“En un año nunca tuve una charla profunda sobre las problemáticas de fondo”
El ahora exsecretario de Gobierno Raúl Cheyllada recibió a La Opinión para dialogar sobre su partida, anunciada por este medio el lunes. Los proyectos truncos, las propuestas que quedan, las dificultades propias de un Municipio en crisis permanente y la rosca interna, parte de una entrevista en la que el empresario que ocupaba un lugar en el Ejecutivo de Daniel Scioli volvió a su pueblo para ocupar un cargo político en medio de la peor coyuntura posible.
La renuncia del Secretario de Gobierno Raúl Cheyllada que La Opinión publicó el lunes por la noche sorprendió a todas las facciones políticas de un Gobierno municipal retorcido en internas y disputas de Palacio varias. El hombre que supo ser señalado como “Divina” o “Popular” de acuerdo al bando contrario que se consultara, decidió dar un paso al costado, luego de constatar que su gestión había cumplido un ciclo más signado por las propuestas que por los hechos concretos.
Hubo quienes celebraron la partida como una victoria propia, ya que se encontraron muchas veces con un freno importante en la alta y corpulenta figura de Cheyllada, a quienes algunos denominaban “Drácula” por cierto parecido físico con Bela Lugosi y el peinado a la gomina, otros con alguna alusión a su formación en la Armada y otros con alguna risotada que hacía referencia al tamaño de sus aposentos.
Hubo otros que lo lamentaron por su predisposición al diálogo, su carácter componedor y por su capacidad de trabajo, que en mucho del trayecto que tuvo a su cargo como ladero del intendente Guacone se vio reducido al papel que graficó una tapa de La Opinión en la que compartía junto a Borgo la “defensa” de un equipo de fútbol delante del Jefe Comunal ahora de licencia como arquero.
Tras la conferencia de prensa en la que Giovanettoni le agradeció su buena predisposición desde el primer día y confirmó la aceptación de la renuncia, al tiempo que no anticipó quién será su reemplazo, Cheyllada recibió a La Opinión en su despacho.
Allí dijo que su decisión obedece a una cuestión meramente coyuntural como el arribo de un intendente interino que, destacó él mismo, necesitará alguien de plena confianza en ese puesto, sino que es parte del análisis de “la evolución de todo este año”.
Un análisis reflexivo
“Cuando ingresé al municipio mi primer propósito fue intentar generar un cambio funcional de acuerdo a como veía el proceso de organización, que para mí es estático, autorreferencial, tiene modelos organizacionales que no responden a las necesidades de la dinámica de la sociedad, y me volqué a buscar ese tipo de soluciones porque entendí que eran prioritarios a la situación en que se encontraba el Municipio; lógicamente que después hubo otras situaciones que agravaron mucho más y profundizaron estas cuestiones, sobre todo convivir con decretos de emergencia todo el año”, fue uno de los extensos párrafos que, fiel a su estilo, el exfuncionario dedicó para analizar su partida.
A la hora de hacer un balance, señaló que muchos de los aspectos que había establecido como diagnóstico de los problemas del Estado local son “son producto de situaciones que quizás no fueron en su momento bien analizadas y hoy se pagan determinadas consecuencias”.
En ese sentido, destacó haber dejado como instancias propositivas la necesidad de tener una administración pública planificada para evitar los desequilibrios, los errores y los costos de la toma de decisiones apuradas que no contemplen una proyección a futuro.
Profesionalización, capacitación, formación, eficientización, optimización de recursos, y refuncionalización, entre otras, son palabras que Cheyllada dejó en el entramado político administrativo local. En algunos casos como chiste, en otros como una necesidad a atender que no se había planteado con seriedad hasta él.
“Ha sido un año más propositivo que ejecutivo en relación a estos temas”, reconoció, pero advirtió: “Mientras no haya metodología y planificación de los recursos humanos, que son los que traducen el resultado de un municipio eficiente, los cambios van a ser muy difíciles”.
Para Cheyllada, además de la problemática financiera, económica y política, el Estado local atraviesa una dificultad organizacional grave que impide el desarrollo y necesita ser modificada.
“Este municipio está afectado por una gran cantidad de factores. Hay una solución posible, pero debe estar orientada además hacia la calidad, la profesionalización de las áreas, la orientación de los valiosos perfiles disponibles hacia los lugares correctos, eso se traducirá en una mejor optimización de los recursos y mejorará los índices negativos”, analizó.
Reflexivo y ya casi desde afuera del despacho que ocupó, sostuvo que la situación amerita “ir construyendo una nueva cultura municipal” y afirmó: “Creo que eso es lo que nos salva, poder generar una nueva cultura”.
La rosca que todo lo impide
Cheyllada reconoció que en el Gobierno que integró hubo múltiple decisiones tomadas sin medir correctamente los resultados y consecuencias que podrían devenir de ellas.
“Me parece que los temas son poco participativos y mucho menos traducidos en políticas de ejecución”, confesó. Sobre la rosca política, señaló: “Hay que acostumbrarse o adaptarse a esa cultura. Yo soy una persona que neutraliza porque trato de tomar cosas más objetivas para guiarme, no tanto subjetividades, comentarios, prejuicios que generan estados de ánimo muy cambiante producto de lo que llaman la rosca”.
Consideró que no tuvo internas sino “diferencias funcionales” y las explicó: “Eso significa no estar de acuerdo con situaciones en las que se necesitaba tener más convicciones en nuestro equipo de trabajo para sustentar los compromisos asumidos, muchas veces cuando no son visiones compartidas o los son momentáneamente se traducen en resultados que no son los que uno deseaba”.
Toda una definición, como esta: “En un año nunca tuve una charla profunda sobre la problemática de fondo que hace a la reconversión de nuestra ciudad en términos de desarrollo. Lo llamativo es que ese es otro elemento que debería quedar: Hablemos de desarrollo, no sólo productivo, sino también cultural, de salud, de inclusión”.
Un futuro en San Pedro
“Siempre en mi vida profesional he dignificado las decisiones que he tomado”, dijo Raúl Cheyllada y agradeció a Guacone por haber confiado en él. “Me pareció que era importante estar en un momento complicado de la ciudad de la que soy originario”, dijo cuando se lo consultó sobre la vida que dejó para ocupar un cargo en San Pedro.
“Creo que hemos tenido excelentes relaciones institucionales desde la Secretaría de Gobierno; con la sociedad, que ha entendido que había situaciones que excedían nuestra voluntad de ayudar, hemos estado siempre de frente a la adversidad y, para quien está dispuesto a estar, ello es un valor”.
Sobre el futuro, comentó lo que expresó en su carta de renuncia: se pondrá a disposición para una transición ordenada en el área que deja. Además, aseguró: “Me interesa seguir proyectando un San Pedro productivo, con atracción de inversiones, generación de nuevas capacidades productivas, nuevas empresas, interpretar desde un lugar diferente cómo generar esos ámbitos de crecimiento para nuestra ciudad”.