Hay que superar la minoría de edad para ser adulto
Emanuel Kant planteaba que hay dos tipos de individuos, aquellos que deciden superar la minoría de edad y poder pensar por sí mismo y no necesitan de otra persona para conducirse en la vida alcanzando la adultez, y los que deciden no superar la minoría de edad y vivir dependiendo de la capacidad de razonar de los demás renunciando a la capacidad de adquirir responsabilidades y compromisos. Tomando como punto de partida a Kant, se puede afirmar que las personas más aptas para la sociedad son las personas que han superado la minoría de edad y logrando la adultez, por ende, la capacidad de adquirir responsabilidades y compromisos. Ahora, ¿qué pasa cuando en una sociedad la mayoría de la población no ha podido o no quiere superar la minoría de edad? Tenemos una sociedad que no ha madurado lo suficiente para poder crecer y desarrollarse superando viejas etapas y heridas del pasado y necesita permanentemente una guía que le indique lo que está bien y lo que está mal. ¿Cómo podemos darnos cuenta si los sanpedrinos hemos alcanzado la madurez social? Una forma es observando las decisiones que se toman o las argumentaciones que se elaboran ante un hecho particular que produce un fuerte impacto en la opinión pública. Tal es el caso de los accidentes de tránsito en la Ruta Nº 191 cuya solución planteada no está relacionada con la falta de cumplimiento de las reglas de tránsito, sino con los árboles plantados a la orilla de la Ruta. Según estadísticas oficiales, Argentina es uno de los países con mayor cantidad de muertes por accidentes de tránsito del mundo, producto de fallas en los controles gubernamentales y la escasa conciencia ciudadana sobre seguridad vial. Pero en vez de reconocer estas fallas y hacernos cargo, hemos encontrado un chivo expiatorio tanto para la sociedad civil como para el gobierno: “los árboles”. Como no tienen voz para defenderse de los ataques cobardes de gente incapaz de comprender los verdaderos problemas de la sociedad y hacerse cargo de estos, están a punto de dejar de ser parte de nuestra historia y lavar culpas del pésimo tránsito que nosotros, los conductores, supimos conseguir. Los árboles son parte de nuestra historia, son históricos; por ende antiguos, que hacen mucho tiempo que están ahí. Si los reemplazamos por otros árboles la antigüedad se destruye, desaparece, no esta más y cuando se destruye un objeto histórico es “para siempre”, es irremplazable. Si hacemos alarde de ser una ciudad turística: ¿por qué no cuidamos lo histórico? ¿Por qué no aceptamos nuestro pasado si éste es el que condiciona nuestro presente? ¿Qué mensaje le estamos dejando a nuestros hijos con este tipo de actitud? “Que el pasado pisado”, “que solo hay que vivir el presente”, “que no hay que hacerse cargo de errores cometidos”, “ yo no fui”, si hice algo indebido, “no me acuerdo” si tengo alguna deuda. ¿Qué sociedad puede avanzar así? ¿Qué legado les estamos dejando a nuestros hijos si todavía no hemos madurado, no hemos superado la mayoría de edad? No sería de adultos reconocer que manejamos mal, que no respetamos la velocidad máxima de 60 kilómetros por hora, que priorizamos intentar llegar rápido a llegar, que la carpeta asfáltica es inadecuada, que no hay la señalización adecuada, que no está pintada la ruta, etcétera. La decisión está en nosotros si queremos vivir en una sociedad más justa o injusta, equitativa o desigual, segura o insegura. Está en nosotros cuál sociedad queremos para nosotros y para nuestros hijos y la decisión se reduce a si queremos superar la minoría de edad o seguir viviendo en ella como hasta ahora. Pablo Rodolfo Bardelli - Conductor y ciudadano sampedrino