Esperan las pericias para esclarecer el crimen de Ariel Lido Gomila
La imparable ola de robos y asaltos en los campos del partido se cobró la vida de un productor de 77 años. El viverista fue asesinado de un disparo en el abdomen cuando intentó resistirse a un nuevo saqueo a su propiedad en el paraje El Espinillo. La investigación vincula el hecho con otros similares en la zona rural. El Fiscal Manso aguarda los resultados de las pericias para establecer conexiones. La pareja de la Consejera Escolar Silvina Sampol huyó antes del allanamiento en su casa, donde encontraron drogas y una campera manchada con sangre.
El Fiscal Marcelo Manso reúne elementos para avanzar en la investigación de uno de los hechos que mayor conmoción generó en la comunidad en los últimos tiempos: el violento asesinato al productor rural Ariel Lido Gomila, de 77 años, ultimado de un disparo en el abdomen el sábado por la madrugada, cuando al regresar a su campo del paraje El Espinillo se encontró con delincuentes que robaban en su vivienda.
Los allanamientos que ordenó la Justicia permitieron recolectar una serie de pruebas cuyos resultados serán determinantes para establecer la responsabilidad que pudieran tener en el caso, dos jóvenes que fueron demorados y otros dos hombres que no estaban en su vivienda al momento del operativo que halló ropa con manchas de sangre y que además derivó en otra causa resonante, relacionada con el tráfico de drogas para su comercialización y por la que permanece detenida la Consejera Escolar electa por Cambiemos Silvina Sampol (ver aparte).
Los testimonios recogidos permitieron vincular la modalidad del hecho en que fue asesinado Gomila con otros ilícitos perpetrados en la zona rural, lo que despertó sospechas en Fiscalía, cuya línea de investigación tiene algunos puntos que permiten avanzar sobre pistas firmes.
La segunda vez fue fatal
Ariel Lido Gómez y su esposa Ester Sobrino habían sido asaltados hace dos años. En esa oportunidad, los maniataron, los golpearon y les llevaron pertenencias de la casa del campo en el paraje El Espinillo.
A pesar de la violencia sufrida, el riesgo que podía implicar y la insistencia de sus familiares, entre ellos el presidente de la Agrupación Mallorca Juan Manuel Gomila, su nieto, el anciano hombre de campo eligió quedarse en el lugar donde pasó toda su vida. Incluso había dicho que no quería estar fuera del hogar cuando alguien decidiera volver a violentarlo.
El sábado por la madrugada, llegó a su casa en su Citroën Xsara junto a su esposa. Eran alrededor de la 1.00 de la mañana. Volvían de una reunión de amigos. Gomila estacionó el auto al costado de la vivienda, ya que cuando llegaba tarde prefería no arriesgar a bajarse y abrir el garage. En seguida notó que algo no estaba bien.
Bajó del vehículo y se dirigió al baúl, donde tenía un arma de fuego. Ya había podido advertir que había en su casa un grupo no determinado de delincuentes que habían ingresado con fines de robo tras romper la puerta de entrada. A unos metros, en un sembradío de soja, habían dejado parte del botín.
Gomila y los delincuentes intercambiaron disparos a una distancia de alrededor de cinco metros. Si bien aún no se pudo establecer quién disparó primero, el resultado fue el que despertó conmocionada a la ciudad: el productor había sido asesinado de un balazo que perforó su abdomen.
Herido, caminó hasta el auto, donde permanecía su esposa. Se sentó en el interior e intentó conducir para buscar ayuda pero no lo logró. Allí mismo y ante su compañera de toda la vida, falleció.
La señora llamó a su nieto Juan Manuel, en medio de una crisis de llanto. El joven, junto a la policía y una ambulancia llegaron al campo sin saber con precisión qué había sucedido. Al arribar, se encontraron con el crimen.
Pistas que dibujan el mapa de la inseguridad rural
El testimonio de un lugareño permitió a la Justicia coordinar tareas para investigar el caso y vincular el asesinato de Gomila con otros robos perpetrados en el campo.
El testigo habló de una camioneta Ford Eco Sport negra que esa noche estaba estacionada a la vera del camino vecinal que une San Pedro con Gobernador Castro, mientras en el campo de El Espinillo se cometía el robo que terminó con la vida del viverista.
Un vehículo similar fue utilizado para los asaltos a la familia Barboza en Santa Lucía y al parador Las Bahamas de la ruta 9 a la altura de El Paraíso, partido de Ramallo, caso por el que permanece detenido con prisión preventiva el policía sampedrino Daniel Lineros, acusado de ser parte de la banda.
Los seis allanamientos que tuvieron lugar el domingo por la madrugada están vinculados a la pista que une estos robos con el crimen del sábado. En cada caso, los objetivos del operativo eran personas con antecedentes, a quienes se relaciona con diversos hechos.
