“Guardad los cuchillos —dije—, que llega la policía”. Estábamos Misie, Valeriano, Bernardita y yo, y de repente la plaza se puso patas arriba. Vimos gente correr, gente escondiéndose entre la gente, gente buscando llaves y quitando coches y motos mal aparcadas, gente avisando a otra gente, gente disipando el humo de no sé qué cosa que estuvieran fumando los muy pendejos, camareros quitando mesas y sillas que alguna ley, en algún lugar, tenía que decir que eran ilegales, gentes de todo color y condición, gente espantada.
Misie, que no se llama Misie, que se llama Roberto porque así le puso de nombre la madre que lo parió, pues bien, Misie dijo: “Si la policía está para hacernos sentir más seguros, ¿por qué todo el mundo se anda escondiendo? Parece que la gente no se siente muy segura, ¿verdad?”.
Y Valeriano, Bernardita y yo nos reímos. Porque son las cosas de Misie, claro, de Roberto.
Como aquella noche de bares en que de tanto proclamarlo genio por esto, genio por esto otro, al final ya harto de tanta noche y tanto elogio, Misie, Roberto, o como carajas se quiera llamar, nos miró con cara de loco, ojos de loco y todo de loco, y nos dijo: “Lo que yo soy es un psicópata. Lo que pasa es que lo disimulo muy bien”. Son las pequeñas cosas de Misie, claro, las cositas de Roberto.
Rafael Barbero García
DNI: 75708034-S
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