“Esto fue un antes y un después en nuestras vidas”
Así sintetizó Ernesto Montes lo ocurrido la semana pasada a él y su familia, en su casa de Santa Lucía. Dos delincuentes protagonizaron un raid delictivo entre San Pedro, Río Tala y Santa Lucía.
Aún persiste la impotencia, el asombro y la bronca, por tanta saña e impunidad. Lo sucedido a un remisero de San Pedro y a una familia de Santa Lucía pone de manifiesto la violencia que se utiliza en cada uno de los ilícitos que se ejecutan, sea quien sea, en cualquier lugar y a toda hora del día.
El hecho se produjo hace una semana atrás, en horas de la noche, y hasta el cierre de esta edición no se habían producido novedades de ninguna índole con respecto a la investigación. Aunque se estima que los dos delincuentes que protagonizaron este impresionante hecho viven en nuestra ciudad y son muy conocidos, debido al recorrido y al lugar en donde dejaron abandonadas a sus víctimas. Estos poseían datos precisos, sumándose a una modalidad que no es propia de simples “rateros”.
“Esto fue un antes y un después en nuestras vidas”, dijo Ernesto Montes, un comerciante santalucense que junto a su familia fue víctima de uno de los ilícitos. “Vivimos horas terribles, con estos dos delincuentes que nos apuntaban a la cabeza, nos gritaban e insultaban”, aseguró. El relato del damnificado marca a las claras la crueldad y la sumisión a la que fueron sometidos por los malvivientes.
En realidad todo se inició en nuestra ciudad cuando en la remisería Belgrano se recibió un llamado pidiendo un auto para inmediaciones del balneario ACTUR. Allí fue abordado el Renault 9 guiado por Juan Carlos Aeginio, de 53 años. En un primer momento se dirigió en sentido al barrio Futuro, pues hacia allí indicaron los supuestos pasajeros que se dirigirían.
A medida que fueron avanzando los sujetos le pidieron que se desviara y al llegar a la intersección de Ruta 1001 y Litoral extrajeron un arma y apuntaron al chofer. Allí lo obligaron a viajar en sentido a Río Tala pero al llegar a esa localidad lo desviaron e indicaron que se dirigiera por la Ruta Nacional Nº 9 hasta la 191. Así recorrieron varios lugares, amenazando y tomando con fuerza el cuello del remisero.
Ya en dirección a Arrecifes, al llegar a Pueblo Doyle, le colocaron una rejilla en la boca y le robaron su teléfono celular Nokia gris, antes de seguir viaje hacia la localidad de Santa Lucía, pero con uno de los delincuentes al volante y Aeginio como rehén. Una vez en Doyle se movilizaron por distintas calles de barro hasta arribar a un camino vecinal para reducir definitivamente al chofer y encerrarlo en el baúl del automóvil.
Después de unos cuarenta minutos de permanecer en el interior del auto, logró abrirlo mediante la utilización de una barreta, y justo en ese momento una cuadrilla de la Coopser que trabajaba sobre la zona escuchó ruidos y divisó al chofer. Estos lo auxiliaron y lo trasladaron hasta el destacamento, lugar en donde comenzaron las actuaciones sin imaginarse que lo peor estaba por venir. Mientras tanto, de los delincuentes nada de nada, habían desaparecido en la oscuridad de la noche.
“Arrodillate vieja de mierda”
Las andanzas de estos dos delincuentes no se detuvieron. Ya en el casco urbano de Santa Lucía, no se pudo determinar si por datos precisos o fatalidad, llegaron al domicilio de la familia Montes, ubicado en Guanella 295. Uno de los delincuentes, encapuchado, se asomó por un ventilúz de unos 60 por 40 centímetros y apuntó con un arma de fuego a Ernesto Montes de 48 años. Así comenzó esta odisea inolvidable para una familia que vive el día a día en su trabajo. Mientras uno de los sujetos le apuntaba, lo obligó a dirigirse a la puerta y abrir al otro delincuente que aguardaba ingresar.
De inmediato redujeron a todos los integrantes de la familia que estaban cenando, el propio Montes, su esposa de 40 años, sus hijas de 7 y 15 años y la suegra del dueño de casa de 81.
Allí comenzaron a gritar e insultar a todos, les apuntaban a la cabeza y exigían que se les entregue dinero. Para marcar la violencia con que se manejaron, en un determinado momento ataron espalda con espalda a las dos niñas, también a la mujer e hicieron arrodillar a la señora mayor diciéndole “Arrodillate vieja de mierda”. En realidad también quisieron atarla pero Montes les hizo entender que era una señora grande y que nada podría hacer. Es más, al momento de huir la tuvieron que ayudar para que se levantara.
A todo esto, Montes fue trasladado a otro sector de la casa en donde lo hicieron arrodillar y volvieron a apuntarlo a la cabeza para amenazarlo con que lo iban a matar. ¿“Por quien empezamos?”, dijo uno de los delincuentes.
El dueño de casa entregó todos los ahorros en dólares que tenía en el lugar y así logró que los delincuentes se tranquilizaran un poco, “Había uno que estaba sacado, mientras que el otro decía que iba a salir todo bien”.
Como si esto no les bastara los malvivientes decidieron tomar a toda la familia de rehén y subirlos a la camioneta Toyota propiedad de Montes. Uno de los asaltantes se subió a la parte trasera con todas las mujeres, entre ellas la esposa con las manos atadas y sentado sobre la falda de esta mientras le apuntaba en la nuca al hombre, quien fue obligado a manejar con uno de los delincuentes al lado.
Así emprendieron viaje en sentido a la ciudad aunque volvieron a hacer el mismo recorrido que habían realizado con el remisero. Previo paso por Río Tala ingresaron a la ciudad y tras recorrer distintas calles la familia fue abandonada en inmediaciones de la cancha de fútbol de Independencia, sana y salva. En realidad los delincuentes abandonaron a las personas y la familia, con una mochila en sus manos donde guardaron el dinero que les habían robado. De inmediato, Montes puso en marcha la camioneta y regresó hacia el centro de la ciudad con toda la familia envuelta en una crisis de nervios, hasta encontrar una patrulla municipal a quien dieron aviso y donde consiguieron algo más de tranquilidad.
La investigación persiste y no se descarta que haya novedades en cualquier momento. Mientras tanto, la fiscalía actuante determinó que se elaboren dos causas por separado pese a que los protagonistas serían los mismos.
Allanamientos y nada más
Personal policial del Destacamento de Santa Lucía y DDI encabezaron una serie de allanamientos entre la mañana del Sábado y el Domingo con el objetivo de dar con los protagonistas. El primer día se desarrollaron cuatro operativos, tres en nuestra ciudad y uno en Santa Lucía. Todos arrojaron resultados negativos, pero en el camino que recorrían los policías hacia una de las viviendas dio con el padre de uno de los sujetos sospechados. Increíblemente, éste, llevaba entre sus ropas algunos billetes en dólares que por su numeración eran los que habían sido robados a Montes en Santa Lucía. Evidentemente era una pista por demás de segura, pero, a las pocas horas, el hombre fue notificado y por orden de la Fiscal actuante, la Dra. Padulo, quedó en libertad ya que esta persona estaba acusada de encubridor, una carátula que es excarcelable. Por supuesto que, todo lo que sucedió después arrojó resultados negativos. Al día siguiente se repitieron los allanamientos pero tampoco dieron resultados. Los investigadores manejan pistas firmes y la aprehensión del Sábado es un dato preciso, aunque hasta el momento no haya detenidos.