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    Hasta “Aquí Santa Lucía”

    De septiembre del 92’ a la fecha muchas cosas han pasado. Si hasta parece una canción melancólica de Cacho Castaña. Pero no, 18 años fueron los que pasaron desde que un adolescente con apenas 17 años empezó a mostrar la realidad desde un medio escrito. Ahí nació “Aquí, Santa Lucía”, en este semanario que hoy tienen en sus manos.

    28 de julio de 2010 - 18:54
    Hasta “Aquí Santa Lucía”

    De septiembre del 92’ a la fecha muchas cosas han pasado. Si hasta parece una canción melancólica de Cacho Castaña. Pero no, 18 años fueron los que pasaron desde que un adolescente con apenas 17 años empezó a mostrar la realidad desde un medio escrito. Ahí nació “Aquí, Santa Lucía”, en este semanario que hoy tienen en sus manos. Éramos jóvenes, nos queríamos comer el mundo y veíamos que todo estaba por hacerse y había que arrancar de alguna manera.
    Desde el comienzo trabajamos por un pueblo mejor, nos quejamos de lo que no estaba bien, dimos derecho a réplica a los que no apoyaban nuestras ideas y tratamos de dejar una huella por aquella ruta poceada que nunca logramos que se hiciera de nuevo, en casi dos décadas de pedidos. Hicimos y posiblemente obviamos, involuntariamente, muchas cosas pero siempre, siempre, intentamos mirar hacia adelante creyendo que Santa Lucía lo merecía.
    Y poco a poco el tiempo fue pasando, como va pasando la vida pasaron elecciones, presidentes, delegados, concejales, comisarios, pozos en el acceso, pintadas, semanas de la juventud, partidos, pozos en las calles, llegadas, ascensos, egresos, instituciones, chicos que ya son grandes, grandes que lo son más, plaza de colores, carteles con errores, trenes, autos, tractores, vías vacías, sembradoras, vagones, veredas, podas, caminos de tierra, miedos, robos, alegrías, emoción, ganas, indignación, drogas, peleas, alcohol, sueños, libros, árboles, rosales, trigos, semillas, granizo, tormenta, nieve, campeonatos, lobos, médicos, herreros, almaceneros, empleados, comerciantes, curas, santos, pozos, paredes, taperas, ladrillos, cuentos, estafas, ilusiones, errores, aciertos y siempre, pero siempre, la esperanza de que juntos podíamos crecer y dar más.
    Nos fuimos realizando, vimos a Santa Lucía desde adentro y desde afuera. Viajamos, nos especializamos y nos realizamos desde la distancia pero con un pie, un oído y una mano dispuesta a plasmar cada detalle de lo que en el pago estaba pasando. Porque uno, lejos, en las noches frías, puede que le pasen muchas cosas por la cabeza pero jamás olvida el lugar que lo vio nacer, el terruño que tiene ese olor a tierra mojada, a mate recién cebado y a historias por contar detrás de cada árbol de la plaza, a la vuelta de la esquina o la sombra de aquella enredadera que, como la vida, se entrelaza y se expande para seguir diciendo presente.
    Llegó el momento de dar un paso al costado en esta columna que tantas historias escribió y tantas cosas seguramente seguirá diciendo desde otras manos pero, como aquellos niños que en las primeras columnas anunciábamos su nacimiento y hoy están cumpliendo la mayoría de edad, como ellos, nosotros consideramos que este es un ciclo cumplido.
    Los dejamos con la añoranza de no estar, por lo pronto, cada semana con ustedes, y agradeciendo sobremanera a cada uno de los suscriptores, lectores, colaboradores y vecinos con los que compartimos esta locura de informar lo que nos pasa a los santalucenses y que hoy, desde cualquier parte del mundo nos pueden leer. Gracias al Semanario, a los que estuvieron en el principio, a los de ahora, y a Lili, que siempre nos dio la libertad de expresarnos según nuestras convicciones cuando éramos apenas unos adolescentes y hoy que hemos madurado y la vida nos fue golpeando como a todos.
    Como en la película “Quisiera ser grande”, hoy el niño hecho hombre va caminando por la calle feliz de lo vivido, con un puñado de recuerdos y el sueño de que su pueblo será el mejor del mundo y se merece lo mejor….
    Hasta pronto, hasta cualquier momento, hasta dentro de un rato, hasta el próximo periódico, la próxima historia, o el próximo tren que algún día veremos llegar.
    Buena vida Santa Lucía, y como les digo siempre: “No olvides que una vez tu fuiste sol”…
    Antes de dar por terminada mi labor en este periódico quiero publicar un poema que le hizo un amigo a Oscar Biain, el ex carnicero del barrio, el ex Delegado Municipal, una buena persona con todas las letras, que perdurará en la mente de todos los que tuvimos la suerte de conocerlo.

