Facturas de luz impagables y pedido de explicaciones a la Coopser
Usuarios reclamaron información y una reunión ampliada con delegados y consejeros. El aumento es una disposición del gobierno y en los próximos meses habrá incrementos del orden del 34 por ciento. Según el Presidente del Consejo de Administración, la luz en San Pedro no es más cara que en otras ciudades de la zona. Qué hay que tener en cuenta para entender la factura.
Los múltiples ítems que componen la factura de electricidad revelan la necesidad de contar con comunicación precisa entre representantes y representados para estimar los verdaderos costos de administración de la distribución con reglas cooperativas.
El presidente del Consejo de Administración de Coopser, Pablo Peralta, anunció que en pocos días darán a conocer la fecha para el encuentro entre un grupo de socios que reclamó por el incremento desmedido en el precio de la electricidad y el cuerpo de consejeros y delegados de la entidad.
En los próximos meses se sumarán los aumentos de 2018, un 34 por ciento más, en promedio. Las facturas que ya recibieron los usuarios son apenas la antesala de los montos previstos para el año en
curso.
Hay una concepción generalizada sobre el modo en que el Sindicato de Luz y Fuerza que maneja desde hace más de una década los destinos de Coopser administra los ingresos que ubican la facturación de la entidad como la segunda más importante de la ciudad. La primera es la Municipalidad; pero claro, sus índices de recaudación se acotan a la voluntad de pago de los contribuyentes sin
que se les pueda cortar el suministro.
Desde que la participación en la vida institucional mermó al compás de una política de secretos y silencios impuestos por elecciones poco promocionadas y asambleas a las que sólo concurren socios afines, la masa de asociados se conformó con ser cliente; a lo sumo, usuario.
Los organismos de control se limitan a certificar balances y avalar planes de inversión, por lo que se hace difícil detectar alguna fisura en el manejo de las cuentas.
La cuestión no está allí, sino en cómo operan con ese volumen de dinero quienes, con criterio bastante perverso, actúan de modo compulsivo con el que no puede abonar su consumo y hasta le cobran la reconexión. Cuánto cuesta enviar el aviso de corte, enviar la cuadrilla a suspender el servicio, registrar administrativamente el trámite, cobrar la deuda y el importe por la reconexión para volver a costear el traslado de la cuadrilla con la misión de devolver la electricidad a alguien al que se denomina socio.
Ninguna sociedad prospera si sus accionistas se tratan como enemigos.
Ese es el ejemplo mínimo que sirve como parámetro para explicar la enorme distancia que a consecuencia de mantener en reserva las decisiones se paga luego con la sospecha generalizada sobre el destino que se le da a los más de 35 millones mensuales que administra la entidad.
Respuestas adecuadas
Peralta aceptó responder, números en mano, los principales cuestionamientos que surgieron tras la recepción de las facturas de enero.
Una de las cuestiones más recurrentes apunta a la periodicidad con la que se toman los registros de los medidores. No es lo mismo en tiempos de alta demanda que el personal que registra la demanda domiciliaria y comercial pase cada 28, cada 30 o cada 36 días. Ese es un primer factor que a veces, por muy poco, influye en el costo del kw, que varía de acuerdo a cada categoría, según el consumo.
Según Peralta, el promedio de consumo residencial de San Pedro se ubica entre los 230 y los 250 kw mensuales y cada kw cuesta, en promedio, $ 3,50. Esa sería una media a tener en cuenta de no ser porque en cada domicilio el shock fue tan grande que se hizo imposible reflexionar sobre la columna superior derecha donde se marcan en un gráfico las diferencias de utilización de energía en los últimos meses.
La otra variable está dada por las demandas estacionales. Es natural que por la sobreeexigencia del calor se utilicen más los equipos de aire acondicionado, los motores de heladeras “no corten” o se enciendan las luces hasta altas horas de la noche.
Peralta confirmó que están haciendo modificaciones en el sistema de comunicación en la web para que la población tenga a su alcance la información que necesita para saber dentro de qué categoría se encuadra.
También existen casos que obedecen a un patrón que es prácticamente incomprobable. Son aquellos que muestran importes desmedidos y que “serán analizados individualmente”. Por ahora no hay normativa que imponga la evaluación de esa casuística para poder darle dimensión a los errores.
Más cara o más barata, son 35 millones
A la hora de comparar costos con ciudades vecinas, Peralta fue contundente y categórico: “San Pedro no tiene la electricidad más cara”. Para demostrarlo, adelantó que harán una comparativa en la reunión que mantendrán con los asociados.
