empresa Huife, que desde su formación hace varios años no registraba movimientos, otorga la titularidad al jamaiquino. Sus cuentas bancarias iniciales han cambiado y la página web que remite a Disney Mundo, sigue exhibiendo un texto destinado a aclarar a la prensa que nunca intentaron usar el nombre de Disney World.
La causa por usurpación de marcas que se tramita en el Juzgado Federal, promovida por The Disney Company, no ofrece novedades importantes, pero la culminación de la feria traerá la nueva embestida del Estudio Alessina y Asociados, que patrocina a los legítimos dueños de Disney en Argentina.
Aún queda por procesar mucha información y hay fuentes que sostienen que en la cuenta del banco que figura en el sitio web ya se han depositado 400.000 dólares.
Desde el Municipio dicen no tener novedades, tampoco hay muchos que estén averiguando sobre el tema y solo la comisión de ambientalistas, está muy atenta a los avances.
En Abril, se abrirá una nueva etapa del World Football Idol, cuya abreviatura es WFI, la fonética es “waifi”, casi idéntica a la de la socidedad dueña del campo si sólo se tiene en cuenta el sonido.
El cambio de domicilio de Huife a Puerto Madero, deberá tener un nuevo trámite, si tal como anunciaron en su oficina compartida, se mudan a un edificio propio en Palermo Hollywood. La semana próxima, la realidad dirá si efectivamente han logrado trasladarse, para animar a muchos sampedrinos que están aguardando ansiosos una nueva fuente de trabajo. Los tiempos corren, los planos no se presentaron; tampoco han llegado a alojarse en la ciudad el medio centenar de especialistas que trabajó en Disney, anunciado por Max Higgins en su última visita a la ciudad.
En el campo, los pastos se ven crecidos y hasta tiene un aspecto un tanto abandonado, igualmente en estos días, según comentó el personal de seguridad, se ha visto personal trabajando en la colocación del alambrado en la parte lateral del predio. Sobre la vigilancia, la cantidad destinada al cuidado del lugar ha descendido de tres, a uno por turno.