Escalada de maltrato animal preocupa a proteccionistas y vecinos
En la última semana, en San Pedro rescataron a un perro que había sido arrastrado atado a un auto y a un cachorro de 6 meses abandonado, que habría sido atropellado por sus propios dueños. Sin un plan de control ejecutado por el Estado y mientras proteccionistas hacen lo posible por asistir a los callejeros, la violencia aflora y se ensaña con los que no pueden defenderse.
A diario en redes sociales, decenas de vecinos se ocupan de compartir búsquedas de mascotas extraviadas y de dar tránsito a perros y gatos en busca de un hogar. Tan frecuentes como esas son las publicaciones de rescates. Animales salvajemente golpeados, atropellados, desnutridos o envenenados: casos que demuestran un nivel de violencia que cada vez más preocupa y alerta.
El martes, Carolina encontró enfrente de su casa a un perrito con las cuatro patas quemadas. En el barrio dicen que alguien lo ató a su auto y lo arrastró para provocarle esas heridas. Los vecinos lo encontraron tirado, porque no podía caminar. El reporte, publicado por La Opinión, se viralizó.
“Mi hija lo entró a la casa y lo está curando, en carne viva tenía las patitas. Está con mucho miedo, lo acaricié y pensó que le iba a pegar, temblaba”, contó una usuaria de Facebook en la misma publicación.
“Esta sociedad está enferma”, reflexionó otra internauta mientras en un gran número de comentarios se pedía “que le hagan lo mismo” al agresor, como si frente a los actos violentos no hubiera otra salida más que pedir un castigo que en lugar de aleccionar perpetúe la violencia. “Es que denunciar no sirve para nada, no se ocupan”, acotó otro usuario.
Basta con recorrer grupos de mascotas perdidas de la ciudad para encontrar casos que impresionan por su crueldad. Hace días, una vecina rescató a un cachorra de seis meses en grave estado. Tras el tratamiento en una veterinaria de la ciudad, la salud de la perrita mejoró.
Para Luli, así la bautizaron, será un nuevo comienzo. Tenía dueño, aseguraron quienes la conocían, pero no sólo la abandonaron, sino que hasta la habrían atropellado. “Ella la está peleando como una leona, se notan las ganas de vivir que tiene”, contó Mica, una joven que tuvo un rol activo en el rescate y que pidió colaboración con el tratamiento porque la persona que le daría tránsito no tenía dinero.
Abrir cuentas comunitarias en veterinarias es una modalidad recurrente para quienes eligen ocuparse de la asistencia de perros callejeros. La ayuda de los profesionales es imprescindible y a menudo las prácticas que realizan no alcanzan a ser costeadas por completo.