Fue a denunciar que su abusador la intimidaba y se enteró de que archivaron la causa
Una joven que denunció haber sido abusada cuando tenía 16 años fue a radicar una denuncia porque el acusado pasa por su lugar de trabajo y se burla de ella. En Fiscalía se enteró que la causa terminó y que el denunciado fue sobreseído. Sin posibilidad de apelar, pidió una restricción perimetral porque ahora teme represalias.
La semana pasada, una chica ahora mayor de edad que denunció haber sido abusada cuando tenía 16 años fue a la Comisaría de la Mujer cansada de sentirse intimidada por el joven al que hace tres años denunció.
Derivada a Fiscalía, supo allí que su denuncia había quedado en la nada y que el acusado fue sobreseído.
Sin salir de su estupor, envuelta en llanto, dispuesta a contar su historia y sin saber a quién recurrir, contó en la redacción de La Opinión la impotencia que sentía. También contó lo que pasó y lo que vive ahora, cuando teme sufrir algún tipo de represalia por parte de quien ella considera su abusador y para la Justicia es un inocente.
Al salir de las oficinas de este medio y asesorada por una integrante de la Mesa de Violencia y Abuso, pudo dejar asentada su denuncia, manifestar que desea ser asistida por los profesionales de la Comisaría de la Mujer y pidió una restricción perimetral para con el joven.
En su denuncia contó que tanto ella como su familia sufren la presencia del denunciado, quien pasa en su moto por su trabajo y cuando la ve afuera acelera en el lugar y hace gestos de burla.
Una noticia sorpresiva
Cuando en Fiscalía le dijeron que su causa había sido archivada, la joven no lo podía creer. No lo entendió. Lo que le dijeron fue ni más ni menos que aquel a quien ella considera su victimario fue declarado inocente. Lo que ella contó en cámara Gesell respecto de lo que pasó aquella noche de invierno de 2013 no fue suficiente para la instrucción del expediente, a cargo en ese momento de la Fiscala Gabriela Ates.
Junto a su madre, la chica pidió en Fiscalía una copia de la causa, con la intención de consultar a organismos para que la asesoren respecto de la posibilidad de revisión, ya que el tiempo de apelación pasó.
Durante la investigación no tuvo abogado patrocinante porque su familia no podía pagarlo. Si no fuera porque se hartó de ser molestada por el denunciado, no se hubiese enterado de la decisión judicial.
“Yo entiendo que no se pueda hace nada, pero no quiero que me moleste más”, dijo entre llantos a La Opinión. La noche en que ella asegura haber sido abusada gritó muchas veces que no y nadie la escuchó.
Una noche trágica
Era en abril. Con 16 años, le mintió a su mamá que se iba al centro con amigos y amigas, pero en realidad se fue a una fiesta en la sede de un sindicato. En su declaración en cámara Gesell contó que le convidaron marihuana y que fumó, y que bebió alcohol.
En su testimonio judicial, la joven tuvo lagunas. Hay muchas cosas que no puede recordar. Por ejemplo, cómo llegó a lo que primero pensó que era el Boulevard pero luego pudo reconstruir que se trataba del Registro Civil.
En el expediente obra que allí estaba, sin saber cómo ni por qué, con dos jóvenes. En un momento atinó a llamar por teléfono a su casa pero le sacaron el celular. Luego quedó sola con uno de los muchachos. Allí empezó lo que describió como un calvario. Muchas veces dijo que no. También le gritó que era lesbiana y que le gustaban las mujeres. Que no quería saber nada con él. Todo era cierto.
Esa noche, el denunciado la llevó a su casa. La madre de la chica abrió la puerta y lamentó el estado de embriaguez de su hija adolescente. No alcanzó a enojarse porque cuando el muchacho se fue ella le dijo, entre lágrimas y como pudo, que le dolía “ahí abajo”.
Su madre la llevó al Hospital. “No tenía signos de violencia, pero decía que le dolía”, recordó. Cuandodespertó por la tarde dijo quién era el joven. Cuando sus amigas lo describieron, la madre supo que era el mismo que la había dejado en su casa esa madrugada.
La médica que atendió a la joven le dijo a su madre que hiciera la denuncia, la que hizo en la Comisaría ante un funcionario de Fiscalía que se ofuscó porque la mujer lo dejó un rato esperando ya que su hija había entrado en una crisis de nervios.
“Cuando yo fui a la Fiscalía, todas las veces, nunca me dijeron nada”, contó. Al año y medio de sucedido el hecho consultó a una abogada, que leyó la causa y le explicó algunas cosas. No podía representarla por escasez de recursos. “Como había que pagar para presentarla como abogada, no pudimos”, dijo.
Las veces que intentó saber cómo iba la causa recibía por toda respuesta que debía esperar, hasta que la semana pasada la respuesta fue que la causa había sido archivada.
Una instrucción poco feliz
La causa, como se dijo, estaba a cargo de la Fiscalía número 7, en ese entonces de la suspendida Gabriela Ates, y quien trabajó sobre el expediente fue el ayudante Vicente Gómez.
Cuando Fiscalía elevó el expediente a juicio, el Juzgado de Garantías Nº 1 de Laura Vázquez lo denegó porque consideró que no había pruebas suficientes para ello.
El acusado pidió ampliar su declaración indagatoria y la estrategia que ensayó su defensa funcionó, de manera tal que dejó muy mal parada la tarea investigativa de la Fiscalía.
Las pruebas recolectadas por la instrucción fueron endebles, al punto de que contaban con la pericia sobre las prendas de vestir de la víctima, que dieron negativas porque ella se había bañado con la ropa puesta.
Un abogado que siguió de cerca el caso consideró ante este semanario que “fue muy burda la investigación” y que para el defensor del acusado fue muy sencillo rebatir el caso en Fiscalía.