Fuera del tarro
Siete horas es lo que demanda un viaje a Mendoza, por carretera. O un vuelo directo a Miami –la denostada aunque siempre apetecible meca del turismo Argentino–. Siete horas duró la cola para tramitar el nuevo DNI en el Registro Provincial de las Personas. Previamente había hecho la gestión vía Internet, pero eso de nada me valió. En San Pedro cola y madre comparten un mismo beneficio: hay una sola y por ende, es excluyente. La oficina local atiende de 08.00 a 13.00, pero a las siete de la mañana ya era un mundo de gente, con chicos inclusive. Yo estaba cansado al abrirse las puertas del Registro, y así permanecí, resignado aunque furioso en mi interior, hasta minutos antes de las 13:00. Ancianos y ancianas, desvalidos y desvalidas, punteros y punteras, colados y coladas, gente de mal mirar y peores modales… todo pasaban delante mío, rumbo a la única (y parsimoniosa) máquina en funciones.
En el Registro no hay papel, de modo que había que llevar papel. Una impresora está fuera de servicio, y un solo escáner toma las huellas digitales, acompañado en este esfuerzo por una solitaria camarita web. No entregan número, de modo que uno no puede hacer un trámite o una compra (yo fui en ayunas, porque tenía que sacarme sangre) y luego regresar. Hube de permanecer allí, clavado, pensando que es preferible quedarse porque mañana puede ser peor aún. Descuento que el Ministro Randazzo tuvo muy buenas intenciones al establecer la obligatoriedad de renovar DNI antes de fin de año. Pero en San Pedro me consta que está siendo boicoteado. Más aún: ninguna de las 100 o 150 personas que hicieron cola junto conmigo estaría bien predispuesta ante una eventual candidatura de este funcionario que (aseguran los leídos) saldrá con papas fritas. Dentro de una semana, Correo Argentino me entregará el nuevo DNI. Y firmaré conforme. Aunque, querida Lili, no estoy nada conforme. Nada…
Roberto Young (roberto_young@live.com.ar)