Falleció uno de los indigentes que vivía en la Plaza de la Terminal de Omnibus
Se llamaba Laureano Monzón y era de San Pedro pero desde hace mucho tiempo su adicción lo llevó a vivir en la calle. Murió en la madrugada del lunes, según el informe del médico de policía, por su adicción al alcohol. Junto a otros cuatro hombres, bebía diariamente alcohol fino rebajado con agua y aunque había sido tratado en instituciones psiquiátricas sólo recibía la ayuda esporádica de la Cruz Roja.
Un hombre de 40 años falleció el lunes a la madrugada en la plazoleta de la Terminal de Ómnibus, producto del daño que le provocó una prolongada adicción al alcohol.
Laureano Monzón, la víctima, era oriundo de San Pedro pero desde hacía largo tiempo vivía en la calle y junto a otros cuatro hombres formaba un grupo conocido por deambular continuamente en la Terminal de Ómnibus en notable estado de abandono y ebriedad.
En el caso tomó intervención el médico de policía, Dr. José Dubini, quien una semanas atras había sido convocado por la municipalidad para que realizara un informe sobre estas personas que vivían en tan precarias condiciones.
El médico explicó que el causal de muerte había sido la ingesta desmedida de alcohol fino que tiene una alta graduación -alcanza los 96 grados-, y que provoca que los adictos sean más sensibles a la hipotermia. Esto quiere decir que ante un clima adverso, la temperatura corporal baja sin posibilidad de recuperarse y se produce la cesación de las actividades vitales hasta la muerte. Ante la falta de contacto con sus familiares, la Municipalidad se hizo cargo contratando a Casa Secchi para el servicio de sepelio en el cementerio.
Cuatro más y algo por hacer
El caso de Monzón preocupa porque otras cuatro personas viven en las mismas condiciones a pesar de tener entre 42 y 55 años. Uno de ellos de apellido Avendaño, es oriundo de Los Toldos y llegó hace muy poco a San Pedro pero ya ha vivido en la estación de trenes y en zonas de la costa, siempre a la intemperie.
Tiene 42 años, y dice estar separado de su mujer que ahora vive con sus hijos en España. Su historia tiene varios aspectos llamativos porque él dice ser estibador pero habría estado relacionado laboralmente con importantes empresas del país. Hace unos años sufrió un accidente que le produjo consecuencias neurológicas severas y permanentes, y aunque cuenta con una historia clínica del Hospital Fernández de Capital Federal que lo avala y un trámite iniciado para obtener una pensión del estado, nunca le fue extendida por el ANSES.
Otro de los indigentes que lo acompaña es un misionero de apellido García que tiene 44 años, y es un trabajador rural que incluso tiene su carnet de afiliación a UATRE.
Pero ni él ni el cuarto hombre de apellido Moreira y de 55 años, tienen donde vivir y al reunirse, sólo “matan el tiempo” consumiendo alcohol.
Ellos dicen que lo hacen para paliar el frío pero por supuesto, es la adicción la que los lleva a reincidir.
Dubini reconoció que al no existir sectores cerrados de internación, siempre vuelven al mismo lugar y recuperan su hábito, porque no tienen ni contención familiar ni social continua. Ahora, se intentará que el Tribunal de Familia de San Nicolás interceda y con los informes realizados por el médico de policía, disponga un tratamiento permanente con el control local del área de Desarrollo Humano y Salud municipal para lograr que respeten las indicaciones médicas. Quizá así, después de tantos años de abandono al fin encuentren una asistencia adecuada para su triste y terrible mal.