Lili:
Te escribo para descargarme porque estoy cansada de que la historia gire siempre en torno a lo mismo… los problemas son un sinfín como en cualquier otro lugar y mejor hacerles frente y no negarlos…
San Pedro es una hermosa ciudad, de eso no hay ninguna duda, y embellecerla cada vez más es beneficioso para todos los sampedrinos porque desde algún lugar sentimos un inmenso orgullo por tener una ciudad tan bonita, pero llegó el momento de considerar algunas cuestiones también muy importantes y con la misma calidad de exigencia o esfuerzo que otras.
En San Pedro pasan otras cosas además del turismo que nos visita los fines de semana, lamentablemente la delincuencia aumenta cotidianamente, nuestros chicos no consiguen fácilmente un banco en la escuela que desean asistir, es decir, debemos mandarlos a los establecimientos que “por descarte” les toca, el sistema de salud pública, sin duda también va quedando chico en relación al número de habitantes que aumenta y aumenta y se va notando cada vez más. ¿Será que nos está quedando chica la ciudad?
Esto es un verdadero problema y evidentemente no hay oídos que sean capaces de atender este tipo de necesidades, que creo no son menores.
Empecemos por problemas más de fondo y luego, si quedaran reservas, podemos invertir en mejorar la calidad de nuestra ciudad para que resulte cada vez más atrayente para los turistas, que sin negarlo en lo absoluto, son una verdadera fuente de ingreso y energía para San Pedro.
La necesidad que me invade es considerar la posibilidad que las autoridades sean capaces de lograr un equilibrio adecuado entre cuestiones más emergentes y aquello que puede llegar a colocarse en segundo plano.
Aun no he mencionado, la suma importantísima de dinero que se ha invertido en viviendas que se han otorgado estos últimos años más los planes de ayuda social (sistema de salud alimentario, planes jefes y jefas, etc.), hace un par de semanas salió publicada una nota en este medio que hacía referencia justamente a la cantidad exacta, los millones que se han invertido en las casi mil casas entregadas por la Municipalidad…me duele la cabeza de pensarlo…
Resulta cada vez más complicado, tanto para los jóvenes como para los no tan jóvenes asegurarse la posibilidad de conseguir por sus medios, un hogar propio, “la casa”, hay varios aspectos para detenerse a pensar; la dificultosa situación de la clase media y baja.
Cuán importante nos resulta a los seres humanos asegurarnos una vivienda y contar con la posibilidad de quedarnos tranquilos porque tenemos un lugar al cual regresar cada día y que, además, allí se encuentre albergada sin dificultades nuestra familia.
Claro está que, desde la última crisis económica sufrida en nuestro país, los costos de los terrenos, la construcción y las propiedades en sí mismas se fueron a valores incalculables que hoy se alejan de la realidad de la clase media trabajadora, mucho más aún de la clase baja.
Acceder a la posibilidad de obtener un préstamo hipotecario, sin duda, tampoco es una variable segura para aquellas personas que necesitan obtener su propia vivienda, considerando que alquilar una propiedad resulta cada vez mas difícil porque haciendo cuentas, no hay bolsillo que resista el 60% del sueldo destinado a un alquiler de una vivienda temporaria, que, además, no es la nuestra.
Últimamente no he dejado de leer, de escuchar u observar que se atienden necesidades tales como: “necesito conseguir una casa”, “quién me podrá dar una casa”, “yo ya fui a hablar para que me otorguen una vivienda y…”, “aunque sea que me den unas chapas o unos ladrillos”… este pedido se ha vuelto recurrente.
Es un trago amargo considerar que si se nos imposibilita a quienes pertenecemos a un estrato social medio y obtenemos la posibilidad de trabajar, porque nos hemos preparado o somos profesionales, cuanto más estrechas aún, serán las opciones para quienes no cuentan con posibilidades para insertarse en el mercado laboral que propicie un sueldo adecuado, entonces comenzar a vislumbrar la posibilidad de acceder a una vivienda propia.
El panorama se complica, generalizando más aún, este país se va transformando en un lugar en el cuál parece que es obligación atender todas las exigencias de quienes van a reclamar con el dedo levantado aunque parece que no derrochan la misma energía a la hora de ponerse a trabajar como cualquiera de nosotros que laburamos entre ocho, nueve o diez horas por día… qué se yo… ¿Habrá que empezar de nuevo? ¿O se trata simplemente de poner las cosas en su lugar?
Saludos, Mara
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