El testimonio de la esposa, compañera hasta el último minuto
María Ester Sobrino estuvo casada 50 años con Ariel Lido Gomila. La noche que lo mataron, estaba con él. Su relato de lo que sucedió desde que llegaron al campo hasta que su marido se desvaneció al lado de ella.
Tenían 27 años cuando en la parroquia Nuestra Señora del Socorro, Ariel Lido Gomila y María Ester Sobrino dieron el sí. 50 años después, en el mismo campo en cuyo galpón celebraron su enlace, trabajaron a destajo y criaron a sus hijos, una ráfaga de disparos terminó con la vida del viverista, que murió sentado al lado de su esposa, su compañera de toda la vida.
Ya habían sido víctimas de un violento robo, en 2013, cuando los maniataron, los golpearon y les desvalijaron la casa. Aun así, El Espinillo era su patria chica y se negaban a mudarse a la ciudad.
Aquel viernes 5 de febrero, Ariel y María Ester salieron del campo alrededor de las 19.00. A bordo del Citroën Xsara Picasso azul, llegaron a la casa de unos amigos en San Pedro para cenar. Tras compartir la velada, emprendieron el regreso pasada la medianoche.
En su declaración testimonial, María Ester Sobrino relató que eran aproximadamente la 1.10 de la madrugada del ya sábado 6 cuando llegaron al campo. En la zona donde está el molino y frente a un cuartito, estacionaron. La iluminación artificial era intensa. Fue ella la que observó algo extraño: la cortina de la puerta de acceso a su hogar no estaba como la había dejado.
Ariel descendió del auto. Empuñaba un revólver calibre 32 que se había agenciado tras el violento robo que habían sufrido hacía tres años. Caminó hacia la zona del baúl del coche. María Ester escuchó disparos en el preciso momento en que ella puso los dos pies en la gramilla. No había escuchado voces de advertencia ni había visto a persona alguna.
Su esposo regresó al auto. “Me pegaron”, le dijo. “Llamá por teléfono”, le pidió. María Ester no alcanzaba a ver sangre. “Me pegaron un tiro”, precisó Ariel y se sentó en la butaca del conductor. “No puedo, no puedo”, advirtió y se descompensó.
María Ester ya había llamado a su nieto Juan Manuel, que llegó junto a la policía. Ariel ya estaba muerto, tal como certificó momentos después el Dr. Oscar Leo, que llegó en la ambulancia del Servicio de Emergencias del Hospital.
En la casa estaba todo revuelto y faltaban cosas, que aparecieron en el camino, escondidas en la maleza, acaso descartadas. La esposa de Ariel Lido Gomila no alcanzó a ver a nadie en la zona de arbustos hacia donde su marido disparó con su arma.