Propongo un pequeño, sesgado, incompleto e intencional análisis de un tema que se suma a la larga lista de crispaciones provocadas por el Gobierno Nacional: el proyecto que vendrá a sustituir la Ley de Radiodifusión nº 22.285.
Se trata de un tema capital para cualquier sociedad moderna, más aun hoy, donde casi todo está mediatizado. También, hay que decirlo, se trata de un tema para especialistas en lo específico (comunicación audiovisual). El tema es muy complejo y nos coloca ante un verdadero estado de indefensión por ignorancia y confusión. Además nos expone al fuego cruzado que se disparan desde todos los sectores, sean oficialistas, sean opositores.
La verdad es que se toma nota que algo muy importante está en juego pero no se entiende casi nada (en mi caso, lo confieso).
Si a esto sumamos la vida cotidiana (trabajo, familia, responsabilidades diversas, etc.), la incomprensión de la temática es total para casi todos, incluso, para algunos que lo están tratando en el Congreso.
En este panorama surgen claras algunas cosas:
1) El Gobierno Nacional encaró este tema como una lucha de poder y está dispuesto a usar todos los recursos que tiene a su alcance.
2) El Gobierno Nacional, una vez más, utiliza el pasado y lo argumenta para enfrentar a la sociedad entre quiénes quieran mantener “leyes de la Dictadura” o tengan “vocación democrática y reformista”.
3) El Gobierno Nacional se autoadjudica ser el paladín en la lucha contra los monopolios.
4) El Gobierno Nacional para convencernos de todo lo anterior utiliza todo el aparato propagandístico que tiene y pueda pagar.
Así las cosas creo que es preciso decir algunas otras: a) nadie está en desacuerdo con que la Ley de Radiodifusión debe ser revisada a fondo; b) existe un consenso universal en combatir los monopolios, es decir… ¿qué es lo nuevo? O, mejor aún… apurados… ¿por qué?
¿Por qué, sencillamente me pregunto, no existe acuerdo para tratar este tema de manera institucional y pacífica? Porque sencillamente se está desconociendo al pueblo y sus realidades. Nada es menos democrático que esto. Es tan grave como la demagogia fácil de poner ricos contra pobres, y si no, mire su boleta del gas y verá cómo lo está subsidiando la Nación… perdón, ¿no somos nosotros mismos?(¡?).
Decididamente, no es la Radiodifusión o lo Multimedial el tema urgente en la República, y menos aún debería serlo para un Congreso deslegitimado en las urnas (acá el Gobierno Nacional debería asumir que este interregno entre el 28/06 y el 10/12 lo propuso él).
Como no pretendo decirle al Gobierno Nacional de qué hay que ocuparse, sí creo que es mi derecho expresar lo que pienso: lo peor de la contienda actual por la Radiodifusión es que queda claro, y muy mucho, que este modo de ejercer el poder y la pérdida de confianza que exhibe el Gobierno Nacional y sus actores, es lo que verdaderamente vulnera nuestros derechos humanos.
Nadie quiere los tiempos de la Dictadura, ni un Golpe de Estado, ni interrupciones civiles de la Democracia: todos queremos PAZ.
A ver… casi no se tiene conciencia de todas las leyes fundamentales que se dieron en tiempos de interrupciones constitucionales. A saberlo: por ejemplo casi todo el sistema de legislación municipal bonaerense se estableció en tiempos de militares. Y es un sistema que impone la dependencia de los territorios a los gobiernos provinciales y nacionales. No reivindico nada, pero me harta estigmatizar porque sí. Huele a capricho. A muy arbitrario.
Finalmente, si un resultado no se concreta como un Gobierno lo pretende, es deseable que guarde la institucionalidad y preserve a la sociedad de enfrentamientos y violencias gratuitas. Sólo así podrá proponer de nuevo el tema que lo ocupa y verá si lo propone mejor o sino primero intenta consensuar… en fin, distintas metodologías…
La política debería ser el vehículo para debatir las ideas y legítimamente conducir el gobierno del país. No se puede ni debe abandonarla e imponer por la tiranía del número y menos aún por una manipulación de la historia más cara de los argentinos.
En términos futbolísticos, la reforma que busca imponer el Gobierno Nacional parece tener dos opciones: a) liquidar al árbitro para que no le marque el off-side; o, b) prohibir la entrada de la hinchada contraria al estadio por si se le ocurriera gritar algún gol. Claro está que para nosotros como sociedad esto no es un partido de fútbol, aunque la buena noticia es que sólo se trata de un Partido.
Facundo Vellón – DNI 18193245
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