En una casa de Boulevard Moreno y Manuel Iglesias, secuestraron varios teléfonos celulares; en otra casa de Boulevard Moreno al 1100 demoraron a un joven de 22 años, a quien se le extrajeron las huellas dactilares y se le practicó pericia de Dermotest -que permite establecer si disparó un arma en las útimas horas- y secuestraron varios cartuchos de diferentes calibres, picadura de marihuana y celulares.
En una vivienda de Caseros al 1800 fue demorado un joven mayor de edad a quien también le tomaron las huellas dactilares y lo sometieron al Dermotest.
El allanamiento de mayor relevancia fue el de Balcarce 1200, donde la policía llegó en busca de un sospechoso que habría sido avisado sobre el operativo, por lo que no estaba en el hogar donde fue hallada una campera de nylon negra y gris con manchas de sangre que fueron enviadas a análisis para evaluar si están relacionadas con el asesinato de Gomila.
Ese sospechoso que desapareció es concubino de la Consejera Escolar Silvina Sampol, quien sí estaba en la casa a la hora del allanamiento. La funcionaria fue aprehendida porque en su casa encontraron una gran cantidad de drogas. Aunque dijo que nada sabía al respecto, su relato no fue convincente y el Juzgado de Garantías le dictó la detención, imputada por tráfico de drogas para su comercialización.
A la espera de los peritajes
El Fiscal Marcelo Manso aguarda los resultados de las pericias. Las manchas de sangre de la campera hallada en la casa de Sampol es uno de los examenes más importantes.
Es que las probabilidades de que Gomila haya herido a uno de los delincuentes que lo asaltó son altas. El productor gatilló cuatro veces con un revólver calibre 32. Uno de los disparos dio en un poste de madera y los otros tres fueron en dirección a los ladrones. La policía recorrió el sendero que el paso de los delincuentes dejó entre la soja, sin resultados.
La llamativa desaparición de la pareja de Sampol también es un elemento de relevancia. Desde el sábado no se lo ve en ninguno de los lugares que frecuentaba y no se descarta que haya contado con “ayuda externa” para huir y esconderse, momentos antes de que la comisión policial arribara a su casa.
En la escena del crimen hay elementos que ofrecen pruebas. En las cosas que habían sacado de la casa hallaron cinco huellas dactilares distintas, que serán comparadas con lo secuestrado en los allanamientos.
Además, Policía Científica encontró manchas de sangre en un lugar por el que no transitó Gomila desde que fue herido.
El Ministerio de Seguridad provincial tomó nota de la relevancia del caso, que fue reflejado por los medios nacionales, y aceleró los exámenes para facilitar la tarea del Fiscal Manso. En ese sentido, remitieron a las oficinas de la AFIS (Automated Fingerprint Identification System) en Junín, donde hay un registro de identificación dactiloscópica que permite la comparación de las huellas halladas con las personas que posean antecedentes.
La inseguridad que expulsa del campo
En los últimos meses, estas páginas relataron diversos hechos registrados en distintos puntos de la zona rural del distrito. La mayoría sin esclarecer y con familias que decidieron dejar para siempre el campo para irse a la ciudad, por temor.
Primero fueron las familias Actis y Azimonti, en inmediaciones de la explanta de Tupperware; luego les tocó a los Bianchini, Marelli, Parra y González, todos en Río Tala, con la decisión de las últimas dos de mudarse, a pesar de haber vivido toda la vida en su lugar de trabajo.
En Santa Lucía lo sufrieron las familias Barboza, Cugat y Aubalat; los Torresín, en cercanías del paraje La Buena Moza; los hermanos Rodríguez, en inmediaciones del límite de San Pedro con Ramallo, que fueron asaltados dos veces…
Son solo un puñado de víctimas que como otras tantas debieron padecer la inseguridad y desprotección que se vive en los últimos años en la zona rural del partido de San Pedro.
El asesinato del viverista Ariel Gomila es un caso extremo de una situación que necesita intervenciones oficiales urgentes. Hasta ahora, los esfuerzos no fueron suficientes, si es que fueron tales.
Inacción, complicidad, allanamientos pocos convincentes, puestas en escena, la sospecha de corrupción y connivencia policial, forman parte de la problemática.
En muchos de los casos repasados hubo aprehendidos, pruebas colectadas y avances en la investigación. Sin embargo, los resultados nunca fueron positivos y la estadística de esclarecimiento de este tipo de hechos atenta contra la credibilidad policial. En la Jefatura Departamental, desde los tiempos de Gil, muchos se preguntaban qué pasaba en la zona rural de San Pedro que el Comando de Prevención tenía la menor cantidad de detenidos -no aprehendidos, sino con pruebas fehacientes- de toda la región.