    1
    Voy a pelearle el bozal
    al flete del pensamiento
    y al potrero del sentimiento
    voy a soltar mi bagual
    como el canto de un zorzal
    aquí en mi pecho hizo nido
    largo mis trinos sentidos
    para que lleguen al fin
    recordando a Oscar Biain
    un amigo que se ha ido.

    2
    Recuerdo sabia contar
    que en los tiempos de su infancia
    juntando maíz por las estancia
    de chico tuvo que andar
    y nunca pudo olvidar
    como enseñanza primera
    esas heladas fulera
    cuando no había pa’ bota
    salir de alpargata rota
    y con los dedos afuera.

    3
    El tuvo una infancia dura
    lo que siempre resaltó
    cuando su padre faltó
    fueron mucha amarguras
    alejado de la ternura
    fue aguantando los cimbrones
    la pobreza en ocasiones
    no le hizo temblar la mano
    y se crió junto a sus hermanos
    dos mujeres y dos varones.

    4
    Y como el amor a su manera
    suele cambiar las cosa
    conoció a Lita su esposa
    que fue su gran compañera
    y llegaron sin espera
    como fruto de ese amor
    más bonita que una flor
    que a la belleza la achica
    Araceli la más chica
    y Graciela la mayor.

    5
    Y entre América y Sarmiento
    Oscar con mucha alegría
    plantó su carnicería
    sin pereza ni argumento
    pucha qué lindo momento
    como recuerdo sincero
    cuando un pobre sin dinero
    llegó a pedirle una mano
    Oscar como buen paisano
    no le negaba un puchero.

    6
    Y sus dos perros compañeros
    como acero que no se mella
    por el Martín y por la Estrella
    sintió un orgullo sincero
    y como todo campero
    la fue peliando hasta el fin
    cuando en un duro trajín
    que ya mismo le detallo
    le habían robau su caballo
    y los encontró por Junín.

    7
    Para hacer una gauchada
    nunca anduvo con amago
    y para la fiesta del pago
    le tuzó a la paisanada
    una humildad valorada
    que hoy mi memoria desata
    cuando aquella ocasión tan grata
    que asumió de Delegado
    por él, se hubiera presentado
    de bombacha y alpargata.

    8
    Las bochas y la paleta
    deporte que le gustaba
    donde Oscar demostraba
    que el hombre no era maleta
    pa’ las cartas no era yeta
    tampoco lerdo y chambón
    por un Tuti o un chin chon
    jugando las horas pasa
    y el club su segunda casa
    como sana diversión.

    9
    Y como el destino no amaga
    cuando tiene que llegar
    la vida se entra a achicar
    como un candil que se apaga
    igual que filosa daga
    la muerte en esa ocasión
    se la llevó sin razón
    entre llanto y desconsuelo
    así Lita partió pal cielo
    por culpa del corazón.

    10
    Y Oscar la siguió peleando
    tratando de no amargar
    mejor no se pudo estar
    solía andar comentando
    enero venía avanzando
    y Oscar empezó a aflojar
    él ya no podía montar
    pa’ salir al recorrer
    y sin más nada que hacer
    se fue en marzo a descansar.

    11
    Todo paisano tristón
    de a caballo en su cortejo
    y a más de un gaucho viejo
    se le escapó un lagrimón
    una sentida emoción
    se hizo presente en su partida
    de una manera sentida
    sus dos perros imaginaron
    y como dos chicos lloraron
    dándole la despedida.

    12
    Hoy andarás tuzando
    en el cielo un mancarrón
    mientras Lita un cimarrón
    seguro te anda alcanzando
    aquí en la tierra extrañando
    tus dos hijas hasta el fin
    llevarán como un paladín
    pa’ defender donde cuadre
    ese orgullo por su padre
    y su apellido: BIAIN.
    Iván Marich

    N. de la R.
    Nuestro profundo agradecimiento a la familia Marich por habernos acompañado durante todos estos años en este camino por contar lo que pasa en todo el partido de San Pedro. Su labor durante todo este tiempo ha sido encomiable, esforzada, digna de ser destacada.
    La columna de Santa Lucía ha sido cada semana un espacio para que desde esa localidad pudieran estar al tanto de su realidad, llevada con empeño por quienes durante casi 18 años estuvieron en cada edición junto a nosotros.
    La Opinión los saluda hasta pronto y no deja de agradecer la pasión compartida por llevar a los lectores la versión original de los hechos.

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    • Edición N° 956
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