El 25 de mayo el almuerzo familiar se prolongó más de la cuenta y llegué a la Plaza a eso de las cinco de la tarde. Verdadera odisea alcanzar la fuente, donde esperaba encontrar algunos compañeros sampedrinos. Obvio que no los encontré, aunque supe después que estaban ahí nomás. Así que resolví vivir la fiesta rodeado de personas cuyos nombres desconocía, pero que en momentos como ese vibran al unísono con uno, hermanados en un mismo ideal, una misma pasión.
No quiero describir lo que fue esa Plaza para mí, pero tuvo sabores diferentes a las que tantas veces viví. La del 73, cuando asumía el Tío y éramos un millón de voces gritándole a Lanusse que se iba en helicóptero, que no volvería. (¡Qué ilusos!). Tampoco tuvo el sabor amargo de la desilusión, cuando el 1º de mayo del 74 nos fuimos puteando al Viejo que nos trataba de “imberbes”, en un gesto espontáneo que nadie ordenó sino que brotó de lo más íntimo de nosotros y que sólo el tiempo consiguió cicatrizar, además de darnos la razón.
Esta del 2015 era la Plaza de Cristina y el pueblo. Dejando de lado lo anecdótico, quiero rescatar el parangón entre esta Plaza y la de octubre del 45. Salvando diferencias obvias de los actores (Cristina no es Perón y los “negros” del 45 no son los pibes de 2015), encuentro en un verbo de uso reciente el resumen de lo acontecido en ambas jornadas: empoderar. Voy al diccionario de la RAE y encuentro: (Del ingl. empower). tr. Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido.
En el 45 los cabecitas negras y las columnas obreras avanzaron sobre la plaza, la llenaron y demostraron la fuerza de los más humildes, sin moverse hasta que el Coronel al cual estaban erigiendo en Líder apareciera en el balcón, y lo vieran nuevamente en la pelea. En aquella época no se utilizaba el verbo “empoderar” pero lo que ocurría era precisamente eso. La masa hacía poderoso o fuerte a aquel Coronel que hasta ese momento pensaba en hacer las valijas e irse a vivir en paz con su amada Eva.
En el 2015, casi 70 años después, una militante de aquel movimiento político (alguien la llamó “Chirolita” al asumir la Presidencia), presta a terminar su segundo mandato electoral y en la imposibilidad de presentarse a un tercero, se despide con un mensaje fabuloso. Ella, que ha utilizado varias veces el verbo empoderar no lo usó esta vez, simplemente dijo: “No tengan miedo por lo que va a pasar, ustedes son los verdaderos dueños de su destino”. Está todo dicho.
Lo que motivó a un viejo militante peronista a escribir en su blog el siguiente texto: “A partir de ayer, 25 de Mayo de 2015, el bastón presidencial es nuestro. Cristina nos lo entregó para que seamos artífices de nuestro propio destino. Así como ayer fuimos los únicos herederos de Perón, hoy somos los garantes del Proyecto Nacional y Popular. Compañeros, estamos empoderados para marcar el rumbo, ella va a estar conduciendo y nosotros agarrados de mano en mano para que a nadie se le ocurra dar un paso atrás. El 10 de diciembre, Cristina entregará los atributos de forma a un compañero del FPV, pero el poder real nos lo entregó ayer a todos nosotros. No hay “pato rengo”, hay millones de pingüinos empoderados y con una sola conducción: Cristina Fernández de Kirchner.
¡Ojalá sepamos empoderarnos para defender nuestros derechos! Y aquellos que no nos acompañan, sepan que queremos una Patria para todos y todas.
Eduardo Flores – DU 4.685.785