Hacía varias semanas que no la veía en su habitual lugar de trabajo y pensé en algún problema de salud o en vacaciones que le debían. Ya irá a volver, me dije y no pregunté por ella. Y hete aquí que este miércoles me entero por La Opinión de algo insólito para como yo juzgo los valores: habían desplazado de su cargo a la señora Norma Morresi. Sí, así destacado, porque durante veinticinco años he sido testigo de su defensa, centavo a centavo, del dinero público, de nuestros impuestos que tanto nos cuestan. La he visto pelear hasta por medio centavo en una caja de descartables o en una bolsa de algodón. He escuchado a proveedores enojarse porque de treinta ítems presupuestados, sólo les compraba cuatro o cinco porque había una pequeña diferencia con un colega. Así es Norma, calentando el teléfono en dura disputa por algún insumo que le parecía caro.
Y ahora, según lo leído, se privilegia la amistad sobre la idoneidad y espero por el bien de todos que este asunto haya sido un error burocrático y si no es así, exijo, como ciudadano, que se den públicas y exhaustivas explicaciones del por qué se hizo, según mi opinión, tamaña burrada.
En esta Argentina en decadencia moral, donde el caloteo es divisa en los más altos cargos de la República, donde se amordaza a ciertos sectores de la Justicia y hasta se utilizan contadores de la Afip para acomodar Declaraciones Juradas, nadie valora cuando se encuentra un Ejemplo en extinción: el de ser idóneo y decente por sobre todas las cosas.
Carlos E. Fariña – L.E. 5087030
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