Entre la alegría de la urbanización y el recuerdo de la usurpación
El asentamiento precario conformado de manera irregular en 2010 contará con infraestructura, tras un convenio con Provincia por 15 millones de pesos. La familia de Juan Carlos Oilher, quien vivía en ese predio cuando lo tomaron, recordó la usurpación y pidió que los tengan en cuenta.
La semana pasada, sobre tablas y sin que medie debate sobre el tema, el Concejo Deliberante aprobó en sesión el convenio con la Subsecretaría Social de Urbanismo, Tierra y Viviendas que permitirá dotar de infraestructura básica al asentamiento precario denominado “barrio El Argentino”, ubicado en dos manzanas tomadas masivamente en 2010 en la zona del CIC.
“Esta es una más de las obras que vienen a complementar para lograr lo que entendemos una sociedad más justa”, dijo el concejal Iván Paz cuando se trató el expediente. Nadie le respondió en sesión. Sí en las redes sociales, donde creció el debate acerca de las usurpaciones, las necesidades habitacionales y los derechos de quienes vivían originariamente en ese lugar.
La familia de Juan Carlos Oilher, quien vivió en ese terreno desde los tres años y había comenzado el trámite de usucapión para validar sus derechos posesorios ante la Justicia, recordó lo que sufrieron desde aquella toma, que tuvo ribetes políticos cuando desde el gobierno de entonces del intendente Guacone denunciaron a concejales de la oposición como “instigadores”, acusación que fue desestimada tiempo después.
Entre los ediles que no pueden desconocer los hechos está el exIntendente, Mario Barbieri; el Dr. Sergio Rosa, otro exjefe comunal como Rodolfo “Titín” Trelles, Américo Quintana, el exSecretario de
Desarrollo Humano, Dalmy Butti, Damián Mosquera o la exDiputada Patricia Rocca y el resto, tal vez haya leído o escuchado en los medios de comunicación la batalla y disputa que le costó la vida a este vecino.
El Argentino, hoy
De las familias que tomaron esos terrenos en 2010 quedan, según cuentan en el barrio, apenas “cinco o seis”. La mayoría se fue. Vendió, permutó, hasta alquiló. Quienes residen allí aseguran que “ahora quedó gente buena, de trabajo” y agregan: “Esto antes era un aguantadero”.
La Comisión de Fomento sostiene un comedor que asiste a 25 chicos durante sábado y domingo, “porque durante la semana comen en la escuela”. El domingo estaban cocinando cuando escucharon disparos. Un perdigón alcanzó a uno de los voluntarios.
El martes por la madrugada hubo un allanamiento en el que secuestraron tres tumberas, proyectiles y un revólver; detuvieron a un joven de 25 años, a una chica de la misma edad y a una mujer de 36; y se llevaron aprehendidos a dos adolescentes de 14 y 15 años que apedrearon el patrullero y le rompieron la luneta.
“A veces el barrio está complicado. En sí, está tranquilo, pero a veces se arma. Vienen de otros barrios a hacer quilombo”, dicen los vecinos, que ahora se sienten “un poco más unidos” desde que el gobierno, con el intendente a la cabeza, que los visitó en varias oportunidades, apareció con obras.
“Estamos re contentos, entusiasmados”, dicen sobre la urbanización, que incluye pavimento, veredas, arbolado, cloacas, agua, luminarias y electricidad domiciliaria. “Hoy tenemos la luz clandestina y el agua lo solucionamos con Salazar, porque teníamos una manguerita”, señaló un miembro de la Comisión de Fomento.
Oilher, legítimo dueño
Antes de la toma masiva, El Argentino no era un barrio. Eran terrenos baldíos donde Juan Carlos Oilher tenía la casa en la que vivió toda la vida. Tras jubilarse, hacía vivero. Con el patrocinio del abogado Nicolás Macchia, que todavía no había sido electo concejal, inició un expediente de usucapión para certificar su posesión veinteañal y convertirse en propietario legal, ya que le asistía derecho legítimo.
La resolución no llegó y luego sobrevino lo demás: la toma masiva; las amenazas constantes; un incendio intencional; sus propuestas nunca oídas en el Municipio; las demoras de la Justicia para abordar la denuncia por el delito de usurpación; la angustia que le consumió la vida luego de un año de padecimientos.
Su hija Tatiana Oilher mantuvo una reunión con el secretario de Coordinación –y a cargo de Legal y Técnica–, Ramón Salazar. Su relato sobre el encuentro es sorprendente. “Me dijo que las usurpaciones era un tema de la gestión anterior y que ellos no podían hacer nada. Se sorprendió cuando le conté que mi papá se había muerto a causa de esto”, contó la joven.
“Me dio una palmada en la espalda y me dijo que el día de mañana, cuando hagan casas, me iba a tener en cuenta”, aseguró y agregó: “Yo alquilo, mientras ellos viven en un terreno usurpado y ahora les van a llevar todos los servicios, todo”.
Macchia explicó a La Opinión que Oilher “tenía toda la documentación” para certificar su posesión pacífica y permanente durante más de 20 años en ese lugar. “Los derechos posesorios eran de él y ahora le corresponden a los herederos”, precisó el abogado.
De los terrenos tomados en aquellos días, otros dos, con gestiones del propio Macchia, lograron avanzar en acuerdo entre los ocupantes actuales y los propietarios. Se trata de los de las familias Beta y Corvino.