Tomando cifras “redondas”, la facturación de este mes de Coopser quedó establecida en 35 millones de pesos. En diciembre fue de entre 21 y 22 millones. Salvo excepciones, quienes abonan la tarifa social o las grandes empresas cuentan con tarifas especiales. Entonces, esos 13 millones de diferencia se reparten sólo entre una porción de los asociados. El impacto en el bolsillo es diferente para quien puede trasladarlo a precios que para quien cobra un sueldo fijo.
Los ejemplos abundan. Una mujer que maneja una pollería de barrio no tardó en hacer la cuenta y dijo que tiene que vender 200 kilos de milanesas para pagar su factura de luz. Para muchos comercios pequeños se complica la competencia con las múltiples bocas de expendio que funcionan en redes sociales, locales informales o viajes de compras que se organizan a centros comerciales como La Salada.
La otra mochila
La carga impositiva sobre la factura de electricidad siempre es porcentual. No se tarda entonces en concluir en que la recaudación segura que llega a las arcas del Estado pasa por todos esos ítems: más de un 40 % de lo que pagan los usuarios corresponde a impuestos.
En el caso de los servicios sociales, Peralta aclaró que no son porcentuales directos sobre el consumo sino el costo total de cada rubro dividido por la cantidad de asociados que tiene.
Para los que aman las comparaciones, en diciembre de 2015 un kw cotizaba, en promedio, a $ 0,80. Dos años después, $ 3,50. Así, la energía le ganó al dólar, a la inflación y al costo de vida.
Cuestiones políticas
No han sido pocas las especulaciones sobre las intenciones de quienes se presentaron a reclamar. Allí hubo una curiosa mezcla entre dolientes y personas deseosas de comenzar a participar en la vida de la Coopser. Muchos de ellos, exdirigentes de la entidad que lamentan que sea el gremio quien controle la caja para protegerse de cualquier vaivén que la política cooperativa demande en desmedro de muchos de los privilegios con los que cuentan y que fueron refrendados en convenios colectivos de trabajo que datan de 1974: ingreso de familiares directos o de segunda línea de consanguineidad a las vacantes laborales, bonificación de una cantidad significativa de energía para los empleados, condiciones especiales para el desempeño de tareas en las redes, escalafón salarial que fija sueldos que promedian los 30.000 pesos iniciales con jerárquicos que hoy perciben más de 160.000 pesos por mes figuran entre las múltiples críticas que se formulan para pedir mayor austeridad, como se hace con los funcionarios políticos. Eso es lo que más molesta porque el ingreso de nuevos representantes pondría la lupa sobre los privilegios a los que se sumaron los consejeros, que cobran viáticos de miles de pesos.
Tal vez sea por eso que los concejales se hacen los distraídos a la hora de ejercer su rol de defender los derechos del “poder concedente”. Ese es el rol del municipio a la hora de auditar las cuentas y proponer modificaciones. La última vez que se logró una victoria fue tras la solicitud de Mario Sánchez Negrete para que se elimine el 10 % de la capitalización que llevaba una década vigente por la “emergencia económica”.
La clínica
“Está casi en equilibrio”, es la respuesta a la otra demanda de explicaciones sobre el destino de los fondos de los socios. La inversión de $ 14 millones iniciales para la compra de la exclínica San Martín deberá ser explicada y rendida en la próxima asamblea de la entidad.
Esa será la oportunidad de preguntar por qué a un año de la adquisición los usuarios no tienen beneficios, no hubo llamado a concurso para profesionales de la salud ni se seleccionaron en licitaciones públicas las mejores propuestas de obras sociales y prepagas para ser atendidas en el sanatorio en el que hasta el momento siguen trabajando los mismos médicos que lo llevaron a la quiebra.
Nadie se pregunta cuánto consume de electricidad el sanatorio y quién lo paga. La segunda de las respuestas es clara: todos los socios.
Entre el personal también impera un profundo silencio toda vez que les recuerdan que deben agradecer que la Coopser haya recuperado las fuentes de trabajo.
Aquí, por ahora, las cuentas no son claras y en la medida en que se sufran los vaivenes de otros sistemas de salud privados no habrá posibilidades de una cooperación más adecuada con el sector público que tanto necesitaría de esas bondades que sólo se pueden hacer de manera solidaria y asociada. Tal vez sea esa una buena propuesta para presentar a los delegados de cada barrio.